Usted elige: la seguridad de cobrar poco durante algunos meses mientras busca trabajo o arriesgar gastando esas pagas de golpe en la puesta en marcha de un negocio. La "capitalización de la prestación contributiva", más conocida como pago único del paro, es una opción tan atractiva como peligrosa para lanzarse al autoempleo que eligen cada año alrededor de 3.500 personas en la provincia. Un 14% del total de altas de autónomos que representa una gran minoría de quienes optan por el autoempleo, según datos facilitados por el Servef.

Pedir el pago único supone, para algunos, liberar un capital de legítima propiedad que permite emprender sin mendigar ayuda a los bancos ni exponer el patrimonio de un familiar. Para otros, es "una trampa que te deja sin paro antes de que hayas terminado de pagar tasas e impuestos" de autónomo, como cuenta una escarmentada extrabajadora por cuenta propia de Alicante que solicitó la capitalización.

En 2012, 3.426 parados de la provincia convirtieron su prestación en liquidez a través de una opción que no ha variado apenas sus números durante la crisis: representa desde 2007 entre un 13 y un 15% de las altas de autónomos en la Comunidad.

Capitalizar y a funcionar

En líneas gruesas, para pedir el pago único basta con disponer de un mínimo de tres meses de paro. A partir de ahí, se puede recibir el 60% de su prestación, siempre y cuando signifique la inversión inicial de una actividad profesional como autónomo o miembro de una cooperativa o sociedad laboral. "Hay desde quien monta un bar o un comercio a quien se hace camionero, no hay un perfil concreto", apunta Rafael Pardo, presidente de la Asociación de Autónomos de la Comunidad Valenciana (ATA).

Un caso paradigmático de capitalización es el de Francisco Cases, informático alicantino que fue despedido en agosto de 2010 tras un ERE extintivo que acabó con la empresa en la que llevaba 25 años empleado. Cuando se vio en la calle, su ficha en la Seguridad Social le daba acceso a la prestación máxima: 24 meses de paro.

Entonces surgió la pregunta. "¿Me levanto cada mañana con dinero y sin trabajar o me lo gasto todo y monto algo por mi cuenta?", recuerda Cases. Tomó la segunda decisión junto a otros tres compañeros de su desaparecida empresa: iban a reabrirla y a refundarla como cooperativa.

Pudieron hacerlo porque, aunque la capitalización está dirigida fundamentalmente a fomentar el alta de autónomos, hay "una minoría de desempleados" que lo utiliza para integrarse o fundar cooperativas y sociedades laborales, como apunta Pardo. Son autoempleo porque aúnan las figuras de propietario y trabajador.

Para Cases y sus socios, sacar adelante Akra Informática Coop. V. supuso invertir el pago único de los cuatro cooperativistas, además de sus indemnizaciones por despido, un total de 24.000 euros en el caso de este veterano informático. "Nos jugamos nuestro dinero; si no salía mal, empezábamos de cero", declara. Conocían el negocio, mantenían a algunos clientes y se habían formado para implementar la mentalidad de empresario en sus placas base de programadores. Siguieron, como reconocen los expertos en el mundo laboral de los autónomos, la receta del éxito.

"Nos reuníamos con los técnicos de la Agencia Local de Desarrollo para que nos asesoraran sobre qué tipo de empresa crear. El cambio fue grande; de sólo programar pasas a llevar también temas de cobro, asuntos jurídicos, buscas clientes... Me enteré de lo que era un ERE cuando me echaron; ahora ya poco menos que soy asesor", bromea Cases.

Puede hacerlo. Tras varios meses "en los que sólo pagábamos tasas y facturas y repartíamos 400 euros entre todos", han logrado estabilizar las cuentas e incluso "contratar a un trabajador", apunta este defensor del pago único.

El escarmiento

A Mónica Arnáiz, alicantina de 39 años, le pasó factura haber tomado la decisión sin conocer todos los terrores en forma de cuotas, impuestos y facturas a los que debe hacer frente un emprendedor novato. Esta especialista en ventas de electrodomésticos, tenía 37 años de edad, muchos meses de un paro recién estrenado y pocas horas para salir de cuentas cuando decidió aprovechar "que estaba habiendo un boom de partos" para abrir una tienda de ropa para niños en el centro de la ciudad de Alicante.

