­Al margen de la corrupción, en las filas populares, sí generó unacrítica unánime tanto las formas del discurso de José Enrique Garrigós -«fue chabacano, parecía un indignado», coincidieron varios dirigentes del PP- como, sobre todo, la parte de su intervención en la que atacó los sueldos de la clase política, una argumentación que la cúpula popular calificó de «demagógica». «¿Cómo es posible que se atreva a hablar de los sueldos de los políticos cuando en la Cámara hay directivos que cobran más que el presidente Fabra y se han tenido que acometer varias tandas de despidos de personal?», dispararon desde la cúpula del PP al tiempo que defendieron, dentro de la política de austeridad, que los políticos cobren un sueldo en función de su responsabilidad de «dirigir» las grandes instituciones.

Por su parte, desde la oposición, el secretario general del PSPV en Alicante, Gabriel Echávarri, pidió a Sonia Castedo que «si no tiene ganas de escuchar a los agentees sociales reclamar el fin de la corrupción lo mejor que puede hacer es marcharse. Todos tienen claro que su presencia en la alcaldía es un lastre para la ciudad pero ella prefiere aferrarse al cargo».