Llega a la entrevista vestido con bermudas, niki de Lacoste y chanclas Adidas. Aunque está de vacaciones en Ibiza, acaba de reunirse con un representante de una de sus empresas en la isla. Confiesa que no para ni siquiera estos días.

Por lo que cuenta, se trae el trabajo de vacaciones.

Hay lo que hay. Pero eso es bueno, significa que las cosas se están reactivando, que empieza a haber un poco más de movimiento después de tantos años de atonía.

Precisamente, Rajoy anunció hace unos días la mejora de las cifras del paro y de los afiliados a la Seguridad Social. Bancos, el FMI y el propio Gobierno mejoran las previsiones del PIB para este año. ¿España ya va bien?

Ya va mejor de lo que iba hace unos años. Nuestras previsiones de hace seis meses eran mucho peores que las actuales. Nadie suponía entonces que a finales de año pudiera crecer el empleo pese a esa subida del 1,2% del PIB. Pero queda mucho camino por recorrer.

Quizás suba por tanto contrato precario.

El contrato a tiempo parcial es norma en Europa. En Holanda es el 50%. En Alemania, el 26%. Aquí, el 16%. Queda pues mucho recorrido. ¿Es mejor el contrato a tiempo parcial que el indefinido? No. Todos queremos contratos a tiempo completo e indefinidos, pero para que las cosas vayan muy bien han de pasar antes por ir bien.

Y si las cosas van ya bien, ¿no sería hora de subir salarios,o proseguirá la devaluación salarial?

Cometimos un gravísimo error en los años 2008 y 2009, cuando con decrecimientos muy importantes del PIB los salarios subieron tres puntos por encima del IPC. Fuimos el único país europeo que lo hizo. Fue un error estratégico al que en 2012 dimos la vuelta cuando patronal y sindicatos, pese a darnos cuenta tarde, acordamos una moderación durante los tres siguientes años. Porque es preferible moderar salarios que destruir empleos. La moderación ha venido muy bien para volver a engrasar y poner en marcha la economía. Cuando esta empiece a funcionar y tengamos crecimientos del PIB será el momento de que empiecen a subir los salarios, pero en los sectores que ya tengan beneficios y crezcan.

¿Y cuándo cree que ocurrirá?

Ya ocurre. En los convenios colectivos nuevos hay una media de crecimiento del 0,5%. Al final la realidad del día a día pone las cosas en su sitio.

En otoño comienzan a negociar de nuevo con los sindicatos.

Tendremos tres meses por delante. Hay margen para llegar a un acuerdo, soy optimista.

Les apretarán las tuercas.

Pero antes discutíamos de cinco o seis puntos, mientras que ahora discutimos de décimas. Y por décimas no vamos a fracasar.

¿Se debe desregularizar aún más el mercado laboral?

Desde el Estatuto de los Trabajadores, en los 80, hasta la fecha hemos hecho 36 reformas. Hacen falta muchas más con el objetivo final de que las cosas reales sean las legales. En España tenemos demasiada legislación y muy complicada, no adaptada al tiempo actual. No tiene nada que ver un negocio de hostelería de hoy con uno de hace 20 años. Ni la fabricación de coches actual con la de hace dos décadas. Y hay que adaptarse a lo que quieren los clientes: si desean que trabajemos más sábados y domingos, el convenio de la hostelería tendrá que incluir esa posibilidad.

Antes de comenzar la entrevista comentaba que hace tiempo mandó fabricar la cabecita de la muñeca Barbie en China porque le costaba unas cinco veces menos que en España. ¿Usted sigue externalizando la producción para ahorrar costes?

Hay cosas que se pueden y cosas que no. Hay sectores que han tenido que externalizar porque aquí no eran competitivos, como el textil, el calzado, los juguetes... Pero hay otros donde nos hacemos fuertes en Europa, como los tecnológicos. Hay que apostar por eso, por la formación, la educación, el talento. Esa es la clave de la Europa del futuro.

¿No le resulta doloroso contratar a trabajadores chinos o de Bangladesh mientras en España hay cinco millones de parados?

Sí, pero al final haces lo necesario para que tu empresa subsista. Si en un mercado globalizado y liberalizado en todo el mundo las oportunidades de fabricación están donde sea, has de ir allá. Igual con las oportunidades de venta. Ya no contemplamos solo el mercado español, y esa es la gran hazaña de nuestra economía durante los últimos años. Este año habrá en España 150.000 empresas exportadoras, cuando en 2006 había 100.000 menos.

