Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los empresarios auguran que el crecimiento será lento y que el paro lastrará la recuperación

Las patronales confían en que en otoño se mantenga en la provincia la tendencia positiva

Los empresarios auguran que el crecimiento será lento y que el paro lastrará la recuperación rafa arjones

El verano en una zona turística por excelencia como es la provincia de Alicante siempre invita al optimismo. El desempleo cae y, lo más importante, la ocupación sube. La tendencia, evidentemente, también se ha mantenido este año. Sin ir más lejos, los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicados el jueves van en esa línea, incluso más allá: con 30.400 nuevos puestos de trabajo creados entre abril y junio, un 4,81% más respecto al trimestre anterior, y una rebaja en las listas del paro cifrada en 21.900, un 8,56% menos, la provincia ha conseguido los mejores datos en un segundo trimestre desde el año 2006... Todo un balón de oxígeno, a pesar de que las tasas de desempleo siguen en el 26,08% en Alicante, por encima del 24,47% que marca la media nacional. También las exportaciones están funcionando y, con el último balance del ICEX en la mano, el del mes de mayo, se puede decir que bastante bien: durante los primeros cinco meses del año, las operaciones con mercados exteriores se han incrementado en Alicante un 5,2%, y la balanza comercial arroja un superávit de 648,8 millones. La estampa dista mucho de la que se dibuja a nivel nacional, con un crecimiento casi imperceptible, de apenas un 0,8%, y un déficit comercial que se ha disparado hasta los 10.405,3 millones de euros, por el empuje de las importaciones, y con el riesgo que ello entraña para la recuperación económica, con una eventual tendencia creciente de la deuda.

Sin embargo, ¿cuáles son las perspectivas en la provincia para el próximo otoño? ¿Se mantendrá ese crecimiento lento y sostenido, pero crecimiento al fin y al cabo? ¿Los datos del paro serán un año más el jarro de agua fría que acabe deslavazando la esperanza insuflada por las cifras de los últimos meses? De entrada, los empresarios de las provincia dejan claro que la crisis todavía es una realidad palpable por todos. Lo peor que es que nadie tiene claro cuál será su fecha de caducidad, y, en cualquier caso, se atisba muy lejos, lejísimos lejísimos. Con este punto de partida, optimistas, lo que se dice optimistas, no acaban de mostrarse los dirigentes de organizaciones empresariales y patronales de algunos de los principales sectores productivos. Es cierto que están los que se muestran más positivos y también los hay que no acaban de ver por dónde se puede coger la situación actual. Con todo, la práctica totalidad reconoce que estamos mejor, bastante mejor, aunque aún estemos mal, y confían en que esa tendencia al alza se mantenga de cara al próximo curso. Eso sí, en el mejor de los casos se muestran convencidos de que el crecimiento todavía será ligero y muy lento, y que el desempleo continuará lastrando la recuperación económica, hasta el punto de que casi todos se temen una nueva subida en las afiliaciones a las listas del Servef de cara al otoño, una vez cerrada la campaña turística de verano. Por eso, nadie es partidario de bajar la guardia.

No sólo es el paro el obstáculo con el que se puede topar la recuperación. El consumo interno muestra síntomas de mejoría, pero no basta. A ello, se suma la financiación o, mejor dicho, la falta de financiación. Es verdad que no hay ningún banco que haya escatimado en campañas anunciando que se están abriendo las vías del crédito. Las empresas no lo acaban de ver, y las que han llegado a ver algo remarcan que es excesivamente insuficiente.

También piden una mayor implicación de las administraciones. Muchos son de la idea de que todavía faltan más reformas, y de mayor calado, pero también abogan por que se eliminen los interminables trámites burocráticos y, especialmente, que haya una menor presión fiscal. Para ellos, es clave si lo que realmente se quiere es reactivar la economía. No en vano, a nadie se le escapa a estas alturas que la gran lacra de la provincia es la economía sumergida, que debe ir aflorando con más inspecciones, pero también con una menor carga tributaria, para que, al final, a nadie le resulte rentable estar en negro. De ser así, las consecuencias serían obvias: las arcas públicas ingresarían más con menos presión, y los trabajadores también tendrían más cobertura.

