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«Un Gobierno débil sería mucho peor que repetir las elecciones»

El presidente de los economistas alicantinos alerta de los riesgos de la incertidumbre política actual

«Un Gobierno débil sería mucho peor que repetir las elecciones» SERGIO FERRÁNDEZ

Alicante cerró el año pasado con la mayor caída del paro en más de 20 años, crecen las exportaciones, mejora el turismo y hasta aumenta el consumo. ¿Podemos, por fin, asegurar que salimos de la crisis?

Como sabe, el Colegio de Economistas elabora una encuesta periódica de coyuntura y una de las cuestiones que siempre se pregunta es cómo ha evolucionado la situación económica de los consultados con respecto al ejercicio anterior. Pues bien, este año, por primera vez desde que se hace la encuesta [arrancó en 2009], el porcentaje de personas que ha contestado que está mejor ha superado a los que dicen que están peor. Esto quiere decir que la percepción de la gente es que, efectivamente, poco a poco, pero estamos saliendo de la crisis. Yo creo que 2015 ha sido un buen año. Como señalaba, se ha reducido la tasa de desempleo, se ha crecido un 3,2% y es ya el segundo año de crecimiento. Técnicamente ya podemos decir que hemos dejado atrás la crisis pero lo que ocurre es que aún queda camino por recorrer y que es un crecimiento que ahora mismo está sujeto a ciertas incertidumbres.

Precisamente, cuando presentaron esa encuesta la pasada Navidad ya alertaron de que la situación política actual, donde no está nada claro quién será el próximo presidente del Gobierno, no era nada beneficiosa para la economía. ¿Cuál sería el peor escenario que se podría dar de todos los posibles?

Está claro que lo mejor para que haya crecimiento económico es la estabilidad y la seguridad jurídica. Es lo que buscan las inversiones y, por tanto, desde ese punto de vista la situación actual puede afectar al crecimiento. Por ejemplo, el otro día la asociación de empresas turísticas cuantificaba en siete décimas la afectación que podía tener para su sector esta situación.

Pero, desde el punto de vista económico, ¿qué es lo peor que podría ocurrir en este sentido?

El peor escenario sería que hubiera un Gobierno que los inversores extranjeros y los organismos internacionales, o los propios agentes económicos nacionales, percibieran como débil y que no es capaz de llevar adelante las reformas económicas que todavía son necesarias, ni de crear un cierto marco de estabilidad. Ése sería un escenario mucho peor que la repetición de las elecciones, por ejemplo.

¿Cuáles podrían ser, a su juicio, las consecuencias de tener un Gobierno débil, como el que apunta? ¿Se puede llegar a frenar el crecimiento o, incluso, caer de nuevo en la recesión?

Hombre, yo creo que hay inercia suficiente para que esto último no ocurra. La economía es una locomotora que cuesta de poner en marcha pero luego también cuesta de parar. Todo indica que, a pesar de la inestabilidad política que hay, el año 2016 no va a ser malo. Se prevé que el crecimiento va a estar en torno al 2,8%, que habrá 500.000 nuevos puestos de trabajo... En definitiva, que la economía va a seguir funcionando, pese a todo. Ahora bien, también es cierto que tenemos una deuda del 100% del PIB y que esta situación de inestabilidad puede afectar a los tipos de interés que se pagan por esa deuda. Y más aún con la situación de incertidumbre que también se da a nivel mundial. Esto no lo notaremos en 2016, sería a medio plazo cuando lo acabaríamos pagando.

La otra gran incógnita política es la evolución del proceso independentista en Cataluña, ¿también nos puede afectar?

Sí, aunque vamos a diferenciar entre la situación de incertidumbre actual y una posible independencia real, aunque esto sea elucubrar. La situación de incertidumbre es equiparable a lo que ocurre a nivel nacional. No deja de ser poco serio que el parlamento de una región diga que las leyes nacionales no las va a cumplir y que va a establecer las suyas propias. Esto no es bueno para el país en su conjunto porque daña su imagen. En cuanto a los hipotéticos efectos de una eventual independencia, está claro que serían negativos para los habitantes de esa región y también para el resto, porque para las empresas es una pérdida de parte del mercado nacional. Pero no me veo yendo a Barcelona y teniendo que pasar una frontera.

Durante este año nos ha ayudado la situación internacional pero ahora China parece que está desacelerándose y la incertidumbre se ha instalado en los mercados. ¿Cómo puede afectar a la economía alicantina?

Bueno, la evolución del crecimiento de la economía china es una preocupación mundial, porque es un consumidor tan importante de materias primas y productos manufacturados que, el hecho de que crezca a un ritmo mucho más bajo de lo que era habitual, puede afectar a toda la economía del planeta. ¿En el caso de Alicante? Bueno, creo que las exportaciones de la provincia no están muy orientadas hacia China. Más bien al revés, importamos mucho más, y no es un mercado muy destacado. Nos afectaría más de forma indirecta, por las consecuencias que pudiera tener sobre el resto de nuestros clientes.

