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La hora de rendir cuentas

El día 31 finaliza el periodo de tutela que Europa impuso al Sabadell al absorber a la CAM

La hora de rendir cuentas isabel ramón

En el Sabadell ya están contando los días. Si todo va según lo previsto, a partir del próximo 31 de diciembre podrán decir adiós a la tutela que durante los últimos tres años han ejercido sobre el banco las autoridades comunitarias para comprobar que se cumplieran las condiciones impuestas a cambio de autorizar la absorción de la CAMabsorción de la CAM. Una operación que permitió a la entidad catalana duplicar su tamaño y escapar de las redes de los grandes del sector, que amenazaban con engullirla en el fragor de la reestructuración financiera, pero que también ha supuesto limitaciones para el negocio y mucho trabajo, sobre todo para liquidar el enorme entramado inmobiliario que llevó a la caja alicantina a la quiebra.

En el banco se muestran confiados de que no habrá ningún problema y aseguran que sólo quedan pequeños detalles por resolver para conseguir que la consultora BDO y el fideicomiso nombrado por la UE para supervisar el proceso (el «Monitoring Trustee») expidan el certificado final.

El momento no puede ser más oportuno porque, entre otras cosas, el Sabadell volverá a tener libertad para conceder créditos al sector promotor en la Comunidad Valenciana, Murcia y Baleares -donde ahora tenía vetada esta actividad- justo cuando el sector empieza a despegar. Pero, además, también tendrá las manos libres para lanzarse a la compra de nuevas entidades o para fusionarse con quien quiera, cosa que hasta la fecha no podía hacer si su objetivo tenía una red de oficinas significativa en alguna de las tres comunidades anteriormente citadas, lo que antiguamente se conocía como los «territorios naturales» de la CAM. Una circunstancia que impedía, por ejemplo, un acercamiento a BMN -la antigua Cajamurcia- o limitaba las posibilidades de un acuerdo con Bankia.

No se trata de una cuestión menor ya que el Banco de España ha redoblado en los últimos meses sus presiones para que siga la consolidación del sector, ante el temor de que la baja rentabilidad que ofrece el negocio bancario en estos momentos ponga en apuros a más de una entidad. Una preocupación compartida por los propios banqueros, que ya no saben cómo mejorar sus ingresos en un momento en el que el desplome de los tipos de interés -con el euribor en el 0,079%- ha provocado que buena parte de sus carteras hipotecarias apenas reporten beneficios.

Así, el propio presidente del Sabadell, Josep Oliu, advertía esta misma semana durante la convención anual de directivos del banco de que «la configuración definitiva del sistema financiero español no se ha completado todavía» y que «el núcleo de bancos que vemos ahora no será el mismo». Todo un aviso a navegantes.

En cualquier caso, el camino para llegar a este momento ha sido largo y ha supuesto una difuminación progresiva de lo que en su día fue la CAM, hasta el punto de que el pasado verano el grupo catalán decidió suprimir definitivamente este nombre de los carteles de sus oficinas. En estos tres años, la entidad ha tenido que enviar a Bruselas informes mensuales sobre los avances del plan de reestructuración, que arrancó con el cierre de oficinas y el recorte de personal que exigieron las autoridades de Competencia.

En la hoja de compromisos firmada entre los responsables de la UE y los del Sabadell se contemplaba la clausura de un mínimo de 464 sucursales y la supresión de 2.231 empleos, objetivos que se cumplieron con creces a los pocos meses de que el Sabadell tomara las riendas de la antigua caja alicantina.

El cierre de oficinas supuso renunciar al 86% de las delegaciones que la CAM tenía fuera de sus territorios naturales y reducir en una cuarta parte su capacidad en la Comunidad Valenciana, donde la suma de ambas entidades pasó de 510 a 392 sucursales. Buena parte de este desmantelamiento de oficinas se realizó en un sólo fin de semana, aprovechando el puente de la Constitución de 2012.

También se ejecutó casi de inmediato la reducción de plantilla. Las bajas incentivadas entre el personal del Sabadell permitieron reducir a sólo 1.250 los afectados por el ERE que la dirección del banco consensuó con los sindicatos de la CAM, de los que cerca de 600 fueron prejubilados y el resto despidos pactados.

Entre las condiciones impuestas al grupo catalán también se exigió limitar la concesión de nuevos créditos en aquellas regiones en que Caja Mediterráneo tenía una posición preponderante para evitar distorsiones en la competencia. En este sentido, no hay que olvidar que el Sabadell recibió 5.249 millones de euros de ayudas iniciales y un esquema de protección de activos que cubre la mayor parte de las pérdidas.