Efectos de la corrupción en la confianza. A estos factores, algunos mandatarios empresariales, como el presidente de Cepyme, Cristóbal Navarro, pone el foco en un aspecto más: la merma de confianza como resultado de los casos de corrupción que están sacudiendo a la sociedad. «La falta de confianza generalizada está mermando la capacidad de recuperación de nuestra economía, ya que los casos de corrupción se han convertido en algo habitual que amenaza con integrarse en la vida cotidiana de ciudadanos y empresas», sentencia. Tampoco tiene mucha fe en los bancos: «Ni se ha abierto ni se va a abrir el grifo del crédito y, a pesar de las campañas publicitarias de los grandes bancos y las administraciones, sigue sin fluir», lamenta.

Dinamismo y diversidad

Contra esta situación, sin embargo, nadie cuestiona que las principales armas con las que cuenta la provincia de Alicante son su dinamismo y su diversidad, algo que esconde en buena parte la respuesta al porqué, al menos hasta la fecha, las exportaciones se han convertido en la tabla de salvación para muchas empresas, y se sigue capeando el temporal pese a la tendencia a la baja registrada en el conjunto de España. «La dependencia de los mercados exteriores es muy buena, aunque parece que ya se empieza a animar el mercado interior, y estamos en una provincia con mucha diversidad, y eso también es bueno y es un arma para seguir creciendo», apunta el presidente de la patronal Coepa, Moisés Jiménez. Precisamente esa diversidad y ese dinamismo hacen de Alicante, a su juicio, una provincia «atípica». En esta línea, comenta que «estamos en una provincia muy dinámica y en la que se amortigua bastante la bajada de la actividad por el turismo residencial, turismo residencial, que está creciendo, y hay mucha actividad industrial y de servicios». Así, aunque los indicios apuntan a que, una vez pasada la campaña turística de verano, el desempleo volverá a retomar su escalada, el presidente de Coepa alerta de que es posible que esa subida sea menor que en los años precedentes o incluso que ni siquiera suba.

También el presidente de la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante (AEFA), Francisco Gómez, llama la atención sobre las particulares de esta provincia. «Alicante es una de las zonas donde antes se nota la crisis, pero también se empieza a salir antes. Por ejemplo, en Asturias siguen con el discurso de que están muy mal, y aquí eso empieza a cambiar. La provincia siempre está a la vanguardia y las cosas se notan más y mucho antes», puntualiza el mandatario de AEFA. De todas formas, cree que para seguir por el camino de la recuperación es fundamental tirar de actitud. «Todos necesitamos ser más optimistas», puntualiza.

La situación de los sectores

Por lo que hace a las particulares de cada sector, todos coinciden en que los que en mejor situación están son aquellos que han sabido reinventarse y, sobre todo, se han lanzado a los mercados exteriores. En cualquier caso, nadie pone en tela de juicio la fuerza del turismo para una provincia como ésta. ¿Y qué opina la patronal turística? El presidente de la Asociación Empresarial Hostelera de Benidorm y la Costa Blanca (Hosbec), Toni Mayor, avisa en primer lugar de que, salvo en Benidorm, el sector sigue marcado por la estacionalidad. Eso precisamente es lo que le lleva a presagiar que «el próximo otoño va a ser una copia de los últimos años: ni mejor ni peor». Por ello, hace un llamamiento a la prudencia y, a modo de ejemplo, relata que «Benidorm se comporta de manera muy estable del 1 de septiembre al 30 de junio, pero julio y agosto es más caro venir, nos cuesta vender, y ése es uno de los síntomas que demuestra que la crisis está ahí. En el mercado interno incluso seguimos retrocediendo».

Con mejores perspectivas reciben el otoño los jugueteros. El presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), José Antonio Pastor, reconoce que la Navidad es el gran momento y que las expectativas a partir de septiembre suelen ser buenas. «Es verdad que se empiezan a ver síntomas de recuperación, pero está siendo ligera y lenta en el mercado nacional, mientras las exportaciones siguen bien, y en el juguete el 40% de la facturación va a los mercados exteriores», precisa Pastor. De hecho, indica que «el otoño debe ir en esta tónica, y esperamos que así sea, y que no haya una nueva caída, ni se ralentice más el crecimiento».

