El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, salió ayer al paso de la investigación que ha abierto la Unión Europea para tratar de esclarecer si la Comunidad Valenciana manipuló sus cuentas hasta 2011 para maquillar su cifra real de déficit en más de 1.800 millones. Ante la plana mayor del empresariado alicantino, y sin citar en ningún momento de manera directa la decisión de Bruselas, el jefe del Consell fue muy gráfico: «Nadie puede ponernos la cara colorada por ser transparentes y generar más información», apuntó durante su discurso en la XL Noche de la Economía Alicantina, celebrada en Elche. Acto seguido, el presidente remachó: «Con la gestión que ahora se hace nadie nos puede avergonzar».

De la financiación apenas habló. Pese a que en las últimas semanas la Generalitat ha elevado la presión sobre el Ministerio de Hacienda para recibir fondos adicionales, el líder regional del PP sólo dedicó ayer tres frases a la polémica. Recordó que el Consell ya ha reivindicado en multitud de ocasiones la revisión del actual sistema de reparto de fondos y cifró en 1.000 millones el dinero que tendría que recibir la Comunidad al año para equipararse con la media de autonomías españolas. Nada más. Ayer, Fabra vivió una noche de guante blanco. Especialmente, porque el presidente de la Cámara, José Enrique Garrigós, en la recta final de su último mandato, tampoco estuvo muy contundente. Todo lo contrario. Una vez finalizado el acto, de hecho, varios empresarios comentaron en corrillos que la velada había sido descafeinada. «Vaya pérdida de tiempo», se llegó a comentar. «Muy lejos de la época de Valenzuela», espetó otro. Sí bien es cierto que Garrigós se mostró algo más combativo con la infrafinanciación, fue muy tibio con la corrupción que asola la Comunidad durante los últimos años, avaló algunas de las políticas que ha impulsado el Consell e incluso echó un capote a Fabra con la investigación de Bruselas.

El momento más combativo del presidente de la Cámara llegó cuando dijo que los empresarios no estaban dispuestos a aceptar más recortes. E incluso amenazó con movilizarse «de la manera que sea necesaria» para pedir más dinero a Madrid. Otra cosa fue las reivindicaciones de cara al Consell, que se diluyeron entre las loas que el empresario turronero dedicó a Fabra, en aspectos como los «importantes esfuerzos» que está haciendo para pagar a sus proveedores. O eso dijo. Tampoco pasó desapercibido el capote que lanzó al jefe del Consell con la investigación que ha abierto Bruselas a la Comunidad Valenciana: «Quizá haya sido esa mala financiación la que ha provocado que la Unión Europea haya abierto una investigación de las cuentas de la Generalitat».

En cualquier caso, Garrigós comenzó remontándose a su discurso de hace un año: «Señor presidente, hace un año le reclamaba que adoptara decisiones por difíciles que éstas fueran, y lo ha hecho, tanto en el marco de las empresas públicas como en de Hacienda, a pesar de ser de su propio partido», señaló, pero apuntó que había que seguir ahondando en esa línea. A partir de ahí, el empresario entró de lleno en la infrafinanciación: «Sobre sus reclamaciones, que son también las nuestras, las de la justa financiación autonómica, quiero que sepa, que estamos a su lado sin fisuras, como ya le hemos demostrado sobradamente», le espetó a Fabra, no sin recordarle a continuación que ésta ya es una reivindicación histórica de los empresarios y volver a la batería de alabanzas hacia el presidente de la Generalitat. «Hace más de diez años que las Cámaras de Comercio vienen reclamando una justa financiación y, por fin, una Administración, la tuya, nos da la razón».

Ahora bien, Garrigós dejó claro que en esta ocasión llegarán hasta donde haga falta: «Éste es un tema tan importante para la Comunidad, que estamos dispuestos a movilizarnos de la manera que sea necesaria, la que sea, para que el Gobierno central entienda la gravedad de la situación», amenazó. Entre las soluciones, el mandatario empresarial hizo suyas las propuestas del Consell: bien un nuevo sistema de financiación, bien la puesta en marcha de un plan de compensación.

Por si no hubiera quedado claro, José Enrique Garrigós dio un paso más, y, mirando a Madrid, incidió en que «lo que no tiene sentido es que venga un secretario de Estado del Ministerio a plantearnos recortes en gastos sociales, que ni contempla el Estado ni otras comunidades autónomas. No lo aceptaremos. Y que no se equivoque nadie, no es un problema político, es un tema de justicia». De hecho, comentó que «a esta Comunidad se la ha maltratado y mal financiado durante muchos años, y no podemos soportarlo por más tiempo».

En cuanto a la investigación de la UE, dejó caer que «esperamos que se esclarezca el tema lo antes posible, pero mientras tanto, habrá que recordar en Madrid, y en Bruselas si es necesario, que esta Comunidad no está siendo tratada como debiera». Y lanzó otro aviso: «Sabe usted que estamos expectantes y dispuestos a llamar a todas las puertas para reivindicar lo que nos pertenece. Lo hicimos sin ir más lejos la semana pasada cuando todas las organizaciones empresariales de esta Comunidad presentamos una serie de reivindicaciones al Gobierno central en materia de inversión en infraestructuras. Y no pedimos nada que no sea estrictamente necesario, reclamamos infraestructuras razonables, estratégicas y rentables». De todos formas, tanto en el contenido como en las formas, sus palabras eran más templadas que las pronunciadas por las organizaciones patronales hace ahora una semana en Valencia, por más que se mirara en ese espejo.

En relación con los casos de corrupción, apostilló que «nuestra reputación también afecta a nuestra economía». Aludió a las encuestas del CIS : «Se incrementa la preocupación por la corrupción y los partidos políticos», pero dejó claro que, al menos en su opinión, es responsabilidad de los políticos. «Nosotros, los empresarios, estamos intentando hacer nuestro trabajo para generar empleo y riqueza, lo otro no está en nuestras manos», declaró, para agregar a continuación que «las anunciadas medidas por la regeneración democrática son más que urgentes, son indispensables para que la sociedad vuelva a creer en nuestros representantes públicos». Nada de pedir mano dura ni más contundencia contra los corruptos.

Finalmente, la «amenaza» de la llegada de un «tripartito» de izquierdas ante la cercanía de las elecciones municipales y autonómicas se acabó colando en su discruso: «Los empresarios lo único que pedimos al próximo Gobierno autonómico es confianza, estabilidad y seguridad jurídica». La noche ya no dio para más.