El exconsejero delegado de Bankia Francisco Verdú, número dos de la entidad, aseguró ayer ante el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu que en febrero de 2012 advirtió al entonces presidente, Rodrigo Rato, de que las «tarjetas black» que tenían los directivos constituían «una mala praxis bancaria». «En treinta años de vida profesional en la banca no había visto algo similar», llegó a afirmar, según fuentes jurídicas presentes en su comparecencia.

Verdú, que declaró como testigo en la pieza separada del «caso Bankia» en la que se investigan las visas opacas de Caja Madrid y Bankia, explicó que esta conversación con Rato se produjo cuando éste le entregó su «tarjeta black», que tenía un límite de 75.000 euros. Sin embargo, según dijo, él la rechazó en ese momento y ni siquiera quiso «sacarla del sobre».

El compareciente apuntó que la tarjeta era una forma de sortear el real decreto que obligaba a reducir a un máximo de 600.00 euros anuales las retribuciones anuales para los directivos de las entidades que habían recibido ayudas públicas y que Rato le dijo que «podía utilizarla como quisiera». A pesar de que se negó a firmar el contrato, en el documento aparece una firma que, según dijo Verdú ante el juez, no es la suya.

Tras apuntar que también rechazó utilizar la visa porque no estaba incluida en su contrato, que incluía una retribución fija, otra variable y un seguro de salud, el exconsejero delegado de Bankia señaló que el salario que había pactado cuando se incorporó a la entidad en junio de 2011 se redujo una cuarta parte en el ejercicio siguiente, a pesar de lo cual prefirió no recibir otras compensaciones por «oficio bancario».

El exministro lo niega

Sobre este tema, el propio Rodrigo Rato negó ayer que entregara físicamente ninguna tarjeta ni al exconsejero delegado de la entidad, Francisco Verdú, «ni a nadie», dado que esa no era su función. «Y en todo caso, dada su experiencia, profesionalidad y que era consejero delegado, no debió darle mucha importancia, ya que no realizó ninguna actuación que a mi me conste», declaró el exministro.

También declaró este viernes el director de Auditoría de Bankia, Iñaki Azaola, que aseguró que la investigación interna sobre las «tarjetas black» se inició en enero de 2014, cuando miembros de su departamento le entregaron tres hojas en las que constaban los desgloses de visas que habían sido anuladas en diciembre de 2011 y mayo de 2012. Azaola, que ratificó que las tarjetas estaban fuera del «circuito establecido» y no eran conocidas por el departamento de recursos humanos, apuntó que él no informó de la existencia de las tarjetas al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que puso los hechos en conocimiento de la Fiscalía Anticorrupción, y que desconocía quién había tomado esta decisión.

Tampoco supo explicar quién decidió pedir un informe a un asesor externo y por qué cuatro directivos de la entidad devolvieron lo que habían gastado antes de que se conociera el escándalo. A preguntas de los abogados de las defensas, Azaola explicó la verosimilitud de que en los desgloses de las «tarjetas black» aparezcan cargos simultáneos en distintas ciudades porque la anotación corresponde al momento en el que se carga el gasto en el sistema y no exactamente a cuando se realiza. «Todos los cargos han supuesto un gasto», aseguró.

No tuvieron «black»

Por su parte, los exconsejeros de Caja Madrid Íñigo Aldaz y Esteban Tejera, que según el informe interno de Bankia no habrían utilizado su tarjeta opaca, aseguraron ante el titular del Juzgado Central de Instrucción número 4 que en realidad nunca tuvieron un plástico de estas características. Tanto Aldaz, como Tejera dijeron que dispusieron únicamente de una tarjeta «normal» para gastos de representación, que siempre justificaron.