El Ibex 35 se desplomó ayer un 3,2% en otra jornada marcada por la volatilidad de los mercados por las perspectivas de un menor crecimiento mundial y perforó los 8.300 puntos por primera vez desde agosto de 2013. El selectivo se anotó así la mayor caída del año y retrocedió hasta los 8.281 enteros, su menor nivel desde finales de julio de 2013. Ante los efectos de la desaceleración de China -que el martes anunció que en 2015 sólo había crecido 6,9%, su menor tasa de los últimos 25 años- y la caída incesante del precio del petróleo, todos los valores del selectivo se tiñeron de «rojo».

Arcelomittal se hundió un 8,5% castigado por su exposición a China, y Repsol un 5,6%, lastrado por la caída del crudo. Banco Santander se dejó un 4,8% y protagonizó la tercera mayor caída de la jornada. Caixabank, OHL, Acerinox, Gamesa, ACS, Aena y Técnicas Reunidas perdieron más de un 4%. Otros de los «blue chips» como BBVA y Telefónica cayeron un 3,7% y un 3,4%, respectivamente, mientras que Inditex cedía un 2,8%.

El pánico de los inversores se trasladó a los principales parquets de Europa un día antes de la primera reunión del año del BCE. Londres, París y Francfort se desplomaron más de un 3%, mientras que Milán se precipitó cerca de un 5% al sumar las dudas sobre su sector financiero. El miedo también se trasladó al otro lado del Atlántico y Wall Street iniciaba la sesión con una corrección superior al 2%.

Piden más transparencia a Pekín

La situación del gigante asiático centró ayer buena parte de los debates durante la sesión del Foro Económico Mundial de Davos, por sus posibles repercusiones en todo el planeta. No obstante, los expertos señalaron que China está lejos de entrar en recesión y no tendrá un «aterrizaje forzoso», si bien debe controlar su exceso de capacidad productiva y poner fin a cierta opacidad en la gestión de su economía. Así, varias mesas redondas y debates a abordaron a lo largo del día la incertidumbre que rodea a la economía china, la ralentización de su crecimiento, su sobredimensionado sistema productivo, las turbulencias vividas en sus bolsa y la respuesta del Gobierno de Pekín, que el economista Nouriel Roubini consideró a la vez «improvisada y excesiva».

Una opinión en la que coincidió el presidente del banco suizo UBS, Axel Weber, quien consideró que, además, algunas de estas medidas «han llegado algo tarde». Aún así, Weber se mostró convencido de que, pese a todo, China tiene aún «mucha munición» para estabilizar su economía y, de paso, la del resto del mundo, que ahora tiembla con cada nueva noticia.