La EPA del segundo trimestre del año, que recoge el aumento de la actividad económica ligada a la estacionalidad turística típica, muestra dos datos aparentemente positivos que conviene interpretar con cautela. Sigue siendo irresponsable lanzar las campanas al vuelo de la recuperación económica porque se recupere el empleo en un trimestre en el que normalmente aumenta la demanda de trabajadores. En Alicante hay 662.900 personas ocupadas, lo que supone 30.400 más que el trimestre anterior y 8.300 más que el año pasado; y hay 233.900 personas en situación de paro, lo que supone una disminución de 21.900 en un trimestre y de 12.200 respecto al año anterior. Lo que, en principio, suponen dos buenos datos hay que considerarlo tomando otras variables: Según el Servicio Público de Empleo, el contrato que más ha crecido en el último año es el temporal a jornada parcial. Además, los cambios en la legislación laboral, así como el uso indiscriminado y arbitrario de despidos colectivos, descuelgues de convenios y modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo, han supuesto un abaratamiento del factor trabajo muy severo. Ambas circunstancias (contratación temporal y parcial y abaratamiento del factor trabajo) suponen la generalización de la precariedad en el mercado de trabajo, lo que se manifiesta en un aumento de la ocupación, eso sí, una ocupación muy precaria.

La primera conclusión es que la actividad económica aumenta a causa de la estacionalidad, lo que es un factor coyuntural, y aumenta gracias a la precariedad, lo que, dadas las medidas que está imponiendo el gobierno y de las descabelladas demandas de la patronal, es un factor estructural.

El descenso del paro está ligado, obviamente, al aumento de la ocupación precaria pero, también, al aumento de la población activa. Ésta aumenta al dejar de ser inactivas las personas que buscan ocupación en verano y que, el resto del año, por la falta de ofertas de empleo o por dedicarse a otras actividades como estudiar, son consideradas en esta encuesta inactivas aunque, en realidad, son personas en paro (son personas que no buscan activamente empleo según los criterios estadísticos pero están dispuestas a trabajar si hay ocasión, y esa ocasión suele ser la temporada alta turística).

Hay que destacar que el aumento de la ocupación y el descenso del paro se producen también en cómputo anual. Sin embargo, respecto al año pasado hay una caída de la población activa de cuatro mil personas. Hay 12.200 personas en paro menos, pero sólo hay 8.300 ocupados más, esto señala que hay 4.000 personas que han dejado de ser consideradas paradas y que, tampoco, están trabajando. Son las personas que han engrosado el grupo de "inactivas" cansadas de ejercer la búsqueda activa de empleo sin resultados. La población inactiva recoge resultados llamativos: hay menos estudiantes (lo que es lógico dado que el curso terminó) que buscan el empleo estacional de esta época, en muchos casos para poder afrontar los gastos de curso académico que el Ministro Wert ha encarecido hasta lo irracional; también hay más personas en el colectivo "labores del hogar" (+15.400) que, como decía, incluye en parte a las personas que esta encuesta considera inactivas pero se trata de personas paradas desanimadas.

Las tasas de paro y empleo evolucionan favorablemente al recoger estadísticamente este empleo temporal, estacional y precario del que venimos hablando. Aún así, es llamativo que respecto a 2007 (año anterior a la crisis) la tasa de paro de la población ha aumentado en 45´69 puntos y la de paro ha caído en 9´27.

Por sectores, como es típico en estos meses y en este mercado productivo dependiente del turismo, son los servicios el que más paro recorta y más ocupación precaria aporta. Continúa uno de los principales problemas de este territorio: la dependencia patológica del sector servicios. Llama la atención el aumento del paro en el sector de la construcción que sigue aumentando el paro en cómputo trimestral y anual pero, sin embargo, recorta personas en paro en relación a antes de la crisis (2008). Esto se produce por la pérdida de población activa, no son personas que dejan el paro para trabajar en la construcción (desde que comenzó la crisis, la construcción ha perdido 62.500 personas ocupadas), sino que se trata de personas que han dejado de contar en este sector ya sea por haber pasado a buscar empleo en otra actividad o por computarse como inactivas.

Seguimos considerando que no estamos ante datos que pronostiquen una salida de la crisis real. No es una salida de la crisis para trabajadores y trabajadoras que ven cómo la legislación, la ausencia de actividad económica real por falta de crédito a PYMES y familias y la avaricia de una parte del empresariado más centrado en obtener beneficios a corto plazo y a costa de las condiciones de trabajo de la plantilla, está provocando un empobrecimiento de la clase trabajadora que parece no tocar fondo.

El anuncio de más reformas que son recortes de derechos hecho por el Ejecutivo de Rajoy es una muestra de irresponsabilidad y de que el gobierno ha optado por la precariedad laboral y el empobrecimiento de la mayoría de la población como instrumento para que la clase trabajadora sigua pagando la factura de la crisis y para engañar a las estadísticas recortando el paro no por la vía de la creación de actividad económica sino por la de la precariedad. El modelo de mercado de trabajo que impone Rajoy está provocando, directamente, el aumento de personas trabajadoras pobres, lo que va a hacer que aumente la respuesta y la movilización social.