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Coepa cierra filas para defender su peso en Valencia

Aboga por que la patronal prescinda de estructura y vuelva a las presidencias rotatorias

El presidente de la Confederación de Empresarios de Castellón, José Roca; el de la Confederación Empresarial Valenciana, Salvador Navarro; el de Cierval, José Vicente González; y el de Coepa, Moisés Jiménez, en septiembre del año pasado, precisamente antes de entrar a la sambleade la patronal alicantina. PILAR CORTÉS

Coepa no pasa por su mejor momento. No es un secreto. La asfixia económica asfixia económica es tal que se ha visto obligada a desprenderse de patrimonio para tomar aire, mientras planea un cambio estatutario que marcará el futuro más inmediato de la patronal alicantina y que, lejos de tender puentes, ha ahondado más en la división entre el núcleo más oficialista, el cercano a Moisés Jiménez, y el sector crítico, afín al vicepresidente de la organización y mandatario de Cepyme, Cristóbal Navarro. Con estas premisas de partida, a pocos se les escapa que los próximos meses serán claves no sólo para lograr que Coepa sea sostenible económicamente, una vez que el grifo de las administraciones se ha cerrado, sino también para ganar credibilidad y, sobre todo, para cerrar esa fractura interna... Una fractura interna que, sin embargo, se diluye cuando se pone sobre la mesa el futuro de la hermana mayor de Coepa: la patronal autonómica Cierval. Y es que el debate sobre el modelo de la organización con sede en Valencia ha hecho que sectores irreconciliables cierren filas modelo organización sectores irreconciliables cierren filas y, por primera vez en mucho tiempo, se olviden de diferencias y personalismos para unirse en torno a una cuestión que, para unos y otros, no admite discusión: Alicante quiere y necesita una patronal, y nadie está dispuesto a renunciar a su independencia en detrimento de una organización autonómica más fuerte.

Fue en la asamblea que Cierval celebró en julio cuando se puso sobre la mesa necesidad de abrir un debate interno para dilucidar la dirección que debe tomar la organización en una coyuntura como la actual. Los cimientos de la autonómica también han comenzado a tambalearse por los impagos del Consell, los convenios que el propio Gobierno autonómico ha cancelado a pesar de que ya estaban en proceso de ejecución, y la morosidad de los asociados, especialmente de Alicante, hacia donde miran todos los ojos, porque, según dejan caer como quien no quiere la cosa, Castellón paga tarde y mal, pero paga; Coepa otra cosa. Con este telón de fondo, el presidente de Cierval, José Vicente González, vino a plantear en esa misma asamblea de julio la necesidad de abrir un debate interno para decidir cuál es la estructura ideal que debería tener la autonómica. Cuentan en Valencia que, en cualquier caso, la discursión poco menos que está en pañales. Sin embargo, hay dos opciones en liza y la polémica no parece tan nueva. De un lado, están aquellos que creen que Cierval debe ganar peso en detrimento de las tres patronales provinciales, y más en una coyuntura como la actual, en la que planea la que para muchos es la amenaza del tripartito en el Consell. Precisamente ésta es la posición más defendida desde Valencia, especialmente desde el área metropolitana, con la lógica y manifiesta oposición de Alicante y Castellón. De otro lado, están los que abogan por volver a los orígenes, a la etapa anterior a Zaplana, y prescindir de una estructura propia, de un presidente único y exclusivo para la organización, y, por supuesto, de cuota alguna. La solución está en las presidencias rotatorias. Sin más. Y ésa es la filosofía que defienden de forma unánime desde Alicante. Al fin y al cabo, aunque desde Valencia cuentan que el debate es aún muy inicial, en la provincia se ha venido hablando, y mucho, de esta cuestión desde hace tiempo, e incluso ha sido objeto de debate en algún que otro comité ejecutivo, con discursos más o menos combativos en función del interlocutor, pero sin que en esta ocasión se hayan llegado a oír voces discordantes, ni siquiera por parte del sector más crítico. Puede cambiar la forma, pero en lo que al fondo de la cuestión se refiere la unanimidad es absoluta más allá de pequeños matices. Por primera vez en mucho tiempo, Coepa tiene una sola voz, para defender una patronal netamente provincial que conserve su independencia.

Esto, no obstante, no es más que la punta del iceberg. Ya no sólo se trata de reivindicar que Coepa mantenga su actual estatus. El guante que lanzó en julio José Vicente González también ha servido para que salga a la luz la convicción que se tiene en Alicante de que la estructura de Cierval como tal tiene que desaparecer, hasta el punto de que son muchos los que piensan que uno de los grandes lastres que tiene Coepa en estos momentos es todo lo que conlleva Cierval.

