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En la Comunidad

Crece el espíritu emprendedor pero baja la supervivencia de los nuevos negocios

La crisis eleva hasta el 11,1% la cifra de profesionales de la autonomía que planea montar su propia empresa

La crisis y el cambio cultural que se está registrando en los últimos años ha disparado la cifra de profesionales que aspira a tener su propio negocio pero, al mismo tiempo, las mismas dificultades económicas también provocan que la tasa de supervivencia de las nuevas empresas se haya reducido notablemente. Así se deduce al menos del último informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) de la Comunidad Valenciana que trata de analizar la evolución de la actividad emprendedora durante el año 2012 y que ayer presentó en Alicante su director, el catedrático de la Universidad Miguel Hernández José María Gómez Gras.

De esta forma, el año pasado hasta el 11,1% de los residentes de entre 18 y 64 años de la autonomía señalaban su intención de poner en marcha un negocio a corto o medio plazo (en menos de tres años), lo que supone 1,2 puntos más que en 2011 y más del doble que en 2009, cuando sólo un 5,2% de la población se planteaba esta posibilidad.

Sin embargo, cuando se observa la actividad emprendedora real la evolución no es tan positiva y, de hecho, en 2012 se redujo. Así, si en 2011 un 6,9% de los encuestados participaba en una empresa de reciente creación, en 2012 el porcentaje cayó al 5,8% del total de los residentes. En otras palabras, que la cifra de emprendedores efectivos disminuyó casi un 16%.

Según explicó Gómez Gras, el problema no es que se creen menos negocios, algo que parece más o menos estabilizado, sino que la propia crisis provoca que buena parte de las nuevas empresas no logren consolidarse. Al respecto, el número de profesionales involucrados en negocios de entre tres y 42 meses de antigüedad se redujo un notable 27% con respecto a 2011, según las mismas fuentes.

Una oportunidad

El estudio también analiza los motivos que llevan a los emprendedores a embarcarse en esta aventura y, frente a lo que muchos pudieran pensar, sólo un 23% asegura que lo hace por necesidad ante la falta de otros ingresos, un porcentaje incluso menor que el de 2011. Por contra, el 76,2% sostiene que lo hace por oportunidad y, dentro de estos, casi dos terceras partes señalan que lo quieren es mantener o aumentar sus ingresos con su decisión de convertirse en empresarios.

Estas respuestas de los emprendedores contrastan con la percepción que tiene la población general de la situación actual, ya que sólo un 13,3% de los consultados consideran que existen oportunidades de negocio en estos momentos, el porcentaje más bajo en los nueve años en que se viene realizando el estudio GEM en la Comunidad Valenciana.

En cuanto a la financiación necesaria para poner en marcha el negocio, el agravamiento de la crisis y las cada vez mayores estrechuras económicas por las que atraviesan las familias están haciendo auténticos estragos. Así, en estos momentos el grupo más numeroso de emprendedores es el que crea un negocio para el que no necesita apenas capital inicial. Ya suponen casi el 18,8% del total cuando en 2010 apenas representaban el 8,6%. En su defensa hay que señalar que buena parte de estos negocios se desarrollan en internet, lo que facilita que sus gastos de establecimiento sean menores a los de una empresa normal, según apunta el catedrático de la UMH.

Entre quienes sí requieren una aportación inicial, la cuantía también se ha reducido: si en 2011 la mayoría de los emprendedores gastó alrededor de 30.000 euros para crear la empresas, en 2012 la cifra más frecuente fue de justo la mitad, unos 15.000 euros «y cada vez hay más gente que lo hace con sólo 6.000 u 8.000 euros», añade José María Gómez Gras.

A pesar de ello, cada vez son menos los emprendedores que pueden poner de su propio bolsillo todo el dinero que necesitan, apenas un 35% del total frente al 55% que lograba autofinanciar su iniciativa sólo dos años atrás. Ante esta situación cada vez cobra mayor importancia la figura del «financiador informal». Es decir, de los familiares o amigos dispuestos a prestar algo para completar el capital necesario. Al respecto, el autor del informe también destacó la puesta en marcha de diversas plataformas para impulsar el denominada «crowdfunding» o micromecenazgo como alternativa al sistema financiero tradicional.

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