Los molinos no seguirán creciendo como setas en los cerros y montes pelados de la Comunidad Valenciana. Al menos no en los próximos años. La reforma energética aprobada el pasado mes de julio por el Gobierno apuntilla cualquier opción de que los parques eólicos pendientes de construcción vean la luz. De esta forma, los proyectos que empresas como Med Wind o Iberdrola tenían planeados y que sumaban una inversión de alrededor de 300 millones de euros quedarán, de momento, en el cajón.

Actualmente, la autonomía ya cuenta con 33 parques repartidos por las tres provincias con una potencia instalada de 1.170 megavatios/hora, capaces de generar anualmente 2,5 millones de megavatios, lo que equivale al consumo eléctrico de dos millones de personas, según los datos de la Agencia Valenciana de la Energía (AVEN).

Estas plantas de generación eléctrica limpia nacieron a raíz del primer plan eólico impulsado por el Consell de Eduardo Zaplana y que se resolvió en el año 2002. Hubo varios grupos beneficiarios, pero el baile de accionistas en las concesionarias ha terminado por configurar dos grandes beneficiarios de la explotación. Uno de ellos es Renomar, una sociedad participada por accionistas valencianos y el Banco de Valencia y Acciona. Controla cinco zonas completas del plan eólico con 22 parques eólico. El otro gran concesionario es Acciona, a través de varias filiales, que concentra otras cuatro zonas con once parques eólicos.

Tras este éxito, en 2009 el Consell convocó un nuevo concurso para otorgar más concesiones, que son las que ahora se han paralizado.