Hace un año usted propuso quitar esos «privilegios» a los trabajadores indefinidos. Aún no sé a qué privilegios se refiere, menos aún desde hace un par de años.

Un chaval joven que entre a trabajar hoy normalmente tiene un contrato temporal y una indemnización cero. En cambio, uno que lleve 20 años trabajando en una empresa tiene una indemnización importante de 45 días por año. En un sitio hay nada y en otro hay bastante. ¿Seremos capaces de reequilibrar eso para lograr un mercado más uniforme? Las cosas no se pueden hacer de un día para otro. Deberíamos hacer un proyecto a diez o veinte años vista para adaptar la realidad al día a día. Intentemos que todos los contratos sean indefinidos. Para eso, los indefinidos actuales tendrían que evolucionar hacia la baja. En cambio, los que no tienen ningún derecho deberían evolucionar al alza.

La filósofa Victoria Camps comentaba hace unos días que «no todos los beneficios de las empresas tienen que revertir en el interés corporativo, sino que hay que pensar en el bien de todos y establecerlo por ley». Fíjese que no lo dice Pablo Iglesias.

Camps fue diputada del PSOE durante varios años. Ojalá hubiera hecho entonces una propuesta similar que contara con el acuerdo de todo el mundo. Las propuestas hay que hacerlas cuando uno está en la plaza. Le tengo un respeto importante a Victoria Camps, que también dijo que hemos de empezar a explicar que el dinero no es infinito y por tanto hay que empezar a controlar y evaluar los servicios públicos. En eso estoy radicalmente a favor. Viendo algún nuevo hospital con miles de metros cuadrados (donde sea, eh, no miro aquí) me pregunto si alguien ha evaluado su coste y mantenimiento y si era necesario.

¿Qué sienten los empresarios ante el fenómeno Podemos, pánico o motivación?

Es aire fresco, gente que sube al terreno político y que ahora nos tendrá que explicar sus propuestas. Por ejemplo, las que hablan de que todos nos jubilemos 10 años antes, de que cobremos el doble de pensiones o de que haya un montón de servicios nuevos. ¿Y los ingresos? El mundo es como es. ¿Quién no quiere más servicios de educación o de sanidad? Todos queremos más, pero hay lo que hay. Lo que hemos de hacer es no despilfarrar en lo que hay. Pero aún hay un porcentaje muy importante de despilfarro en este país que hay que combatir.

¿Cree que el auge de Podemos repercutirá en un cambio en las propuestas económicas del PP y PSOE?

Lo de Podemos es un fenómeno que se repite en todos los países. En Italia, con el Partido Cinco Estrellas; en Francia no es normal el porcentaje de votos logrado por Marine Le Pen... Pasa igual en todas partes porque la sociedad europea está cansada, hastiada, se pregunta si esto no podría funcionar mejor. Lo que hay que hacer es gestionar las cosas mucho mejor. La mejora de la gestión será la próxima gran revolución.

En Francia acaban de reducir de 20 a 13 sus regiones para ahorrar costes. Eso en España parece misión imposible.

Espero que en Francia dejen al primer ministro Manuel Valls hacer esas reformas, entre otras cosas porque servirán de acicate al resto de países. La gran revolución la han hecho en Italia con el cambio en el Senado, que se reducirá a 100 personas. En España se deberían recortar las estructuras. Hay 8.000 ayuntamientos. Deberíamos ver cómo se pueden reducir consistorios, diputaciones, autonomías y también la estructura del Estado central. Hemos traspasado unas 2.000 competencias a las autonomías pero se mantiene la misma estructura del Estado. En Sanidad está prácticamente repartido todo, pero el Ministerio tiene unas estructuras aún importantes. Lo mismo en Educación. Nos lo tendríamos que hacer mirar.

Pero no se hace nada. Se habla mucho pero al final todo sigue igual.

Es muy difícil cuando no hay mayorías fuertes y potentes en los parlamentos.

Pero el PP tiene ahora mayoría absoluta.

Pero no en las autonomías ni en todos los ayuntamientos. Para eso tendría que llegarse a grandes acuerdos de los principales partidos nacionales. Por eso es bueno que haya dos grandes formaciones. Los grandes avances se logran con el compromiso de los grandes partidos. Primero hay que explicar a la sociedad por qué se hace y que esos cambios no tendrán efectos inmediatos, sino que será duro. Las reformas son duras, pues rompes cantidades de statu quo que perjudican a muchos grupos. Ya lo decía Milton Friedman: es la tiranía de los statu quo, de grupos que no quieren perder su chanchullete aunque todo pudiera funcionar mejor.

