­El Presidente de la Asociación Empresarial Nacional de Elaboradores Artesanos y Comerciantes de Helados y Horchatas (ANHCEA), José Luis Gisbert, sitúa la caída del sector en Alicante en un 20 y un 30% respecto a 2012 durante los primeros tres meses de la temporada heladera, tradicionalmente enmarcada entre el 19 de marzo y el 12 de octubre. Gisbert, que atribuye esta situación al mal clima, asegura que los resultados en el norte español son aún peores.

En cuanto a las previsiones provinciales para los meses estivales, el presidente asegura que «dependemos del clima, porque si sigue soplando el viento de levante, tenemos malas perspectivas». Según apunta, la climatología es más importante que la situación económica, pues «si apetece un helado, es más difícil sustraerse al deseo de tomárselo si hace calor».

Se trata de una industria que «no depende de los pedidos recibidos, sino que fabrica en función de lo que se vende», aspecto que convierte la meteorología en un factor aún más condicionante que en muchos otros sectores.

Este gremio gastronómico, que está compuesto por unos 300 heladeros en la provincia y alrededor de 2.500 puntos de venta en todo el país, proporciona aproximadamente 10.000 puestos de trabajo en todo el país. Asimismo, aunque tradicionalmente se concentra la venta en las zonas costeras, Gisbert comenta que están surgiendo nichos de negocio en poblaciones del interior muy interesantes, como Castilla-La Mancha o La Rioja, pues, como continúa el Presidente, «las playas empiezan a estar un poco saturadas». Este negocio artesanal, según comenta el representante de los heladeros, escasamente sale de España, pero en el territorio español está presente de extremo a extremo.

Respecto a la situación de la industria heladera en tiempos de crisis, se ha producido sorprendentemente un efecto contrario, ya que en la provincia, en vez de cerrarse puntos de venta, se ha incrementado su número durante los últimos años. Sí es cierto, sin embargo, que algunas de las nuevas aperturas no han tenido el éxito esperado y se han visto obligadas a cerrar de nuevo.

Según Gisbert, el relevo generacional es una opción muy recurrida, ya que «las salidas profesionales son más escasas y si conoces el oficio es mucho más fácil quererlo». Además, hace seis años se creó el primer curso de Experto Universitario en Elaboración Artesanal de Helados, impartido por la Universidad de Alicante y que pretende profesionalizar el sector.

Los sabores de moda

Al preguntar sobre los helados de la temporada, no cabe duda para Gisbert de que los sabores clásicos son los verdaderos triunfadores desde hace varios años, sobre todo aquellos a los que se les añade algún ingrediente nuevo como caramelo o galleta. La degustación de helados más exóticos, como tortilla de patata o fabada, se reserva para las ferias, ya que «sirven más para probar que para vender y se fabrican solo cantidades testimoniales para ciertos restaurantes, pues los helados tradicionales no dejan de ser buenos o muy buenos».

Según el encargado de una de las heladerías Nueva Ibense en Elche, el mantecado es el sabor más consumido por excelencia, pero si se analiza la demanda de forma global, la gama de chocolates sigue ganando la carrera con bastante diferencia. Esto se debe, como apunta el responsable del negocio, a la gran variedad que ofrece este derivado del cacao, que incluye desde el negro hasta el blanco, pasando por el famoso kinder, el kit kat o el fondant. Además, el clásico turrón sigue siendo de los favoritos del público, junto a la leche merengada y el tutifruti, preferido entre los más mayores. Sin embargo, la asociación de heladeros presume de contar con una paleta de más de 1.000 helados.