Vítor Bento anunció hoy su salida de la presidencia del Novo Banco junto a sus dos hombres de confianza, una renuncia inesperada que supone un nuevo vuelco en la situación de la entidad y que refleja las discrepancias existentes con el Banco central luso.

La marcha de Bento y su equipo, que sólo se consumará con el nombramiento de sus sustitutos, está vinculada a la diferencia de criterios con el Banco de Portugal.

Mientras los administradores pensaban en un plan a medio plazo para reformar y revalorizar la entidad antes de colocarla en el mercado, el supervisor -y el propio Ejecutivo- desean venderla lo más rápidamente posible.

Bento, prestigioso economista portugués de 60 años, abandona el cargo apenas dos meses después de ser elegido por el mismo regulador como sustituto al frente del Banco Espírito Santo (BES) de Ricardo Salgado.

Nada más llegar, contribuyó a poner luz y taquígrafos en las cuentas de la entidad, donde se descubrieron irregularidades que obligaron a presentar cuantiosas pérdidas, superiores a los 3.500 millones de euros.

Veinte días después de su nombramiento, el Banco de Portugal decidía intervenir el BES y separarlo en dos: una parte que gestionaría los activos saludables y para lo que nació el Novo Banco -que quedó bajo la dirección de Bento-, y otra con sus activos tóxicos, y que mantuvo su denominación original.

Para poner en marcha el Novo Banco y dotarle de capital fueron necesarios 4.900 millones de euros a cargo del llamado Fondo de Resolución, un ente creado a instancias de la UE y que agrupa al sistema financiero luso.

Sin embargo, como este Fondo todavía no dispone de recursos suficientes, el Estado portugués aportó 3.900 millones de euros a través de un crédito que deberá ser devuelto íntegramente por el sector financiero en cualquier caso, incluso aunque la entidad acabe vendiéndose por un precio inferior.

La falta de sintonía con el supervisor luso comenzó a verse esta misma semana. Ningún miembro del equipo directivo del Novo Banco acudió a la ceremonia de toma de posesión de nuevos cargos en el Banco de Portugal, lo que despertó sospechas en el país pese a que pocos aventuraban todavía este desenlace.

Junto a Bento se marchan el vicepresidente de la entidad, José Honório, y el administrador financiero, Joao Moreira Rato.

"Nos gustaría subrayar que no salimos en conflicto con nadie, sino que las circunstancias alteraron profundamente la naturaleza del desafío en base al que aceptamos esta misión", precisaron en un comunicado firmado por los tres involucrados.

Comienza la búsqueda de sustitutos

El supervisor luso confirmó en otro comunicado divulgado pocas horas después que la búsqueda de sus sustitutos ya ha comenzado, y en él dejó entre líneas un mensaje crítico con la directiva saliente, al recordar que aceptaron continuar en el cargo "a pesar del diferente mandato", en referencia al cambio de planes adoptado con la intervención del BES.

"En un plazo tan corto como sea razonablemente ejecutable, el Novo Banco debe pasar a contar con una estructura accionista estable", añadió el Banco de Portugal, cuyas intenciones coinciden plenamente con las del Gobierno conservador luso.

Ayer mismo, el ministro de Economía, António Pires de Lima, insistió en que la entidad debe ser vendida "de forma rápida" y "cuanto antes".

En Portugal se especula con el interés por el Novo Banco de firmas españolas, como el Santander, el BBVA, la Caixa o el Sabadell, así como varios bancos brasileños y británicos.

La inesperada renuncia de la actual administración sucede a la brusca caída del emporio familiar de los Espírito Santo y provocó las críticas de la oposición de izquierdas, que pide explicaciones urgentes.

"No podemos vivir en un país con esta inestabilidad (...) No podemos estar constantemente sorprendidos con situaciones que son de la máxima importancia", subrayó el líder del Partido Socialista, António José Seguro.

A él se sumaron tanto el Partido Comunista (PCP) como el marxista Bloque de Izquierda, que pedirán la comparecencia de la ministra de Finanzas en el Parlamento para esclarecer lo ocurrido.