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La cúpula del PP quiere que Sonia Castedo dimita pero se ve sin margen para forzar una salida

La dirección popular admite que, en estos momentos, no tiene armas de presión para provocar que la primera edil deje el Ayuntamiento de Alicante mientras crece la preocupación por el posible desgaste electoral

Sonia Castedo junto a Enrique Ortiz en el palco del Hércules en imagen de archivo

La segunda imputación de la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, por el presunto amaño del macroplán urbanístico de Rabasa -un proyecto con miles de viviendas y el centro comercial Ikea al margen del planeamiento- a favor del constructor Enrique Ortiz se convirtió en la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de la dirección del PP. Enredados en una situación muy complicada que puede acarrear un notable desgaste electoral, ya no hay ninguna duda: la cúpula popular quiere que Sonia Castedo dimita y se marche del Ayuntamiento de Alicante. No va a repetir como alcaldable del PP y, a día de hoy, en las filas populares crece a cada minuto la preocupación por un escenario que conduce a minar la imagen de la formación en unos comicios decisivos en los que está en juego el control de la Generalitat y la vara de mando en decenas de municipios.

La grave crisis de los populares en la ciudad de Alicante arrastra, se lamentan cargos locales del PP, al resto de la provincia. Los problemas judiciales de Castedo -agravados a raíz de las escuchas que incluyen sus conversaciones con Ortiz, también imputado, sobre Rabasa- se han convertido en noticia por toda España. Ayer mismo, de hecho, la situación de la primera edil alicantina, con su doble imputación a cuestas con el negocio urbanístico como trasfondo, se «coló» en casi todos los telediarios. Así que, en estos momentos, en la cúpula del PP ya ha dado por zanjado el debate. La marcha de Castedo supondría un balón de oxígeno para los populares, facilitaría el diseño de una transición para intentar recuperar el pulso de Alicante y, finalmente, serviría para preparar a un candidato que pudiera tratar de mantener la alcaldía en 2015.

La marcha de la primera edil, apuntan estas fuentes, sería el escenario ideal, en estos momentos, para el PP. Ahí empieza el problema. ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Cómo coge la cúpula popular el toro por los cuernos para abordar la cuestión? Muy difícil. El margen de maniobra, salvo una intervención directa y fulminante de Génova, es muy reducido. Mínimo. Casi inexistente. El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, de hecho, deslizó a preguntas de los periodistas durante un acto en Valencia que, al margen de la decisión que acabe tomando la alcaldesa sobre su marcha antes de que finalice el mandato, Castedo tiene fecha de caducidad cuando se elaboren las listas del PP. Hasta entonces, los populares admiten que están en manos de la alcaldesa. Ella es la que tiene la última palabra sobre su dimisión. La única que puede renunciar con un escrito o terminar por enrocarse.

En esta tesitura, detallaron fuentes del PP, está prácticamente descartado aumentar la presión sobre la alcaldesa de forma directa para que se marche. Un «golpe de mano» de Alberto Fabra en el grupo municipal -buscar a quince ediles para elegir otro alcalde o expulsarla del PP, algo que no contempla la normativa interna en el caso de imputaciones- elevaría aún más la tensión y, además, abriría otros frentes, por ejemplo, en el caso de Novelda, donde Milagrosa Martínez está ya procesada por las adjudicaciones de Turismo a la trama GürtelMilagrosa Martínez . Así que la dirección regional del PP no está dispuesta a llegar hasta ese extremo. Abriría una brecha de consecuencias impredecibles para los populares y convertiría a Castedo -una dirigente con un innegable tirón electoral- en una víctima. Incluso, creen otras fuentes, cargaría de razones a la alcaldesa para jugársela con su propias siglas en los comicios locales de 2015.

Tampoco puede utilizar la dirección del PP la fórmula de darle una salida a la primera edil. Cualquier movimiento que suponga ofrecerle un puesto a cambio de dejar el consistorio se convertiría en un escándalo con alcance en toda España. Las escuchas con las conversaciones sobre el «pelotazo» urbanístico de Rabasa con un negocio superior a los 97 millones por la instalación de Ikea han ocupado espacio en las televisiones de ámbito estatal. Y una compensación a Castedo por su marcha le acarrearía otro varapalo al PP y le daría más munición todavía a la oposición, señalan estas mismas fuentes. «No la podemos mandar a ningún sitio», reflexionó un veterano dirigente popular. Atados de pies y manos y sin margen para mover ficha. Ese es el decorado.

Intereseses opuestos

Ni siquiera podría recurrir el PP a la vía de entrar en una negociación sobre el sustituto. La cúpula popular apostaría obligatoriamente por una transición tranquila, con un edil sin aspiraciones de futuro y que garantizara una cierta calma además de otra imagen de cara al último tramo del mandato municipal. La única carta de Castedo, teniendo en cuenta su situación judicial, sería tratar de controlar su propia sucesión con alguno de sus regidores de confianza. A eso la dirección del PP tampoco está dispuesta a ceder. Son posiciones, a priori, difíciles de casar. Y encima, en estos momentos, la relación entre la cúpula popular y la alcaldesa de Alicante es de incomunicación casi total y absoluta. La primera edil alicantina, de hecho, lleva meses sin acudir a las convocatorias del PP. Con Alberto Fabra, como reconoció el propio titular de la Generalitat, no se han producido conversaciones recientes como tampoco con otros notables de la estructura popular. Así que tampoco las vías diplomáticas son tan fluídas como para iniciar algún tipo de contacto -dirigentes provinciales consideran que esa es la única solución para resolver el entuerto- de forma inmediata.

La posibilidad de adelantar la elección del candidato -la consellera Sánchez Zaplana es la mejor situada-, como sugieren parte de los ediles, supondría una intervención directa de Génova, que ratifica el nombramiento a propuesta del comité provincial. Le facilitaría al PP disponer de un cartel electoral para afrontar el proceso y tratar de diluir el papel de la alcaldesa. Pero esa decisión sobre los tiempos de la elección de listas depende de Madrid y la cúpula nacional del PP tampoco está por la labor, al menos por ahora, de hacer una excepción y quiere apurar los plazos. Así que aunque la cúpula popular «desee» la salida de Castedo lo cierto es que, por ahora, esa puerta está cerrada.

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