Otro de los sectores que en otoño empezará la cuenta atrás para sus fechas clave del año es el turronero. El presidente del Consejo Regulador y también de la Cámara de Comercio de Alicante, José Enrique Garrigós, de hecho, resalta la robustez que esta demostrando la industria agroalimentaria. Respecto a las consecuencias que puede tener la sequía y la pérdida del 70% de la cosecha de almendras por ello, asegura que «la situación se verá muy atemperada, porque en conjunto la producción de la cosecha de almendra en España va a aumentar claramente». No obstante, no pasa por alto los efectos que eso va a tener sobre los precios: «Hay fuertes tensiones derivadas del aumento de los precios de la almendra, que suponen unos incrementos de costes de un 25% más respecto a la campaña anterior, y eso afecta muy seriamente a las empresas turroneras, porque comporta una reducción de los márgenes que puede llevar a pérdidas, por la dificultad de trasladar estas subidas de costes al precio final de nuestros productos», avanza José Enrique Garrigós.

Otra de las actividades estratégicas en la provincia, la del mármol, es de las que también fían su supervivencia a las exportaciones. El presidente de la Asociación Mármol de Alicante, José Antonio Santo, no puede ser más claro: «Aquí, sin exportaciones, estaríamos muertos. Nadie confía en el consumo interno», proclama. Sin embargo, las perspectivas fuera no son muy halagüeñas por el contexto geopolítico. Tal y como puntualiza Santo, «tenemos que crecer y adaptarnos al mercado exterior, pero también está teniendo connotaciones negativas, porque hay muchas zonas en conflicto y eso tiene impacto en la economía en general y, especialmente, en nuestro sector. Se está notando mucho en Ucrania, Rusia, Israel o Jordania. Por eso, para nada se ha acabado la crisis. Hay una crisis global, y ni siquiera China está bien», afirma.

Por lo que hace al calzado, se ha convertido en una de las industrias a la que de forma sistemática se suele recurrir cuando se habla de sectores en forma, con cifras récord en exportación al cierre de 2013 e indicadores que, en los primeros meses de este año, han seguido con la escalada. Sin embargo, la secretaria general de la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal), Marián Cano, que también espera que los datos positivos sigan manteniéndose, confiesa que «esta situación ha hecho posible que los empresarios del sector, lejos de experimentar grandes crecimientos, hayan podido mantener sus estructuras laborales y productivas, algo ampliamente justificado con la situación de inmovilismo del mercado interno y el gran esfuerzo que las empresas han debido realizar para afrontar sus procesos de innovación, diversificación y apertura de nuevos mercados», además, todo ello, según apostilla, «en un entorno de alta carga impositiva y difícil acceso a la financiación».

El de la construcción, otro de los sectores estratégicos en Alicante, también empieza a levantar cabeza, en su caso, de la mano del turismo residencial, según admite el secretario general de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de la Provincia de Alicante (Provia), Jesualdo Ros. Es verdad que aboga por «mirar al otoño con cautela, porque estábamos tan abajo que no se sabe muy bien qué puede pasar», pero incide en que «los datos son positivos, las ventas se están moviendo bastante, hay un cambio de tendencia, y nada hace esperar que pueda haber otro paso atrás».

Más negras son las perspectivas en el campo. El presidente de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores-Asaja de Alicante, Eladio Aniorte, reconoce que «en la agricultura siempre hay crisis, pero este año está siendo especialmente duro». Los bajos precios y la sequía explican esta realidad. «La agricultura está mal porque nadie quiere que se arregle», critica. En su opinión, la salida pasa por ayudas directas para los cultivadores y los ganaderos, nada de bonificaciones o intereses más bajos, sino por exenciones. De todas maneras, se muestra convencido de que, si para otoño llega la lluvia y el invierno es frío, la mala racha se puede romper.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats