Los siete años de crisis económica ininterrumpida se siguen notando -y mucho- en los bolsillos de las familias de la Comunidad Valenciana. A pesar de que la autonomía encabezó, junto a La Rioja, el inicio de la recuperación durante el año pasado, lo cierto es que la renta per cápita de la comunidad aún cerró el ejercicio casi un 10% por debajo de la que se registraba en el año 2008, lo que da una idea de las dificultades que habrá para recuperar la riqueza que se ha esfumado durante este periodo.

Así, de acuerdo con los datos de Contabilidad Regional de España que ha publicado esta semana el Instituto Nacional de Estadística, el PIB por habitante de la Comunidad Valenciana se situó en 2014 en los 19.693 euros, lo que supone que cada valenciano es actualmente 2.185 euros más pobre que antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Un descenso del 9,98% que se sitúa más de dos puntos por encima del que se ha producido a nivel nacional (7,67%) y que contrasta, por ejemplo, con el escaso 4,3% que ha caído la renta per cápita en Madrid durante el mismo periodo, el retroceso del 5,3% de La Rioja o la bajada del 6,2% de Cataluña.

Aún así, quienes se han llevado la peor parte son los melillenses, que han perdido un 14,4% de su renta, seguidos por los asturianos (-11,6%), los cántabros (-11,4%) y los andaluces (-10,9%).

Se ahonda la brecha

En cualquier caso, la evolución que presenta la Comunidad significa que la crisis ha agrandado aún más la brecha que ya existía entre el nivel de riqueza de la autonomía y la media nacional. Si hace ocho años el PIB per cápita de los valencianos alcanzaba el 90,1% del que se contabilizaba para el conjunto del país, el pasado ejercicio este porcentaje había caído hasta el 87,7%. Un dato que se debería tener muy en cuenta a la hora de negociar el próximo sistema de financiación autonómica ya que, para corregir este desequilibrio, la valenciana debería ser una de las regiones que recibe del Estado central más de lo que aporta a través de sus impuestos y no como ocurre hasta ahora, donde es una de las comunidades que más pone en la caja común y menos saca de ella.

En términos absolutos, los 19.693 euros de la renta per cápita de la Comunidad son 2.719 menos que la media nacional pero, si se mira la comparativa, lo que resulta más llamativo es que la autonomía está mucho más próxima al nivel de renta de la región más pobre -Extremadura, de la que le separan 4.236 euros- que de la comunidad con el mayor PIB por habitante, que es Madrid, con 30.755 euros, 11.062 más que la valenciana.

Los efectos de la burbuja

Los motivos de este mayor distanciamiento de los parámetros nacionales hay que buscarlos en el excesivo peso que tenía la construcción en la economía valenciana durante los años del «boom». El ladrillo aportaba en 2008 el 12% de toda la riqueza de la región, unos 12.915 millones de euros en total, que en 2008 se habían reducido hasta los 5.418 millones. Es decir, un desplome de casi un 60%.

Mientras, la caída de la industria ha sido mucho menor -del 11%- gracias al salvavidas de las exportaciones y la facturación del comercio, la hostelería y el transporte de forma agrupada sólo se ha resentido en un 5%.

Arranca la recuperación

La parte positiva de los datos que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística es que la Comunidad Valenciana es una de las que mejor ha aprovechado los vientos de la recuperación. Así, en 2014 fue la segunda autonomía que más creció, con un 1,9%, tan sólo superada por el 2,0% de La Rioja y cinco décimas más que la media nacional. Aunque, claro, para igualar la renta media nacional a este ritmo serían necesarios casi 25 años.