La gran asignatura pendiente en esta salida de la crisis sigue siendo la reducción del paro. ¿Ha sido acertada la política del PP en este terreno, la famosa reforma laboral?

Todo se puede hacer de forma diferente y es un poco subjetivo decir si todas las medidas han sido buenas o malas. A nivel general, creo que las políticas que el PP ha implementado en esta época -aunque haya algunas que podamos decir que no nos han gustado demasiado- han ayudado al país a salir de la crisis. ¿La reforma laboral, en concreto? Pues creo que a nivel general también ha sido positiva.

¿En qué sentido?

Pues en el sentido de dotar de confianza y de credibilidad a los agentes económicos. Es verdad que a lo mejor hay algunas medidas concretas que pueden ser menos acertadas pero yo hablo en su conjunto. Cuando hablamos de reforma laboral también hablamos de las bonificaciones para los nuevos autónomos que montan una empresa, de la compatibilización de la percepción del desempleo con la actividad de autónomo durante un tiempo... Además, no podemos empeñarnos en mantener el empleo a toda costa en empresas que necesitan reestructurarse porque, entonces, lo que hacemos es destruirlo. Si un negocio no tiene pedidos más que para 50 trabajadores, no podemos exigir que se mantenga a 100 porque lo que conseguiremos es que cierre. Tiene que haber cierta flexibilidad porque en épocas de crisis las empresas tienen que poder adaptarse. Y eso implica que, a veces, hay que reducir las plantillas para que las empresas puedan superar esa etapa y volver a llamar a esos trabajadores.

El problema es que otra de las consecuencias de la reforma laboral es la mala calidad del empleo que se está creando ahora y, sobre todo, el bajo nivel de los salarios de los que se incorporan a trabajar.

Estamos de acuerdo. Pero también estaremos de acuerdo en que era una situación excepcional y en que esas medidas, quizás, ahora se tengan que atemperar o reducir. Pero estábamos en una situación muy compleja en la que estaba en juego la supervivencia de esas empresas.

¿Qué habría que hacer? ¿Derogar la reforma laboral?

Bueno, las leyes se están reformando constantemente. Si, poco a poco, vamos a una situación mejor quizás se pueden introducir medidas para favorecer la estabilidad en el empleo. Hay que buscar siempre el equilibrio.

En la encuesta que ustedes han realizado entre los economistas se preguntaba sobre la mejor forma para aumentar la competitividad y la de flexibilizar el mercado laboral aparecía como la última opción.

En efecto. Lo que transmite esa respuesta es que los economistas piensan que, con la situación que tenemos actualmente, ya se ha flexibilizado lo suficiente y que no es necesario adoptar más medidas que puedan perjudicar las condiciones laborales de los trabajadores. Ahora hay que hacer otras cosas, fabricar productos de mayor valor añadido, más marca.

¿Qué sectores van a tirar más de la economía alicantina este año?

Yo veo dos grupos. Tenemos unos sectores tradicionales que han funcionado durante muchos años y que creo que pueden seguir haciéndolo, si se adaptan. Por ejemplo, el calzado o el juguete. Todos hemos visto cómo había un gran número de industrias que se fueron reduciendo y que ahora vuelven a florecer con otros parámetros y otra forma de producir, con más diseño, con más innovación. Esos sectores van a mantenerse y van a seguir tirando del carro. Y luego hay otros sectores relacionados con las nuevas tecnologías que van a ir a más pero yo no espero cambios drásticos y que la estructura económica de la provincia cambie significativamente en un plazo corto de tiempo. Yo creo que es hacer las mismas formas de forma diferente.

Antes hablábamos de la situación en el Gobierno central, pero también quiero que me valore cómo lo está haciendo el nuevo Consell, ¿qué nota le pone hasta el momento?

Ummm... (duda al tiempo que sonríe) Creo que no se han adoptado grandes medidas económicas en este tiempo. De las pocas que conozco, sí que le digo que no me ha gustado que se haya subido el Impuesto sobre el Patrimonio. Me parece una mala medida, no sólo porque creo que hay que dejar más dinero disponible a los ciudadanos para que puedan invertir, sino porque no es cierto que el Impuesto sobre el Patrimonio sea un impuesto para gravar a los ricos. Además, son rentas que ya han tributado.

Me parece entender una crítica implícita hacia el Consell, de falta de actividad.

No sé si es una crítica, más bien una opinión. Quizás el hecho de que sea un Gobierno formado por varios partidos hace que no se tomen medidas con la agilidad necesaria. Pero, en cualquier caso, lo que también es cierto es que se ha trabajado más en otros ámbitos y que, en el tema económico, en estos meses se han centrado más en reivindicar una mejor financiación para la Comunidad Valenciana, que también es muy importante. Y eso no me parece mal, porque la Comunidad está infrafinanciada y eso influye en muchas cosas.

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