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Cobrar un sueldo y... ser pobre

Nadie está a salvo de la pobreza en Europa. ¿Por qué? Porque crece el trabajo de pocas horas, disminuye el salario y se suprimen derechos laborales mientras el paro se hace crónico en buena parte de países. Entonces se cuenta hasta el céntimo, o se va a vivir con los padres o, los más afortunados, alquilan una habitación en piso compartido. Pero no se pueden afrontar gastos imprevistos ni pagar la calefacción en invierno. A duras penas, alimentarse y con frecuencia se recurre a Cáritas o a un banco de alimentos para poder comer los últimos días del mes. Se viste la misma ropa aunque esté deteriorada y se calzan los mismos zapatos con un agujero en la suela. Y ni un euro para ocio: tomar un café en un bar es un lujo.

Al inicio de la crisis, una licenciada universitaria inventó el término «mileurista»: jóvenes como ella que, con formación universitaria, solo podían aspirar a trabajos con insuficientes sueldos de 1.000 euros mensuales. Entonces se convirtió en clara expresión del reduccionismo salarial. Hoy, la legión de trabajadores pobres europeos se daría con un canto en los dientes por un sueldo así.

En España y Europa aumentan las trabajadoras y trabajadores con empleo, pero sueldos muy bajos. Salarios de pobreza. Lo que destruye la creencia de que tener un empleo en países desarrollados supone bienestar. Por el contrario, tener un trabajo ya no evita la pobreza en el capitalismo. Parecía ser solo propio del mundo subdesarrollado, pero esa penuria llegó también a Europa.

Y, en nuestro país, se alardea de reducir el número de parados, pero no se explica que el paro baja poco y, además, con empleos de salarios miserables. Casi una cuarta parte de personas en riesgo de pobreza de este país tiene un empleo. Pero no la libra de ser pobre. Porque el modelo de crecimiento se basa precisamente en alta precariedad laboral y salarios de miseria. Los fuertes recortes sociales son la otra base del crecimiento para las élites económicas.

Pero no solo hay trabajadores pobres en España. En Francia, tres millones y medio de asalariados necesitan ayuda alimentaria para sobrevivir, porque la pobreza del país ha crecido y ya es superior a la de hace veinte años. En Alemania más de ocho millones de trabajadores ganan menos de 450 euros mensuales. En 1995 el sector precario con sueldos muy bajos era un 15% , hoy es 25%. Una cuarta parte. El «milagro del empleo» alemán ha sido por la expansión de trabajos precarios y mal pagados; el mismo trabajo se ha repartido entre más personas al convertir empleos a tiempo completo en otros a tiempo parcial. Hoy en Alemania se trabaja los mismos millones de horas que hace trece años, pero ocupan a tres millones de trabajadores más, que cobran menos, claro.

Al final, todo esto tiene que ver con la distribución de la riqueza en el mundo. Según un estudio de la banca Crédit Suisse (nada sospechosa de ser roja ni antisistema), la décima parte de la población mundial (unos 700 millones) se reparten el 85% de la riqueza, mientras la mitad de habitantes (3.600 millones) solo posee el 2%. Y un 1% de la población mundial (unos 72 millones de individuos) posee casi la mitad del capital de la Tierra, mientras la otra mitad de recursos y riqueza se reparte entre el 99% restante, unos 7.000 millones de personas. Reparto también desigual, por supuesto.

Esta obscena situación de desigualdad creciente y pobreza es fruto de la agresión neoliberal sistemática. Esa agresión es rescatar el sector financiero con impuestos que paga la ciudadanía. Imponer austeridad presupuestaria a los estados y erigir la reducción del déficit en nuevo becerro de oro. Defender a ultranza los intereses de bancos, fondos de inversión y multinacionales. Recortar el gasto público y reducir derechos sociales y laborales. Y, por supuesto, salarios más bajos, cada vez más bajos. Además de menos reglas de control del sector bancario y más privatización de lo público. Y, como la ciudadanía se rebota, se limitan las libertades civiles y políticas. Más represión.

Los tiempos posmodernos que nos toca vivir están demostrando que no hay nada como desencadenar una crisis financiera para sembrar el miedo generalizado y conseguir una redistribución más injusta de la riqueza. 89.000 nuevos millonarios en España en el último año, titulaba recientemente en portada un periódico de tirada nacional.

Ser trabajador era siempre una garantía y una barrera para no caer en la pobreza. Hoy, el 12% de la población trabajadora y de sus familias viven en la pobreza, lo cual se explica, en parte, por el hecho de que el 33% de quienes viven de un salario cobren un sueldo igual o inferior al escuálido Salario Mínimo Interprofesional, mientras que los grupos superiores cobran medias salariales casi 40 veces superiores. Y hablamos sólo de salarios y de asalariados.

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