El mercado laboral alicantino presenta un «significativo desajuste» y cuenta con un número de ocupados bastante inferior al que le correspondería por su volumen de población. Por si fuera poco, esta situación se agravó durante los años de crisis, en los que se produjo una destrucción de empleo más intensa que en otras zonas de España, lo que también propició que los sueldos subieran menos y que la brecha que tradicionalmente ha existido entre los ingresos de los asalariados alicantinos y los del resto del país se agrandara aún más. De hecho, si a lo largo de 2003 cada trabajador de la provincia ingresó 2.289 euros menos que la media nacional, en 2012 la diferencia ya fue de 3.319 euros.

Éstos son algunos de los datos que destaca el Balance socioeconómico de Alicante 2003-2013 que ha realizado Ineca y que desde el pasado domingo viene desgranando este periódico. Un estudio que pretende dar a conocer la evolución reciente de la provincia y en el que, por ejemplo, también se pone de relieve la baja cuantía de las pensiones en la zona.

En cualquier caso, dentro de los apartados que dedica a analizar el mercado laboral y la evolución de las rentas en la zona, el primer aspecto que destaca es el importante desequilibrio que existe entre el peso poblacional de la provincia y su volumen de ocupados, fruto de una mayor presencia de jubilados -muchos extranjeros- y de la mayor tasa de paro que se registra. Así, con el 38% de todos los residentes de la Comunidad Valenciana, Alicante sólo supone un 33,3% de los afiliados a la Seguridad Social en la autonomía. En el caso del conjunto nacional, Alicante aporta el 4,1% de la población y sólo el 3,2% de la fuerza de trabajo.

Eso significa que sólo uno de cada cuatro alicantinos tiene un trabajo efectivo, frente al 34,5% de los españoles o el 30,8% de los valencianos, según destaca el estudio de Ineca.

Los efectos de la crisis

Además de las circunstancias demográficas ya citadas, estas cifras también son el resultado de la mayor destrucción de empleo que se produjo en la provincia tras el estallido de la crisis y que provocó que el balance de la década 2003-2013 resultara negativo, a pesar de la gran expansión vivida en los primeros años. Así, en el conjunto de este periodo el número de cotizantes de la provincia se redujo en un 8,67% frente a la media del 2% a nivel nacional. Por el contrario, la cifra de parados alicantinos se disparó muy por encima de la media. En concreto un 231% frente al ya abultado 115% que aumentó el desempleo en el conjunto del país.

Sin embargo, el estudio también llama la atención sobre el hecho de que esta caída de afiliados se concentró entre los trabajadores asalariados -los contratados- mientras que el número de autónomos apenas varió entre el inicio y el final de citado periodo, aunque entremedias sí tuvo subidas y bajadas. Esto demuestra, en opinión de los autores del informe, los profesores Joaquín Melgarejo y Francisco Llopis, que el tejido productivo se está recuperando «bajo formas empresariales de reducida dimensión» y, en concreto, a través de la figura del «empresario persona física».

Por sectores, son la agricultura, la construcción y los servicios los que porcentualmente más han incrementado su cifra de desempleados a lo largo de estos años, mientras que la industria ha tenido el mejor comportamiento, dentro de la evolución negativa que todos han registrado en este indicador laboral.

En cuanto a la calidad del empleo, el balance socioeconómico de la provincia revela que la caída de la contratación indefinida también fue mayor en la provincia, de un 25%, que en el conjunto nacional (-10,62%).

Una situación que se agrava

Al menor volumen de ocupados de la provincia hay que sumar otro hecho preocupante y que también lastra el nivel de bienestar de la población: los menores salarios que reciben sus trabajadores. «La renta salarial media de la provincia siempre ha estado por debajo de la nacional pero en los últimos 10 años esta situación se ha agravado», explica el estudio de Ineca. Así, si al principio del periodo analizado los salarios alicantinos suponían sólo un 84,7% de lo que recibían los trabajadores en el resto del Estado (12.674 euros frente a 14.963), ahora el porcentaje ha caído hasta el 82,16% (15.282 euros frente a 18.601). Eso no significa que los sueldos no hayan subido en todos estos años, sino que lo han hecho en menor medida que en otras demarcaciones y que cuando empezaron a caer, a partir de 2011, lo hicieron en mayor medida.

La agricultura y los servicios sociales son los sectores en los que menos diferencia salarial existe entre Alicante y la media nacional, mientras que son los operarios de la industria los que menos cobran en relación a sus homólogos de otras provincias españolas. En concreto, su salario sólo supone un 67% de la media del sector en todo el país.

Esta misma discriminación, como es lógico, también se refleja en las pensiones que, de media, son un 10% más bajas y que también han subido en este tiempo algo menos que en el resto de España. En el último año analizado, cada pensionista alicantinos recibió 11.216 euros frente a los 12.570 de la media nacional. En cualquier caso, hay que destacar que el incremento medio de las pensiones durante esta década, de más del 45%, ha sido muy superior al de los sueldos (+20,58%). Tanto es así, que la pensión media ya supera a los salarios medios que se pagan en la agricultura o el sector de servicios personales.

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