Así, se fijó un crecimiento máximo del 2,5% anual para la cartera de créditos al consumo y del 6% para los préstamos a empresas, aunque lo cierto es que con la caída de actividad que ha supuesto la crisis estos topes apenas han tenido influencia. Sí se ha notado más la exigencia de reducir en un 15% anual la cartera de crédito destinada a la promoción, lo que ha supuesto en la práctica la imposibilidad de conceder ningún nuevo préstamo para la construcción y ha impedido que el banco aproveche la recuperación que se empieza a percibir en este sector en la Costa Blanca.

Este será uno de los principales cambios a partir del próximo enero, en el que la entidad ya lleva meses trabajando para tener a punto un equipo especializado desde el momento en que finalice esta prohibición. No en vano, Alicante es uno de los mercados que encabeza la recuperación del sector inmobiliario en todo el país, gracias a la demanda de los extranjeros, y sólo este año se van a iniciar alrededor de de 4.000 nuevas viviendas, un bocado muy apetecible ante la falta de rentabilidad de otros segmentos, como ya se ha comentado.

Eso sí, esto no significa que vuelva a haber barra libre, como ocurría antes del estallido de la burbuja. En el Sabadell tienen claro que hay que ir con mucha más prudencia, por lo que ya han dejado claro a los posibles interesados que no financiarán la compra de suelo y exigirán un mínimo de fondos propios a los promotores.

La otra gran condición que impusieron, tanto Bruselas, como el Banco de España fue la obligación de deshacer la enorme maraña de filiales y participaciones inmobiliarias que creó la CAM. Más de 70 en total, con inversiones repartidas por toda la geografía española y también al otro lado del Atlántico, en México, y de la mano de los socios más variopintos. El Sabadell creó toda una unidad, capitaneada por el director general del banco, Miquel Montes, para gestionar este entramado y rápidamente puso tierra de por medio con aquellos proyectos más polémicos. Así, fue uno de los impulsores del acuerdo para vender Terra Mítica al grupo de Aqualandia; liquidó en cuanto pudo la sociedad que la CAM había constituido con Enrique Ortiz para impulsar la Ciudad de la Economía en Agua Amarga, que ahora es objeto de investigación judicial; y vendió los terrenos sobre los que la caja proyectaba construir miles de viviendas en la Baja California mexicana de la mano de Hansa. Algo más le ha costado desprenderse de su participación en la matriz de esta compañía aunque, finalmente, este verano llegó a un acuerdo con la familia Galea a cambio de quedarse algunos activos, como el Alicante Golf.

También se salió del accionariado de Valfensal, el grupo que creó la CAM para promover hoteles en el Caribe junto a los empresarios benidormenses Juan Ferri y José Baldó y cuyas irregularidades investiga la Audiencia Nacional. En este mismo sector, vendió a Meliá sus participaciones en el hotel Sky de Barcelona y el Palacio de Isora de Tenerife, y colocó al empresario Pau Guardans la cadena Hoteles Alma, que impulsó junto a Caixa Catalunya.

Igualmente, dijo adiós a las múltiples sociedades que la caja alicantina tenía con Teyco, la promotora de la familia catalana Sumarroca, investigada por sus relaciones con los Pujol. Tras un pulso importante, con amenaza de embargo de por medio, también alcanzó un acuerdo con el grupo siderúrgico Ros Casares para quedarse el gigantesco complejo que construyeron conjuntamente en las afueras de Valencia. La lista de exsocios se completa con nombres como Quabit, Cyes, la familia Matutes o Nyesa. Según la entidad ya solo quedan algunas participaciones residuales, que se solucionarán en breve pero que no impedirán obtener la certificación.

Eso sí, esto no significa que el Sabadell ya haya limpiado por completo su balance de los activos tóxicos heredados de la CAM. De momento, lo que ha liquidado son las participaciones empresariales. La tarea de desprenderse de los terrenos y los inmuebles que acumula aún durará algunos años. De hecho, el Esquema de Protección de Activos que recibió el Sabadell estará vigente hasta 2021, lo que significa que el banco catalán dirá adiós a Bruselas el próximo día 31 pero todavía deberá rendir cuentas ante el Fondo de Garantía de Depósitos, que financia este mecanismo para cubrir las pérdidas.

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