Cambian así las tornas, y mucho, en función de una parte y otra. Desde Valencia se señala con el dedo a Coepa como una de las principales responsables de la angustiosa situación económica en que se encuentra la autonómica, que cerró el año pasado con 326.000 euros de pérdidas, mientras los alicantinos adeudan en concepto de cuotas una cantidad que, al cierre del mes de marzo, llegaba a los 340.000 euros, por impagos desde 2010 y hasta 2013. Sin embargo, a uno de los empresarios con representación en los órganos directivos de Coepa no le tiembla la voz a la hora de sentenciar que, «si nos cargáramos Cierval, Coepa sería viable ya». A ello, se suman algunas voces, sobre todo desde los sectores más críticos, que lamentan que ahora se intente «criminalizar» a Coepa cuando el secretario general de la autonómica lo fue antes de la de Alicante.

Más allá de los comentarios que los empresarios que están en la patronal alicantina hacen en «petit comité», lo cierto es que desde el núcleo duro de Coepa no pueden ser más claros: «Alicante es una provincia potente y muy diversificada, y necesita tener una interlocución directa. Ahí no vamos a ceder», puntualizan. No sólo eso. La tesis que sostiene la cúpula de la confederación empresarial de la provincia de Alicante es que el modelo patronal de la Comunidad Valenciana es a todas luces «insostenible» con cuatro organizaciones y sus respectivas estructuras. En este sentido, subrayan que «los tiempos no están para duplicidades, y eso ni se soluciona ni se ha solucionado, y no porque Coepa haya callado, porque es una cuestión que hemos puesto sistemáticamente sobre la mesa. Simplemente, no se nos ha querido hacer caso».

El máximo exponente del sector crítico dentro de Coepa, Cristóbal Navarro, vicepresidente de la confederación y mandatario de Cepyme, no se aleja en absoluto de este planteamiento. «La centralización en una organización autonómica nos dejaría desprovistos de herramientas de defensa y reivindicación, y la marginación inversora que padecemos desde Madrid y desde Valencia se vería incrementada con seguridad», considera.

Sin embargo, ya no se trata sólo de una cuestión de duplicidades o de pérdida de poder y ya. También hay mucho de crítica al coste que conlleva una estructura como Cierval. «Coepa ha prescindido de coche oficial, ha vendido su sede, y está haciendo un esfuerzo importantísimo para ajustarse a la situación actual, y ese sacrificio que se está haciendo tiene que ser para sostener a Coepa, porque, además, tampoco se ve movimiento en otros sitios», comentan desde el núcleo duro. «El modelo rotativo de presidencia permitiría eliminar las pugnas provinciales por el control de la Cierval, haría posible eliminar la estructura de gasto que se originó en épocas en las que el dinero no faltaba, pero que hoy por hoy es insostenible, y evitaría un incremento de costes para las provinciales, lo que en el caso de Coepa podría llevarle a abandonar los números rojos», señala Cristóbal Navarro, uno de los azotes de la cúpula de Coepa en lo que a la gestión económica se refiere.

En cualquier caso, consideran que el planteamiento de fortalecer Cierval a costa de Alicante, Valencia y Castellón es una opción que sólo apoya Valencia -«sobre todo su área metropolitana», advierte un empresario-, y que al final serán las tres provincias conjuntamente las que deberán tomar una decisión. Incluso hay quien ve en el momento que se ha escogido para volver a sacar a la luz el debate una maniobra de la Confederación Empresarial Valenciana, y, en concreto, de su presidente, Salvador Navarro, de ir abonando el terreno de cara a poder tomar el relevo al frente de Cierval, y que, para ello, se está tomando como excusa la situación en la que en estos momentos se encuentra Coepa. Ante ello, los empresarios alicantinos olvidan sus diferencias, hasta el punto de que hay quien subraya que «hay puntos de vista diferentes sobre la gestión, sobre las personas que tienen que estar ahí y sobre los modelos, pero lo tenemos que resolver nosotros, sin injerencias, y sin tener que aguantar que nadie venga a culparnos de sus problemas, porque Coepa va a seguir existiendo», apunta el dirigente de una sectorial.

Al final, todos coinciden en que sí, en que Cierval tiene que existir, pero no como una patronal independiente, sino como una entidad en la que los «clientes» sean sólo las patronales: nada de dar entrada a empresas, para evitar competencia entre organizaciones y duplicidades; y nada de soportar una estructura al margen, sino que es posible que cada provincial se haga cargo de los costes cuando asuma la presidencia de forma periódica. «Lo que se discute no es la desaparición de Cierval, sino un modelo que sea sostenible», afirman con rotundidad desde la cúpula de Coepa. En cuanto a la deuda que mantiene Alicante con la autonómica, tampoco creen que tenga que ser un problema. «Siempre se puede llegar a un acuerdo o buscar un plan de pagos. No puede ser una excusa para seguir aplazando una cuestión que se debe resolver ya», manifiesta un consagrado empresario. «Una delegación alicantina de una patronal autonómica sería un instrumento servil y engañoso al servicio de la siempre presidencia valenciana», proclama tajante Cristóbal Navarro. Y es que, para los empresarios de la provincia, lo que está en juego en estos momentos es la supervivencia de la patronal, y ahí no caben divisiones ni fracturas.

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