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El doble mandato de la reserva federal

La subida de los tipos de interés del ente norteamericano en septiembre se daba por sabida

La presidenta de la Reserva Federal estadounidense, Janet Yellen. reuters

Han sido ocho años desarrollando una política monetaria altamente expansiva, de corte heterodoxo, con tipos nulos y un nivel de flexibilización cuantitativa que ha multiplicado el balance del banco central; como resultado, los tipos de interés a largo plazo han estado situados en mínimos históricos, permitiendo la recuperación de la inversión y del empleo en EE UU.

Aunque siempre existen discrepantes, particularmente los «halcones» que, contra toda evidencia empírica, siguen amenazando con que dicha política daría lugar a una inflación descontrolada, de nefastas consecuencias, lo cierto es que existe un amplio consenso sobre las bondades de la política monetaria puesta en marcha por la FED, tras el inicio de la crisis financiera que comenzó en 2007.

Prácticamente normalizada la situación interior en EE UU también se ha producido un amplio acuerdo sobre que un progresivo endurecimiento de la política monetaria podría ser oportuno.

No obstante, algunos organismos multilaterales, y particularmente el Fondo Monetario Internacional, han vendido presionando al Consejo de la Reserva Federal, para que, tras los problemas generados en la economía y las finanzas chinas y la ralentización del crecimiento de las economías emergentes, aplazara la anunciada subida de los tipos de interés.

El resultado es que ni en septiembre, ni en octubre, la Reserva Federal ha movido tipos.

Frente a esta prudente actitud, son muchos los que acusan a la FED de «andar mareando» a los mercados y, en consecuencia, de estar perdiendo credibilidad, lo que perjudica el buen gobierno de la política monetaria y, por tanto, del funcionamiento de la economía.

La cuestión que se plantea es, en mi opinión, doble. Por una parte, debe valorarse si realmente el banco central estadounidense está, o no, creando tanta confusión en los mercados. Por otra, si la existencia de unas nuevas circunstancias, aconsejan que la Reserva Federal haya aplazado la concreción de un cierto nivel de normalización de su política monetaria.

Por lo que hace referencia a la primera de las cuestiones planteadas, cabe señalar que los hechos parecen desmentir a quienes acusan a la autoridad monetaria norteamericana de desorientar a los mercados, ya que los cálculos sobre la probabilidad de que la FED aumentara los tipos de interés que manejan los «traders», ya en el mes de agosto, se movían en un rango de entre el 20 y el 30%. En el momento presente se sitúan en el 10%. Por tanto, no es tan evidente que los mercados tuvieran realmente «descontado» el aumento de tipos.

Y ello se explica -dando respuesta a la segunda de las preguntas- estando muy atentos a lo que sucede en nuestra economía global y valorando cuáles serían las consecuencias que, para la misma, podría tener un aumento del tipo de interés del dólar.

Es de prever que un aumento de tipos fortalezca la moneda estadounidense, lo que perjudicaría a las economías emergentes, con una elevada deuda denominada en dólares; particularmente a China, lo que, a su vez, también podría derivar en consecuencias negativas para la economía de la UEM, todavía débil y convaleciente.

No podemos obviar que el Banco de China ha venido reduciendo significativamente sus reservas de divisas, particularmente en dólares, con la finalidad de defender al yuan, lo que amenaza la liquidez no solamente en EE UU, sino también a nivel global.

En este contexto, si la FED sube tipos, la restricción monetaria será mayor, disminuyendo el crédito a la economía real, lo que destruiría puestos de trabajo y presionaría deflacionariamente el nivel de precios.

Por ello, resulta evidente que un aumento de los tipos de interés de la Reserva Federal, incluso en un modesto «cuartillo» (25 p.b.) podría desencadenar consecuencias más serias de lo que algunos pudieran pensar. Esto es algo que todo buen analista sabe y, consecuentemente, es difícil que los mercados estuvieran, o estén, despistados. Como también es prácticamente seguro que la señora Yellen sabe que los mercados lo conocen.

En mi opinión, las expectativas están perfectamente ajustadas y, por eso, se está hundiendo la probabilidad de que los tipos de interés aumenten en diciembre, si no cambian las cosas.

La Reserva Federal está actuando correctamente, y aunque es cierto que no es un banco central que tenga responsabilidades sobre el conjunto de lo que sucede en el planeta, es plenamente consciente de que lo que pasa en China, en el resto de países emergentes y en la propia Europa, terminará por afectar a EE UU, y a la inversa.

La FED tiene un doble mandato para su política monetaria: por una parte ha de cuidar de la estabilidad de los precios, pero, por otra, ha de favorecer el crecimiento económico para mantener alto el nivel de ocupación. El doble mandato implica alcanzar, simultáneamente, dos objetivos que, en la mayor parte de las ocasiones, pueden resultar contradictorios, lo que, sin duda, dificulta el uso de los instrumentos de la política monetaria. Pero, al mismo tiempo, hace que la misma pueda ser más flexible, dando la importancia relativa que interese en cada momento a la inflación y al empleo, sin que ello signifique renunciar a ser tan agresivo en la lucha contra la inflación como convenga.

El doble mandato, del que dispone la FED, pero no el BCE, permite evidenciar la naturaleza política de la política monetaria, sin ningún tipo de ambigüedad. Cuando se tiene el mandato simple de la lucha contra la inflación, parece que las decisiones son más técnicas y neutras, pero nada más alejado de la realidad. Determinar cuál es el nivel de inflación que conviene y qué instrumentos vamos a utilizar para conseguirlo, en absoluto es neutral.

En consecuencia, las decisiones que ha de adoptar un banco central para controlar, exclusivamente, la inflación, son tan políticas como las que toma un banco central con doble mandato, solo que éstas últimas no se ocultan falsamente tras un velo tecnocrático.

La Reserva Federal, con su doble mandato, no solamente está actuando correctamente al retrasar la normalización de su política monetaria -porque de lo contrario terminaríamos por pagarlo todos- sino que no pretende engañar a nadie.

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