Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El aumento de la desigualdad empaña el balance económico de Rajoy

El PP cierra la legislatura con positivas cifras macroeconómicas y más familias en riesgo de exclusión

Pocas legislaturas habrán acabado con un balance tan complejo como la que finalizará el próximo 20 de diciembre, con la celebración de las próximas elecciones generales. Las reformas impulsadas por Mariano Rajoy -junto con la inestimable ayuda del presidente del BCE, Mario Draghi, que logró frenar los ataques contra España en los mercados internacionales- han permitido cambiar claramente el rumbo de la economía nacional, que ya se sitúa entre las que más crece de Europa, con un ritmo superior al 3%. Sin embargo, al mismo tiempo, esas mismas recetas son las que han provocado en estos años un considerable aumento de la desigualdad en el ámbito laboral y también un incremento del volumen de población que se encuentra al borde de la pobreza o en situaciones de extrema necesidad.

La evolución durante este tiempo de la Comunidad Valenciana y de la provincia de Alicante son un buen ejemplo de ello. Tras una primera parte de la legislatura en la que se batieron todos los récords de paro conocidos -en Alicante la tasa de desempleo llegó a rozar el 30%-, la recuperación iniciada durante el año 2014 y el importante impulso que han supuesto a lo largo de 2015 los llamados «vientos de cola» -el abaratamiento del petróleo y la devaluación del euros, que han beneficiado a las exportaciones y al turismo- han propiciado que Rajoy se despida con un volumen de desempleados en la provincia de Alicante similar al que existía cuando llegó al poder, y bastante menor en el caso de la Comunidad, donde se ha pasado de 604.400 a 542.600 desocupados. Un objetivo que el propio presidente consideraba inalcanzable en mayo de 2013 y al que ahora se agarra como principal baza electoral. En ambos casos, además, se registra un ligero incremento de la cifra global de ocupados.

También el PIB ha realizado un recorrido similar. Cuando Mariano Rajoy desembarcó en la Moncloa la economía valenciana retrocedía a una velocidad del 1,3% anual. Un ritmo que se aceleró hasta el -2,9% en 2012, coincidiendo con los efectos de la reforma laboral y los recortes más duros de la crisis, para tocar fondo al año siguiente. Desde entonces ya se ha producido un importante rebote en 2014, cuando la riqueza de la Comunidad se incrementó un 2,1%, y todo apunta a que este ejercicio se cerrará con otro avance del 3,5%, que devolverá el PIB autonómico de nuevo por encima de los 100.000 millones de euros. Un nivel todavía alejado del que se registraba antes de la crisis pero casi idéntico al que se encontró el PP, lo que también permitirá alardear al todavía presidente del Gobierno durante la próxima campaña.

El gran problema es que toda esta mejora de las grandes cifras contrasta con la realidad que también muestran otros indicadores económicos elaborados por el propio Ejecutivo, y que indican la existencia de amplias capas de la población que siguen empeorando sus condiciones de vida. Así, según el Instituto Nacional de Estadística, el año pasado se cerró con nada menos que un 34,7% de las familias valencianas en riesgo de pobreza o exclusión social, siete puntos más que en el año 2011. De ellas, alrededor de un tercio afrontaba ya «graves carencias materiales».

Del mismo modo, el número de hogares de la autonomía que no cuenta con ningún tipo de ingresos ha pasado de 118.500 a 132.900 durante este tiempo, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa, y en el caso de la provincia la cifra ha aumentado desde los 41.100 de 2011 a los 49.400 del tercer trimestre de este año.

Un avance de la pobreza y la desigualdad que, por mucho que le pese a Rajoy, también ha sido confirmado por instituciones como Cáritas o la OCDE, que ha alertado de que más de una quinta parte de todos los trabajadores del país puede considerarse pobre a pesar de tener un empleo. El propio organismo internacional da los motivos de este aumento de las diferencias sociales, que no son otras que el avance del empleo por cuenta propia y de los contratos a tiempo parcial.

Para muestra un botón: en esta legislatura la Comunidad ha perdido alrededor de 30.000 empleos asalariados, una cifra que prácticamente coincide con el aumento del número de autónomos. Del mismo modo, se han volatilizado casi 40.000 puestos de trabajo a jornada completa, casi los mismos que se han creado a tiempo parcial.

A ello hay que sumar el retroceso que ha sufrido los salarios, sobre todo los que aquellos que se han incorporaban de nuevas a las empresas.

A pesar de todo, los expertos consultados por este diario coinciden en la necesidad que había de aplicar los ajustes que ha llevado a cabo el Gobierno del PP y en el escaso margen de maniobra que Europa ha dejado para hacer algo distinto. «Mire lo que ha ocurrido en Grecia», apunta el profesor de Macroeconomía de la Universidad de Alicante, Alfredo Masó, quien asegura que la mejora de la economía «es evidente».

Otra cosa es que se hayan cometido errores que contribuyeron a agravar la situación en los primeros años de la legislatura, entre los que Masó destaca la gestión de la crisis de Bankia, que obligó a España a solicitar un rescate a sus socios europeos y puso al país en el disparadero de los especuladores internacionales.

Pero, sobre todo, para el economista de la Universidad de Alicante, el mayor desacierto de Rajoy ha sido «no proteger más a las clases medias y populares, que son las que tiran del consumo, y haber permitido que millones de familias se queden sin ningún tipo de ingresos». Una circunstancia que, a su juicio, ha profundizado los efectos de la crisis al haber hundido el gasto.

En el caso concreto de la Comunidad Valenciana, además, Masó cree que lo más perjudicial que ha hecho el presidente del Gobierno es «no haber solucionado el tema de la infrafinanciación», que ha impedido que la Generalitat pudiera actuar para atajar esta crisis social.

Por su parte, el catedrático de Economía Aplicada y exrector de la UA, Andrés Pedreño, coincide en que los ajustes eran necesarios para «que la economía española recuperara la competitividad» y pudiera volver a crecer. Sin embargo, Pedreño echa en cara al Gobierno su cortedad de miras «y la falta de imaginación para haber aprovechado las reformas para reorientar la economía hacia sectores de futuro, como se ha hecho en otros países como Irlanda».

«Se está produciendo una recuperación en los sectores más clásicos de la economía, donde la competitividad que hemos ganado va a durar poco. Se tendría que haber apostado por la economía digital que, además, habría generado empleos de más calidad», insiste el catedrático. Puede que el próximo Gobierno tome nota de estas recetas.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats