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La falta de rentabilidad reduce los depósitos a plazo a su nivel más bajo de la última década

En dos años los alicantinos han retirado 6.598 millones de euros de este tipo de productos

Los alicantinos cada vez confían menos en los depósitos a plazo para guardar sus ahorros. El desplome de la rentabilidad que ofrecen las entidades ha provocado que el dinero invertido en este tipo de productos -hasta ahora el más utilizado cuando se trataba de guardar para el largo plazo- se haya reducido en apenas dos años desde los 20.135 millones hasta los 13.537 que alcanzaba el pasado mes de septiembre, lo que supone el nivel más bajo en más de una década, según los datos oficiales que recopila el Banco de España. En concreto, hay que remontarse hasta diciembre de 2005 para encontrar una cifra menor a la citada.

En otras palabras, esto significa que en este tiempo los ciudadanos y las empresas de la provincia han retirado de sus depósitos a plazo nada menos que 6.598 millones de euros -1.996 millones entre septiembre de 2013 y el mismo mes de 2014 y otros 4.602 millones desde esa fecha- y no siempre con un destino claro. Según explican desde las entidades consultadas, una gran parte se ha ido a contratar otros productos financieros -principalmente fondos de inversión-, a realizar amortizaciones anticipadas de la hipoteca o saldar otras deudas o, simplemente, se ha destinado a consumir más, como muestran el repunte de las ventas en el comercio o de los concesionarios.

Pero otra parte también importante se ha quedado sin más en las cuentas corrientes de los afectados, que no encuentran una alternativa que les ofrezca las suficientes garantías y prefieren tener sus ahorros disponibles si no pueden sacarles un rendimiento adecuado. Así, mientras se producía la citada fuga desde los depósitos a plazo, el dinero acumulado en cuentas corrientes aumentaba en 1.738 millones, hasta alcanzar los 16.402 millones. Es decir, que los alicantinos ya guardan más dinero en libretas que en imposiciones a plazo.

Este cambio de tornas está directamente relacionado con la evolución de los intereses que las entidades están dispuestas a pagar por captar los recursos de sus clientes. Desde que en el verano de 2012 el BCE decidiera intervenir para frenar la escalada de la prima de riesgo de los países periféricos, los bancos han tenido acceso casi ilimitado a toda la financiación que han necesitado a muy bajo precio -el tipo oficial actual del propio BCE está en el 0,05%- y no tienen incentivos para pelear por los fondos de sus clientes.

Así, el tipo medio de los nuevos depósitos que se contratan ha caído progresivamente del 2,83% anual que se ofrecía en 2012 hasta el exiguo 0,40% que se pagaba el pasado mes de noviembre, de acuerdo con los datos del Banco de España. Una cantidad por la que a muchos ahorradores no les compensa tener el dinero retenido.

Una rareza española

Ante esta situación, los bancos se han lanzado a la comercialización en masa de fondos de inversión, un producto que les permite ofrecer algo más de rentabilidad a sus clientes -a cambio de asumir más riesgos, eso sí- y también cobrar mayores comisiones, lo que tampoco les viene mal para sus cuentas de resultados. En realidad, según explica economista de iAhorro.com y experto en el sector financiero, Pau Monserrat, fuera de España lo más habitual es que el ahorro a largo plazo se canalice a través de este tipo de productos mientras que los depósitos a plazo son bastante menos frecuentes. «El problema es que para invertir en fondos se necesita más cultura financiera para entender los riesgos», explica Monserrat.

Por ejemplo, un error muy habitual que cita el experto es pensar que con los fondos de renta fija, que invierten principalmente en deuda pública, no se puede perder dinero. Esto sería cierto si el cliente espera al vencimiento de la deuda, pero si necesita recuperar el dinero con antelación, deberá vender el fondo al precio al que cotice en ese momento en el mercado, que puede ser inferior al de compra. Así, en este momento no sería muy buena idea invertir en deuda pública a largo plazo -a diez años-, ya que los tipos que paga el Tesoro están en mínimos históricos y, cuando suban, los bonos actuales perderán valor en el mercado secundario frente a los nuevos, que serán más rentables, lo que impedirá venderlos sin pérdidas antes de plazo.

En cualquier caso, como señalan desde Bankia, esta escasa rentabilidad de la renta fija provocó que el año pasado la balanza se inclinara hacia los fondos perfilados, que invierten en renta variable y en otros fondos pero con distintos niveles de riesgo, en función de lo que el cliente esté dispuesto a asumir. Dentro de éstos, los que más interés despiertan, según la entidad, son «los más conservadores».

Además de los fondos de inversión, algunos bancos también están ofreciendo bonos o depósitos estructurados, en los que se vincula la rentabilidad a que se cumpla determinada condición, como, por ejemplo, que determinadas acciones superen cierto precio. Si no se cumple, el ahorrador prácticamente no recibe nada por su dinero.

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