Poco después de nacer su hijo, vio la luz Bamboo Baby: "ropa hecha en España, de calidad y a precio razonable".

Como ni ella ni su socia querían abrir el negocio con préstamos; utilizarían el dinero que ambas, despedidas tras el cierre de una cadena de electrodomésticos, podían reunir combinando un pago único "fuerte" de 12.000 euros y su indemnización.

A finales de 2011, Arnáiz mandaba la solicitud al Servef con su plan de negocio. Se dio de alta en el régimen general de autónomos en enero de 2012 y empezó a funcionar cuando recibió el visto bueno del Servef a su solicitud. "Teníamos mucha ilusión: no sabíamos dónde nos estábamos metiendo", recuerda Arnáiz.

Tener el "ok" del servicio de Empleo es sencillo, ya que, como explica Pardo, "sólo exigen facturas que demuestren dónde y cómo se ha invertido el dinero de la capitalización", sin que los técnicos "entren a valorar la rentabilidad del negocio".

Así que, ya con luz verde, iniciaron a principios del año pasado una experiencia laboral que no olvidarán. "Mobiliario, caja registradora, paredes, espejos, viajes a Madrid para comprar el género, un alquiler de 1.200 euros, facturas de luz y agua, la comisión del datáfono...". Enumera las cargas de su actividad como autónoma como si fueran las estaciones de un vía crucis. "El mes que más llegamos a vender nos llegó para cubrir todos los gastos... ¿Salario? Ahora, que no trabajo, dependo de mi marido igual que antes: nunca tuvimos ganacias", manifiesta esta exautónoma.

No hubo beneficios, y las pérdidas estaban por aparecer. "No contamos con que habíamos elegido una modalidad de autónomo con la que cada tres meses tienes que pagar tanto el IRPF como los módulos de cotización", explica Arnáiz. Eran tributos y cuotas "que nos hacían polvo cada vez que llegaban" y tenían que pagar de la cuenta común con sus respectivos maridos.

Hace dos meses se negaron a un futuro donde la palabra "crédito" se hacía cada días más inevitable: el 31 de enero dieron por zanjada su aventura, cerraron la tienda y se dieron de baja en el régimen de trabajadores autónomos. "No me meto en un lío como este nunca más. Estoy escarmentada, pero al menos no le debo dinero a nadie", comenta Arnáiz, hoy madre a tiempo completo en busca de un empleo a media jornada.

Recién llegado

Tres mil euros -el 60% de seis meses de su prestación por desempleo-, y un año de preparación para integrarse en el mundo empresarial en la Agencia Local de Desarrollo es con lo que cuenta el psicólogo Juan Gallego para emprender su aventura por libre. Exempleado de una consultora de Recursos Humanos, ha ampliado su actividad a la formación y reducido la estructura del negocio a una sola persona que ofrece "estudios de clima laboral, servicios de formación, selección de personal y coaching empresarial, ejecutivo y de ventas". Gallego empieza ahora: está esperando la transferencia que le permita pagar sus primeras facturas y alquileres.

"Si no tuviera el pago único, trabajaría de otra manera, no hubiese alquilado este despacho" en referencia al local que acaba de ocupar en el vivero de empresas de San Vicente. La capitalización "es un apoyo" para cubrir "la tasa de la licencia de apertura, el seguro de responsabilidad civil y los proyectos de actividad" para empezar su carrera en solitario. Sabe que al principio "te puede más la ilusión que los números", pero confía en que sabrá aprovechar esta apuesta a una sola carta que acaba de hacer.

Los expertos en autoempleo coinciden en que el pago único es "un arma de doble filo" de eficacia salomónica: salen beneficiados la mitad de quienes lo piden y agrava la situación económica de la otra mitad, según señalan tanto el presidente de ATA como el secretario general de UPTA-UGT en la Comunidad Valenciana, Javier Pastor.

La experiencia previa, la vocación y la formación empresarial marcan la diferencia entre quienes invierten con eficacia y quienes simplemente se funden el paro antes de volver a la cola del Servef.