Los trabajadores de la planta de Cemex en Alicante rechazaron ayer por la tarde la propuesta de reducción salarial que la empresa ha presentado a la plantilla como única alternativa al cierre de la producción de la fábrica. La oferta, presentada en forma de ultimátum que vencía ayer a las 11 de la noche, contempla una bajada de salarios del 25% y una pérdida del 72% de los complementos sociales recogidos en el convenio. Alicante, con 115 empleos directos y 130 indirectos, ha sido la única de las seis factorías españolas propiedad del grupo cementero mexicano que ha votado en contra de la propuesta. El rechazo, con el que los trabajadores buscan tensar la cuerda para lograr mejoras en las condiciones que ofrece la multinacional, expone a la plantilla a un despido masivo, al cierre de la producción y a la conversión de la planta en un sencillo punto de venta.

Las fábricas de Castillejos (Toledo), Buñol (Valencia) y Alcanar (Tarragona) aprobaron la reducción salarial antes de la tarde de ayer. La planta de Lloseta, en Baleares, cedió a la demanda que planteó la empresa el martes poco antes de las 17 horas de ayer.

Pasada la hora límite con un «no» firme de la plantilla, el comité busca ahora apoyos sociales -desde sindicatos hasta la propia alcaldesa de Alicante- y organiza medidas de protesta mientras espera a que la empresa recoja el guante. Confían en que las buenas cifras de productividad de la planta jueguen a su favor y en que las «dos pequeñas mejoras» que la directiva local planteó a escasas dos horas de la asamblea sean síntoma de un apego de Cemex a esta fábrica estratégicamente no revelado a los trabajadores durante este pulso por los salarios.

No obstante, y como matizó ayer en la asamblea la representación sindical, la firma del acuerdo no garantiza los puestos de trabajo. «La dirección dice que la voluntad de la empresa es conservar la planta si se firma la propuesta, pero que no se puede comprometer por escrito a no hacer regulación de empleo en los próximos meses», explicó Pepe Blanco, secretario del comité.

Cemex, involucrada en un proceso de macrofusión con la cementera suiza Holcim que integra operaciones en España e intercambia activos en Europa, rehusó ayer hacer declaraciones sobre el conflicto laboral de Alicante. Tampoco se manifestó sobre el retraso de dos meses que acumula la integración en la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea, extremo confirmado por fuentes de la cementera Holcim.

Rechazo por «actitud» y un bono

La postura de los empleados de Alicante, manifestada mediante una votación en la asamblea que se convocó de urgencia a las 17 horas de ayer, es consecuencia de «la negativa de la empresa a mejorar parte de la propuesta» que han aceptado el resto de plantas, según los representantes de la plantilla. Blanco explicó ayer al término de la reunión que «estamos dispuestos a bajar el sueldo un 25%, pero pedimos una compensación por lo que perdemos en los complementos».

El comité aseguró estar dispuesto además a aceptar que los nuevos contratos impliquen un 50% menos de sueldo y que se congele la antigüedad en el puesto de trabajo, como también pide la compañía, medida esta última que «afectaría mucho a la base de cotización», en opinión del secretario.

Los gastos sociales o bonificaciones que Cemex quiere reducir hasta su práctica eliminación incluyen becas de estudio, bonos para el economato de la fábrica o devoluciones por compra de ropa de trabajo, así como generosas pólizas de seguro por muerte e invalidez. «Pedimos un bono anual que compense en parte todo a lo que renunciamos», apuntó el representante sindical. «Y que se presten a negociar; hasta ahora sólo han venido a imponer y a decir que no. Ha sido una tomadura de pelo», sostuvo Blanco en referencia a la reunión del martes done la directiva activó la cuenta atrás para que la plantilla estudiara su propuesta.

Un «no» difícil pero sin estrecheces

Faltaron muy pocos, votaron casi todos y ganaron con dificultad pero sin estrecheces los que defendían el «no». De los 97 trabajadores con derecho a voto asistentes, 89 depositaron papeleta en la urna. El escrutinio arrojó una victoria del «no» por 13 votos.

Fue una asamblea de más de dos horas en la que el comité expuso sus razones para continuar con el pulso a la empresa mientras muchas otras voces de la plantilla sugerían aceptar las condiciones. Hubo argumentos económicos y morales, llamadas a la lucha, algún momento tenso durante la votación y no pocas risas cuando un compañero aprovechó el escrutinio para vender lotería. Todos sabían que cinco fábricas en España y un grupo de abogados en Monterrey, México, estaban muy pendientes de lo que decidieran. «Somos el bastión, el resto ha claudicado. La empresa no se esperaba esto», reflexionó un trabajador tras el encuentro. A partir de hoy, la réplica de Cemex.