Uno de los aspectos que llama la atención en el diagnóstico llevado a cabo por el ADEI es su constatación de que la diferencia de renta per cápita no es, contra lo que pudiera parecer, la principal ni única barrera para la expansión de Internet.

Según datos de Eurostat, España sigue notablemente por debajo de la media europea en lo que se refiere a la penetración de Internet en los hogares, aunque se constata un acercamiento, ya que el ritmo de crecimiento es más acelerado en términos comparados del que presentan países como Suecia: en seis años el porcentaje ha aumentado en 30 puntos en España, mientras que en el país nórdico ha sido de apenas 15, algo en lo que, como aclara el informe, tienen un papel determinante las condiciones de partida de una y otra nación.

La relación entre renta per cápita y porcentaje de viviendas con acceso a Internet es directa y, de hecho, el Observatorio señala que «solamente un nivel mínimo de ingreso hace posible el acceso de los individuos a los medios necesarios para poder conectarse a Internet», pero una vez obtenido un cierto umbral de desarrollo, las comparativas «ponen en tela de juicio el argumento de que la principal y única barrera para la expansión de Internet provenga de las diferencias en renta per cápita. Con todas las imprecisiones que pueda tener este indicador, lo es en la misma medida para un país como Francia, que tiene un nivel notablemente superior de penetración y tan solo se encuentra un poco por encima en renta per cápita que España, o para Italia, con un nivel levemente mayor de renta per cápita, y una considerable menor penetración de Internet que España».

La conclusión que obtiene el estudio del ADEI es que «las barreras a la entrada de Internet en los hogares tienen lógicamente un componente de renta, pero que a su vez existen otros obstáculos más potentes que deben explicar el porqué del retraso relativo de algunos países frente a otros (diferencias socioculturales, estructura de los mercados de telecomunicaciones, políticas públicas, etc.)».