¿La confesión de Pujol afectará al proceso independentista?

Lo de Pujol me ha producido pena, mucha pena. Para la sociedad era un referente, tanto para los suyos, los de CiU, como para el resto de partidos. Pero frente a la corrupción, tolerancia cero. No sé si influirá en todo este proceso. La situación en Cataluña es compleja. El Govern catalán ha puesto en marcha un proceso que desde el punto de vista de la legislación española no parece ser legal. Habrá que buscar cómo se puede dar la vuelta a una cosa que probablemente sea declarada ilegal. Y en eso estamos. Tenemos las fases. Habrá la ley de consultas, luego el Tribunal Constitucional decidirá al respecto y después habrá que ver qué pasos hay que dar para salir de este embrollo en que estamos metidos.

Pocos empresarios catalanes hablan claro. De hecho, tras lo que acaba de decir no tengo claro si usted apoya o no la consulta.

Yo estoy a favor de la legalidad. Pero cuando me preguntan si me gusta votar, respondo que me encanta. Me gustaría vivir en Suiza como un primo mío, que me dice que va a votar allí cada 15 días. A mí me gustaría, pues es un tipo de democracia muy directa y participativa, pero ¿estamos aquí preparados para hacer algo similar? Lo de las consultas es fantástico, pero lo primero que hay que hacer son leyes y consensuarlas al máximo. Luego, tirar adelante. Lo que hemos hecho en Cataluña es poner en marcha un proceso demasiado rápido sin tener la común aquiescencia de todo el mundo en Cataluña y de todo el mundo en el resto de España y de Europa.

¿Usted votaría? Y en caso de votar, ¿qué votaría?

Primero me deberían decir si es legal o no.

Supongamos que es legal.

Uy, son tantas suposiciones. A mí me gusta votar de todo, dar mi opinión de todo. ¿Pero estoy preparado para opinar de todo sin saber las consecuencias positivas o negativas? Me preocupa que el Banco Central Europeo me advierta de que la financiación del sistema financiero en Cataluña sería cero en caso de independencia. O que no se pudiera seguir usando el euro. O que nos convertiríamos en algo parecido a Andorra o San Marino. Esa serie de cuestiones nadie me las ha explicado, ni sus consecuencias positivas ni las negativas. Estamos improvisando demasiado. Con cosas tan importantes hay que dar más información a la gente.

Con el pan no se juega.

Claro que no. Hablamos de cosas muy serias. Hay que hacer las cosas es un margen legal y si puede ser sin meternos en líos sin necesidad.

¿Visto el caso de Pujol, quizás tenía razón Pasqual Maragall cuando dijo que el problema de CiU era un 3%?

No sé si tenía razón. El inconveniente es que conozco mucho a Pujol y a Maragall. Tengo mucho aprecio a ambos. Independientemente de esta declaración de Pujol, de este suicidio político, le tengo aprecio personal, pese a que hemos tenido diferencias de opinión importantes. Igual con Maragall.

¿Alguna vez le han pedido ese 3%?

No, afortunadamente. Mi ventaja es que mi trabajo con las administraciones ha sido prácticamente nulo, están orientadas a otros sectores.

Los ministros de Economía de la UE (el Ecofin) han pedido a España que rebaje las cotizaciones sociales y que compense la pérdida de ingresos con subidas del IVA y de impuestos medioambientales para así acelerar la creación de empleo.

Y el Gobierno ya ha anunciado que las rebajaría. Son las más altas en comparación con el resto de países, con la excepción de Francia, en donde una de las primeras medidas de Manuel Valls ha sido precisamente rebajar las cotizaciones sociales. ¿Pero lo vamos a pedir ahora en España con el déficit que tenemos? Los empresarios sumamos y restamos. Y vemos que en situación de déficit no podemos pedir eso aunque nos gustaría. Los empresarios somos realistas.

¿Es partidario de reducir el IVA turístico como han reclamado insistentemente los empresarios de Baleares para ganar competitividad?

Es importante que no haya esas diferencias entre unos y otros, que unos apliquen el 10 y otros el 21%. Lo importante es clarificar y que no haya diferencias de trato dentro del propio sector. Lo que me piden los empresarios de hostelería es que se reduzca todo el IVA al 10%.