La Fiscalía de Bobigny, a las afueras de París, abrió ayer una investigación por las agresiones que el lunes sufrieron varios dirigentes de la aerolínea Air France en el momento en el que desgranaban su plan de ajuste, que incluye el despido de 2.900 empleados, los primeros de la historia de la compañía. La investigación, confiada a la policía de fronteras, parte de la denuncia presentada por la aerolínea francesa por «degradaciones», «trabas al desarrollo del comité de empresa» y «violencia agravada». A la denuncia de la empresa se suman las interpuestas por cinco directivos, entre ellos el responsable de recursos humanos, Xavier Broseta, que acabó con la camisa desgarrada, y el director de recursos humanos de la actividad de largo recorrido, Pierre Plissonnier.

En el comité de empresa celebrado el lunes, la dirección explicaba a los representantes sindicales sus planes de ajuste. Un grupo de trabajadores logró superar las barreras de seguridad, lo que degeneró en incidentes.

El presidente de Francia, François Hollande, tachó de «inaceptables» esos altercados, alertó de que «pueden tener consecuencias sobre la imagen» y el «atractivo» del país, y subrayó que la única carta que debe jugarse es la del compromiso y la negociación.

Por otro lado, Air France podría suprimir casi 5.000 empleos si la compañía pone en práctica una segunda fase de su nuevo plan de reestructuración, presentado el lunes al comité de empresa, según informó el diario «Le Figaro».