¿Qué sensación le producen los datos sobre la renta de los hogares de Elche que acaba de publicar el INE?
Al equipo de gobierno que encabezo no nos gusta que Elche figure como una de las ciudades con menos renta del país. Es un indicador negativo que hay que intentar revertir.
¿A qué atribuye que la estadística arroje esas cifras?
Creo que son con consecuencia de una doble crisis. Por un lado, la propia de la industria del calzado; y por otro, la del consumo, que llevamos padeciendo desde 2008. Esta doble crisis ha empobrecido a los ilicitanos, y eso, junto con algunas características propias de la economía local, hace que se «sumerjan» más actividades que antes, que no se reflejan en los datos oficiales.
¿Piensa que la economía sumergida está de alguna forma instalada en la sociedad local?
Rechazo totalmente la idea de que haya una cultura de la economía sumergida. El contexto, en todo caso, hace que haya una cierta actitud de supervivencia, y que muchas actividades se realicen de manera sumergida. Pero es un mecanismo de supervivencia, al que se agarran sobre todo pequeños empresarios y trabajadores. Creo que la realidad de Elche no está reflejada en esos datos del INE. La ciudad se ha empobrecido y la economía sumergida ha repuntado, pero el municipio no es tan pobre como puede parecer.
¿Y qué puede hacer el Ayuntamiento para tratar de mejorar los datos y la imagen que a partir de ellos se transmite?
El Ayuntamiento debe liderar una reflexión colectiva para revertir el efecto de la economía sumergida, con la patronal, los sindicatos, las universidades, las administraciones públicas y otros agentes sociales. Hay que crear las condiciones para que la economía emerja, y apostar tanto por la industria como por un turismo de calidad basado en la cultura y por el potente sector agroalimentario que hay en nuestro municipio.
