Tras la auténtica debacle sufrida después del estallido de la burbuja, el negocio de las inmobiliarias empieza a florecer de nuevo en la provincia gracias al aumento de las ventas de viviendas a extranjeros en el que muchos ven una nueva oportunidad para prosperar. Desde el inicio del año pasado la Seguridad Social ha registrado un incremento de 165 en el número de empresas dadas de alta en este apartado en Alicante, que ya alcanzan las 1.460 en total, lo que también se ha traducido en un incremento de la cifra de trabajadores ocupados en el sector.

En concreto, según las mismas fuentes, al finalizar el pasado mes de junio ya eran 4.925 los alicantinos que se ganaban la vida vendiendo casas, lo que supone 719 más que en enero de 2012, una cifra nada despreciable teniendo en cuenta que la mayoría de actividades económicas aún continúa destruyendo empleo. De ellos, 1.827 lo hacían como autónomos (254 más que hace un año y medio) y otros 3.098 como asalariados (465 más).

Entre los primeros se encuentran los que han visto en la puesta en marcha de una inmobiliaria una alternativa al desempleo, como Pilar Panadés, que acaba de abrir en Altea una franquicia de la cadena especializada en la venta inmuebles de lujo Engel & Völkers. En su caso fue un paso bastante lógico: «Mi padre tiene una empresa constructora y yo he trabajado con él durante 20 años pero ahora ya no se mueve ni un ladrillo. Ahora el negocio está en vender lo que ya hay construido», explica Panadés sobre su decisión de establecerse por su cuenta.

Al respecto, reconoce que una de las ventajas de las inmobiliarias sobre otro tipo de actividades y por lo que cada vez más emprendedores están volviendo su mirada hacia el sector es que «con pocas operaciones consigues sacar suficiente para cubrir gastos y mantenerte, que es a lo que mayoría aspiramos ahora mismo tal y como está la economía».

Eso sí, que nadie piense que resulta fácil. Los primeros meses suelen ser muy duros mientras se consigue acumular una cartera de inmuebles lo suficientemente amplia y con las viviendas adecuadas para ajustarse a los requerimientos de los posibles clientes. Por eso Panadés optó por la citada franquicia que, además de dedicarse a un segmento alto donde la crisis afecta menos, «es muy conocida en Europa, lo que facilita que los compradores confíen en ti».

Mercado ruso

Pero si hay algo que está contribuyendo decisivamente a la recuperación del negocio es el auge del mercado ruso, que ya se ha convertido en el segundo en importancia entre los compradores extranjeros de segundas residencias en la provincia, sólo por detrás del británico, y que está dando lugar al nacimiento de inmobiliarias especializadas o al reciclaje de las existentes.

Miguel López lo tuvo bastante claro al ver cómo se multiplicaban las operaciones protagonizadas por estos ciudadanos. Su bufete, Almansa & Asociados, que tiene una delegación en Moscú, llevaba tiempo asesorando jurídicamente en operaciones de compraventa de inmuebles y se decidió a dar el salto y ampliar el negocio. Primero a través de internet, con la web www.costablancavillas.es, y ahora con la apertura de una delegación física que abrirá sus puertas en la céntrica plaza de Calvo Sotelo de Alicante la próxima semana y en la que trabajarán cuatro personas. El cartel que ha colocado en la fachada, completamente en ruso, deja claro quiénes son sus potenciales clientes.

«Creemos que en los próximos dos años la demanda va a seguir creciendo y que luego, aunque baje algo el ritmo, el ruso se quedará como un mercado muy importante para la provincia», explica López. Aunque inicialmente la mayoría de los que adquirían una casa en la provincia eran de un nivel adquisitivo bastante elevado, el abanico se ha abierto mucho y cada vez hay más rusos de clase media dispuestos a comprar su segunda o incluso primera residencia en la zona.

El tiempo dirá si tiene razón y el renacimiento de las inmobiliarias se consolida a lo que contribuiría que el mercado nacional también se reactivara o si es una nueva burbuja que acabará por pinchar.