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Una nueva tarifa de la luz con muy poco ahorro

Los consumidores alertan de que el nuevo sistema por horas apenas rebajará la factura y que, incluso, puede encarecerla

¿Le compensaría a usted levantarse a las cuatro de la mañana para poner la lavadora a cambio de ahorrarse dos céntimos en su próxima factura de la luz? ¿Y preparar la comida a las tres de la madrugada a cambio de pagar tres céntimos menos por el consumo de la vitrocerámica? Seguramente la respuesta es que no, como le ocurre a la mayoría. Por eso las principales de organizaciones de consumidores y consultoras especializadas aseguran que el nuevo sistema de tarificación por horas que entró en vigor el pasado jueves traerá muy pocas ventajas para los usuarios y que, incluso, al final podría encarecer el servicio.

Así lo defienden, por ejemplo, desde Facua, que califican de «tomadura de pelo» el nuevo sistema. El porqué es muy sencillo. Hasta ahora los usuarios de tarifa regulada -que es la que ha cambiado- pagaban el mismo precio con independencia de la hora. Se aplicaba una media para todos igual. Sin embargo, a partir de ahora es cierto que habrá momentos del día en que la luz será hasta un 30% más barata, pero también habrá horas en las que será más cara de lo que resultaba esa media. Como coincide que esas horas son las de máximo consumo -cuando las familias se preparan para marcharse al trabajo y al colegio por la mañana y cuando regresan a casa por la noche-, la lógica indica que la factura será más elevada que si se hubiera mantenido el sistema actual.

«La gente no puede estar pendiente de la cotización del kilovatio para organizar su vida. No vas a poner la calefacción cuando no estás es casa», asegura la portavoz de esta asociación, Diana González. Facua también ha denunciado que la anticipación con que se conocerán los precios -se podrán consultar el día anterior a partir de las 20.15 horas en la web de Red Eléctrica Española- es demasiado escasa como para realizar cualquier planificación realista y que, de hecho, incumple la normativa sobre consumo, que obliga a las empresas a comunicar el coste de sus servicios «con suficiente antelación».

Pero lo primero que habría que aclarar es lo que realmente ha cambiado y lo que no. Lo que entró en vigor el jueves es el nuevo sistema de cálculo del denominado Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor (PVPC), también conocida como tarifa regulada y que es aquella que tienen todos los clientes que no han contratado una tarifa distinta en el mercado libre. A pesar de que el sector lleva años liberalizado, sigue siendo la opción mayoritaria entre los usuarios domésticos, con 13,2 millones de clientes acogidos a la misma, frente a los 12,4 millones que han optado por las alternativas que ofrecen las comercializadoras y a los que no afecta la nueva normativa, según los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.

Para los que tienen contratado la tarifa regulada el nuevo sistema es obligatorio, aunque para que se les aplique es necesario que dispongan de un contador digital y que, además, el aparato esté conectado a una red de telegestión, lo que aún supone una minoría de los usuarios. Por ejemplo, de los 1,3 millones de clientes que Iberdrola tiene en la provincia, sólo 536.000 disponen ya de un contador digital, y de ellos sólo unos 470.000 están conectados a un centro adaptado que permite su gestión remota. Los que, además, tienen contratado el PVPC son unos 193.000.

Serán estos últimos los que desde esta misma semana pagarán un precio distinto por el kilovatio a cada hora. El resto de los que disponen de tarifa regulada abonará un precio medio ponderado mensual -basado en los consumos de los que sí tienen los nuevos medidores- hasta que su compañía les cambie el contador. Las eléctricas tienen hasta 2018 para completar la renovación de todos los aparatos.

El Gobierno ha defendido que el nuevo sistema reflejará mejor el coste real de la energía en la factura que pagan los consumidores y asegura, además, que permitirá a estos ahorrar hasta un 5% con unos ligeros cambios de hábitos. Sin embargo, consultoras especializadas, como la firma Selectra, que gestiona las webs comparadordeluz.com y tarifaluzhora.es, reducen el beneficio potencial a una horquilla de entre el 2% y el 4%. Además, tampoco consideran que las adaptaciones que deben realizar los clientes sean tan sencillas y, sobre todo, no creen que compensen.

Según los cálculos realizados por la compañía, programar la secadora -el electrodoméstico que más consume- para que se ponga en marcha en la hora más barata supondrá un ahorro de apenas seis céntimos por ciclo. En el caso de la lavadora serían 1,7 céntimos por colada y una hora de utilización del horno puede representar una diferencia de solo 1,3 céntimos. La diferencia en el caso del ordenador, el televisor o la cafetera ni siquiera llega a ese céntimo.

Selectra también ha comparado cómo quedará el recibo final de los que tendrán la nueva tarificación por horas y el de aquellos que pagarán el precio medio ponderado, y el resultado no puede ser más desalentador. Las diferencias no llegan ni a los 20 céntimos. Por ejemplo, una persona que viva sola y tenga el nuevo sistema por horas pagará unos 93,64 euros por dos meses de consumo, mientras que aquellos que sigan con el sistema anterior abonarán 93,47 euros.

De hecho, la conclusión a la que llega la compañía es que sale más a cuenta contratar las tarifas con discriminación horaria que ya existían en el mercado y que dividen las 24 horas del día en tres categorías -valle, llano y punta- en función de un precio único en cada una de ellas.

A pesar de todo ello, para quienes tengan la tarifa regulada por horas y estén dispuestos a adaptarse a las fluctuaciones del precio de la energía para ahorrar, deben saber que el coste más bajo se registra cada día entre la una y las seis de la madrugada. A partir de esa hora empieza a encarecerse la energía hasta que alcanza un pico entre las nueve y las doce de la mañana. Posteriormente, vuelve a bajar ligeramente para registrar un nuevo máximo entre las ocho de la tarde y las once de la noche. También es más barata los fines de semana y, especialmente, los domingos. En lo que va de año, la hora más barata se produce los domingos a las cuatro de la tarde y la más cara los lunes a las nueve de la noche.

Para muchos, el verdadero fallo del sistema es que, en realidad, el coste de la energía apenas supone el 37% del importe final de la factura, por lo que cualquier variación tiene una repercusión muy limitada. Por eso, el presidente de la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu), Fernando Móner, cree que sería mucho más efectivo rebajar los impuestos que se aplican a este servicio. «Por lo que pagamos parece que la luz sea un artículo de lujo cuando es un bien de primera necesidad», se lamenta Móner. De esta forma, la electricidad paga un 21% de IVA frente al 10% con que se grava a los alimentos o el 4% del tipo superreducido que se aplica a los libros, por ejemplo.

A ello hay que sumar las primas a las energías renovables, el impuesto sobre la producción eléctrica, los costes de distribución, la compensación por lo que cuesta de más el servicio en las islas y lo que se abona por el polémico déficit de tarifa de años anteriores. Demasiados componentes.

A pesar de todo lo dicho, la llegada del nuevo sistema de tarificación por horas y, sobre todo, de los contadores digitales ha tenido también un efecto positivo: el de espolear a las compañías para que realicen nuevas ofertas y compitan más decididamente entre ellas. Así, por ejemplo, Iberdrola ha lanzado hasta siete tarifas diferentes que proponen, por ejemplo, precios más bajos durante algunas horas al día o los fines de semana; o también bonos de una cantidad de horas. Nuevas ofertas que recuerdan mucho a las que hace unos años desataron la guerra de precios en el sector de la telefonía. ¿Llegará a esa situación el mercado eléctrico?

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