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LA EVOLUCIÓN DEL SANTANDER

Del banco de provincias a una marca global

Emilio Botín consiguió transformar la que era sólo la quinta entidad española en los años ochenta en la primera por capitalización bursátil de toda la eurozona en la actualidad

Del banco de provincias a una marca global

Cuando Emilio Botín llegó a la presidencia del banco tras la renuncia de su padre, en noviembre de 1986, el Santander ya era un banco importante en España pero, ni mucho menos, era la estrella del sector. Por aquel entonces el Central, el Bilbao, el Banco Exterior de España (futura Argentaria), el Hispano Americano y Banesto acaparaban las primeras posiciones y la entidad cántabra se mantenía en una discreta segunda línea, dentro de los grandes. Casi 28 años después, el Santander no sólo ha fagocitado a tres de los que eran sus principales competidores en el mercado, aupándose a la primera posición del sector financiero nacional, sino que se ha convertido en una marca global, con presencia en más de 40 países, y una capitalización bursátil de alrededor de 92.000 millones que lo coronan como el mayor de la eurozona y uno de los 15 mayores de todo mundo.

Toda una transformación que Botín consiguió a base de combinar una estrategia comercial agresiva de cara a los clientes y una política de adquisiciones decidida en el extranjero, con el objetivo de internacionalizar el negocio. Estas dos obsesiones marcaron desde un principio su presidencia y, de hecho, ya en su etapa como director general y consejero delegado de la entidad dejó entrever sus intenciones. Así, fue en los años setenta cuando el banco realizó sus primeras compras en el extranjero, en concreto, en Argentina, Puerto Rico y Chile. Apenas nada en comparación con lo que vendría después.

Una vez al frente del banco no tardó en actuar en la misma línea y, tras la incorporación de España a la entonces Comunidad Económica Europea, en 1988 decidió apostar por expandirse en el continente con la compra de una participación en el Banco de Comercio e Industria de Portugal y de una financiera en Alemania, y la firma de una alianza estratégica con el Royal Bank of Scotland, que le abriría las puertas del Reino Unido, donde hoy es la segunda entidad en importancia.

La «Supercuenta»

En el terreno doméstico, decidió remover los cimientos de un sector anquilosado, que carecía de pulso comercial y en el que rara vez las entidades competían de verdad por los clientes. Emilio Botín decidió cambiar las reglas y lanzó al mercado la «Supercuenta», el primer producto de alta remuneración de la banca española dirigido al público general y con la que consiguió captar miles de millones en fondos que le permitieron afianzar su crecimiento y su aventura internacional. Más tarde repetiría la jugada con la «Superhipoteca», una fórmula que acaba de recuperar en la nueva «guerra» que se ha iniciado en el sector en España para relanzar la concesión de préstamos.

Pero fue en los noventa cuando el Santander sufrió su mayor transformación con sendas operaciones de alto nivel. En abril de 1994 el banco cántabro daba la campanada al hacerse con Banesto, después de que el Banco de España hubiera intervenido la entidad y hubiera apartado del cargo a su presidente, Mario Conde. Desde ese momento, el banco de Emilio Botín sería el más importante del país. Sólo cinco años después, en 1999, se anunció la fusión del Santander con el Central Hispano, a la que el BBV reaccionó con la integración de Argentaria. Se conformaba así el duopolio que ha controlado la banca española hasta la actualidad, con permiso de la Caixa que, por sus limitaciones, no ha podido salir al exterior para crecer en las mismas condiciones que los anteriores.

Aunque inicialmente la nueva entidad iba a ser una fusión entre iguales, como mostraba su larguísimo nombre oficial -Banco Santander Central Hispano-, pronto perdió los apellidos y quedó claro que Botín seguía al mando de la nave. Mientras, en el exterior, durante los años noventa y la primera mitad de los 2000 la entidad continuó con su doble apuesta por Latinoamérica y por Europa. Al otro lado del Atlántico, donde, tras la fusión con el Central Hispano ya era líder, se impulsó el negocio en Colombia, Perú, Venezuela, Argentina, Chile, Puerto Rico o Uruguay pero, sobre todo, se apostó como mercados clave por México y Brasil. «Si no están en Brasil no están en Latinoamérica», solía decir el banquero, no sin razón si se tiene en cuenta que este país aporta en la actualidad casi una quinta parte de los beneficios del grupo. Allí se hizo con el grupo Banespa, mientras que en el país azteca compró el Grupo Serfín.

En Europa reforzó posiciones en Portugal o en Italia y dio un importante salto cualitativo cuando creó Santander Consumer, una filial especializada en créditos al consumo presente en 12 países del continente y que luego trasladó a Estados Unidos y Sudamérica. Otros hitos destacados fueron la compra del Grupo Abbey en el Reino Unido, en 2004, que catapultó su negocio es este país; y la entrada en Sovereign Bancorp, con la adquisición de un 19,8% del capital, que supuso su desembarco en Estados Unidos.

Ya en 2007, consigue hacerse con el Banco Real en Brasil, gracias a un acuerdo con el Royal Bank of Scotland y Fortis, que le permite duplicar su tamaño en este mercado.

De esta forma, cuando la crisis económica sacudió a España y estalló la burbuja inmobiliaria, Botín contempló casi impertérrito el hundimiento del sector de las cajas de ahorros y los esfuerzos de la banca mediana por subsistir mientras anunciaba unos beneficios de récord de 8.943 millones en 2009.

Reestructuración financiera

Al contrario que sus competidores, que han aprovechado este desmoronamiento para aumentar su cuota en España con las subastas de las entidades intervenidas, el Santander se ha negado a incrementar su riesgo en el mercado nacional y ha permanecido ajeno a todo el proceso, a pesar de las insistentes invitaciones del Banco de España.

Por el contrario, el banco sí que ha aprovechado la crisis para crecer todavía más en el extranjero, centrándose en aquellos países que mejor estaban capeando el temporal. Así, en 2010 completó la compra de Sovereign en Estados Unidos y le cambió la marca para utilizar Santander. En Alemania se quedó en 2011 con el negocio de la entidad escandinava SEB y en Polonia compró varios bancos hasta convertirse en la tercera entidad del país.

Entre sus últimos movimientos destaca la salida a Bolsa de la filial mexicana y, en España, la integración de Banesto y Banif, que hasta el año pasado operaron como marcas independientes, en Santander para operar con una única enseña en todo el mercado nacional.

En la actualidad, el Santander es una marca global con implantación en América, Europa y parte de Asia y con un volumen de activos de casi 1,2 billones de euros, una cifra superior al PIB español. Cuenta con más de 3,2 millones de accionistas y 102 millones de clientes en todo el mundo y ya tan sólo el 13% de sus beneficios dependen del mercado nacional. También es una de las entidades con más oficinas del mundo, con más de 13.000 delegaciones repartidas por 40 países. Según la última lista de The Banker, es el 14º banco del mundo.

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