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Antonia Magdaleno

«La mitad de las firmas que van a liquidación lo hacen por culpa de las administraciones»

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Amable pero contundente en sus respuestas, Antonia Magdaleno no duda en señalar a la rigidez de la Administración como uno de los grandes problemas que lleva a la quiebra a la mayoría de empresas que entran en concurso. Tampoco tiene problemas para denunciar la mala gestión de algunos administradores advenedizos. Su estancia en Alicante coincidió con el día en que se supo que el Juzgado de Instrucción número 4 de Valencia decidió procesarla tras la denuncia presentada por sus excompañeros de Broseta cuando decidió abandonarlos para crear su propio bufete y se llevó con ella los concursos que gestionaba.

¿Por qué sobreviven tan pocas empresas a los procesos concursales?

Esa pregunta tiene varias respuestas. Por un lado hay que preguntarse por qué sobrevivían tan pocas empresas en los primeros años de la crisis. Pues, básicamente, porque la empresas se resistían a ir al concurso por una cuestión de poco conocimiento de la ley y de prestigio. Porque en este país se ha asociado siempre el ir a concurso con estar muerto. A eso hay que unir que la ley concursal que nace en 2004 fue una ley pensada en época de bonanza económica, que no servía para afrontar una crisis como la que vino en 2008. Por eso se empezaron a poner parches conforme se veían los problemas que tenía la norma y se permitió, por ejemplo que las empresas en concurso pudieran recibir financiación o que en una votación, cuando existe un préstamo que han otorgado varios bancos, una mayoría pueda arrastrar al resto sin necesidad de unimidad.

Si se han puesto todos esos parches, ¿por qué se siguen yendo a liquidación la mayoría de las empresas?

Ahora veo dos factores. El primero es que las pocas empresas que en 2008 ó 2009 alcanzaron un convenio, cuando lo previeron pensaban en una recuperación a dos o tres años que no se produjo. Cuando ha llegado el momento de empezar a cumplir las condiciones, se han encontrado con una realidad mucho más compleja de la que pensaron. Es el caso de Llanera o de Martinsa, en cierto modo. Con lo cual, no les quedaba otra que irse a liquidación. Por otra parte, también es cierto que las empresas que han cruzado este de-sierto de todos estos años de crisis y han llegado hasta aquí exhaustas, con lo cual cualquier problema económico, por menor que sea, las lleva al hundimiento.

Es decir, que las empresas se acogen a la figura del concurso demasiado tarde.

Sí. Yo siempre pongo un ejemplo que es un poco simple pero muy gráfico: Al concurso hay que ir tres meses antes de pensar que no se va a poder pagar la nómina de los trabajadores y no cuando a los trabajadores se les debe ya tres nóminas, que es lo común.

Supongo que eso es una cuetión puramente de cultura empresarial.

Totalmente. Así como, por ejemplo, en Estados Unidos la gran mayoría de sociedades han pasado en algún momento por el «chapter 11» -que es como allí se denomina al concurso- y no se ve como nada malo, sino todo lo contrario, como un empresario que ha sabido utilizar las armas a su mano para salvar su empresa; aquí es el último recurso.

¿La nueva ley que se acaba de aprobar va a suponer una mejora notable?

Bueno, tenemos una ley que, como explicaba, nació en una época que no era de crisis y que luego se la ha ido parcheando con diversas y múltiples reformas. Algunas han sido motivadas por problemas prácticos y otras han sido motivadas por presión de los «lobbys». Léase «lobby» bancario, Administración Pública, etc. ¿Tenemos una buena legislación? Bueno, no está del todo mal pero que es muy mejorable.

¿Qué cambiaría usted?

Pues el tema de los superprivilegios que tiene la Administración Pública. Habría que eliminarlos. La Administración Pública puede llevar a una empresa a liquidación y lo hace en ocasiones.

Bueno, de hecho, es la deuda con la Seguridad Social y con Hacienda, que no aceptan quitas casi nunca, la que provoca esta situación en muchas ocasiones.

Efectivamente, con lo cual pues, si todo el mundo se sacrifica en un concurso y los bancos están dispuestos a aceptar una quita y el resto de acreedores también, a ver por qué la Administración Pública va a seguir manteniendo sus superprivilegios. El Estado lo que debería procurar es que se mantuviera la capacidad económica y los puestos de trabajo. Es gravísimo lo que ocurre y, mientras no se corrija, buena parte de lo que hagas no sirve para nada.

En su experiencia, ¿qué porcentaje de empresas concursadas son las que acaban en liquidación por la intransigencia de la Administración?

Muchas. De las que van a liquidación el 50% es por culpa de las administraciones, porque no pueden asumir sus créditos.

Supongo que es consciente de las críticas que muchos empresarios realizan de la labor de los administradores concursales, ¿cree que están justificadas?

Creo que los administradores concursales, y no es corporativismo, en general están haciendo una buena labor. También creo que, como en todas las profesiones, cuando vienen mal dadas y hay época de crisis, se meten en la profesión personas que hasta ese momento han vivido de otras cosas más lucrativas, y eso también ha sucedido aquí. Hay administradores concursales que no hacen bien su trabajo y hay otros que, incluso, esquilman a la empresa. Pero eso sucede en todas las profesiones.

Sobre todo de lo que se habla es de la falta de control sobre su trabajo, parece que no les pide cuentas nadie.

Eso no es así. De entrada, les pide cuentas el empresario que, si no lo hace, es porque a lo mejor tampoco le conviene, que eso también pasa muchas veces. También le pueden pedir cuentas todos los acreedores, que para eso están en el concurso, además de para cobrar, para vigilar que todo se hace conforme a ley, y, sobre todo, le pide cuentas el juez.

¿Pero los jueces tienen tiempo para controlar?

Pero entonces entramos en otro problema. Además no es controlar, es que los administradores tienen obligación de ir informando y se puede impugnar y hacer preguntas. Y cuando cesan en sus cargos se hace un informe de rendición de cuentas. Y, después, los administradores concursales están sujetos a responsabilidad. Eso de que no los controla nadie es un bulo. Lo que pasa es que muchas veces el empresario, si le sale bien la jugada, pues se calla y no dice nada, pero cuando lo intenta y no le sale, culpa al administrador.

Está al frente de la que es la mayor liquidación de la historia de España, la de Martinsa Fadesa, ¿es el ejemplo más claro de lo que fue la burbuja inmobiliaria?

Probablemente.

¿Hicieron bien en dejarla caer?

Martinsa era un caso un poco especial, por ser el concurso mayor de la historia, porque el pasivo cuando se concedió el crédito sindicado ya era una barbaridad, porque el convenio no era sencillo, pese a que los bancos lo votaron y a todo eso súmale el hecho de que la crisis no ha mejorado en estos años y que la empresa ha tomado decisiones que estamos estudiando y que, a lo mejor, no eran los mejores. Mézclelo todo y le saldrá que los bancos no quieran seguir confiando en ella.

Sus antiguos compañeros de Broseta la han denunciado por llevarse los concursos que administraba cuando montó su propio bufete y por estafa.

Ese asunto está «sub iudice» y no puedo hablar. Sólo puedo decir que los señores de Broseta no aceptaron que yo me fuera, consideraban que los concursos eran suyos, cuando quien estaba nombrada era yo, y han ejercitado acciones defendiendo esto, a lo que yo me he opuesto, lógicamente.

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