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El hombre que devolvió los beneficios al Banco de Alicante

Boyer ocupó la presidencia de la desaparecida entidad entre 1985 y 1988, tras su intervención y adjudicación al Banco Exterior

El entonces exministro aprovecha su estancia en Alicante para visitar el Castillo de Santa Bárbara RAFA ARJONES

Miguel Boyer nunca llegó a visitar oficialmente Alicante durante su etapa de ministro en el primer Gobierno de Felipe González. Como él mismo reconocía en una entrevista a este diario a finales de 1985, no fue un político demasiado viajero. Sin embargo, poco después de abandonar este cargo, Boyer sí empezó a frecuentar a la provincia con cierta asiduidad cuando, al asumir la presidencia del Banco Exterior, tuvo que ponerse también al frente de la que entonces era su filial, el Banco de Alicante. Una entidad a la que consiguió reflotar y poner de nuevo en la senda de los beneficios.

Surgido a mediados de los años sesenta, el Banco de Alicante acabó en la década siguiente en manos de Banca Catalana y fue intervenido en 1983, cuando el grupo del que Jordi Pujol fue uno de sus máximos ejecutivos acabó hundiéndose en medio de una gran polémica. El Fondo de Garantía de Depósitos decidió sacarlo a subasta y el Banco Exterior, de capital público, se impuso al Bank of America en la puja. El rescate costó 1.300 millones de las pesetas de la época, unos 7,6 millones de euros.

Curiosamente, Boyer, como ministro de Economía, tuvo que dar su visto bueno a la operación. Entonces el presidente del Banco Exterior era Francisco Fernández Ordóñez y fue la marcha de éste para hacerse cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores lo que abrió las puertas de la entidad al que luego sería el marido de Isabel Preysler, con la que ya en aquella época mantenía un romance.

Impulso comercial

Su primera visita a la provincia como presidente del Banco de Alicante, el 29 de noviembre de 1985, generó una enorme expectación que se mantuvo cada vez que el banco reunía a su consejo de administración o celebraba algún acto. Boyer asumió las riendas de la entidad cuando las pérdidas ya habían quedado atrás pero el banco todavía adolecía del impulso comercial necesario para ser rentable y, sobre todo, para repartir dividendos, algo que los pequeños accionistas minoritarios que quedaron atrapados tras la debacle de Banca Catalana esperaban como agua de mayo.

Lo consiguió en apenas dos años y en 1987 el exministro ya presumía de ofrecer una remuneración del 6%. Cuando se marchó en noviembre de 1988 para presidir el holding Cartera Industrial, el Banco de Alicante ya acumulaba unos beneficios de 2.100 millones de pesetas (12,6 millones de euros) y una cuota de mercado en la provincia del 13%. La entidad acabó formando parte del BBVA cuando éste absorbió Argentaria, la entidad que se había creado con toda la banca pública.

No obstante, su gestión no estuvo exenta de polémicas. La mayor de todas fue el revuelo que se ocasionó al promover la urbanización El Lago de Elche, en el espacio natural del Clot de Galvany.

Por otro lado, durante sus años al frente del Banco de Alicante Miguel Boyer también demostró un gran compromiso con la cultura y, a través de la Fundación Banco Exterior, promovió, por ejemplo, la edición del libro «El arte rupestre en Alicante», que se convirtió en una obra fundamental para entender la prehistoria en la provincia y divulgar su riqueza cultural. Boyer también aceptó la presidencia de honor de la hoguera del Mercado Central en 1986.

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