Extasiada por los grandes eventos y la edificación sin tasa de su territorio, la llegada de la crisis económica actual, esa que se ha dado en llamar gran recesión para diferenciarla de la gran depresión del siglo XX, supuso un fenomenal choque de trenes -de AVE a máxima velocidad- para la economía de la Comunidad Valenciana, la autonomía que más ha sufrido los efectos de aquel cataclismo.

Entre el segundo trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2013, el PIB valenciano registró una caída acumulada de casi el 9 %, la mayor con diferencia de toda España, donde las siguientes autonomías con peor dato -Murcia, Andalucía y Castilla-La Mancha- se quedaron en la media del 7 %, según un informe hecho público ayer por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).

Al enorme deterioro del PIB hay que añadir que la destrucción de empleo en el citado período fue del 21 %, solo igualado por las tres ya citadas autonomías, y que la tasa de paro se triplicó al subir del 10 % al 29 % de la población activa.

El estudio, incluido en el último número de Papeles de economía española, destaca, como factor clave para explicar esa contracción del PIB, que la estructura productiva valenciana, en los momentos previos a la crisis, presentaba un peso «muy elevado de las actividades inmobiliarias y de construcción», por encima del 22 % del PIB. Sin embargo, el impacto sobre la producción y el empleo es mayor de lo que correspondería por esa «fuerte especialización regional», de modo que los efectos de la crisis se extendieron «también al sector industrial», como prueba que el índice de producción del sector secundario retrocediera en los citados cinco años en un 28 %.

El informe considera que una mejora de las dotaciones de capital no residencial, dada su «elevada productividad», produciría un impacto «muy positivo» sobre la producción valenciana. También valora como una ventaja el hecho de que, pese a la destrucción de empleo, la población activa de la autonomía tiene un nivel educativo equiparable al de la media nacional, «lo que tiene un efecto positivo sobre su participación en el mercado laboral, el acceso al empleo» y los salarios.

Además, cree que la Comunidad es una de las zonas donde las políticas de estímulo a los emprendedores tendrán mayor impacto en la reducción del paro, sobre todo «si se orientan hacia los nuevos empleadores con preferencia sobre otras alternativas como la conversión de asalariados en autónomos.