Están en el ojo del huracán, muchos ciudadanos las acusan de ser los responsables de la crisis pero también se han convertido en una de sus principales víctimas. La reestructuración del sector financiero ha obligado a cerrar ya una de cada cinco oficinas bancarias que existían en la provincia y se ha cobrado también más de 2.100 empleos; unos datos que pueden quedarse cortos muy pronto ante la nueva ronda de recortes que preparan la mayoría de entidades, obligadas en unos casos por las duras condiciones impuestas por Bruselas a cambio del dinero para su recapitalización, y en otros por el aumento de la morosidad y agravamiento de la situación económica.

Tras los anuncios de Bankia, Banco de Valencia y el resto de entidades nacionalizadas, la puntilla la daba esta misma semana el Santander, el buque insignia de la banca española, al anunciar la absorción de su filial Banesto y el cierre de más de 700 sucursales en todo el país, una decisión que ha disparado las alarmas entre los trabajadores del ramo.

Lo cierto es que el balance hasta el momento ya resulta bastante desalentador. Desde junio de 2008, cuando en plena burbuja inmobiliaria bancos y cajas llegaron a tener operativas 1.770 sucursales en la provincia, ya se han clausurado 370 oficinas, el 21% del total, según los datos del Banco de España y de las propias entidades. La mayoría de estos cierres se deben a la reestructuración de las redes realizada las cajas que se fusionaron para intentar sobrevivir -como fue el caso de Caja Madrid y Bancaja para formar Bankia- y también a la reducción de costes de otras entidades con problemas como la CAM, que en este tiempo ya ha acometido dos planes de ajuste, el último de ellos ejecutado el pasado 7 de diciembre cuando clausuró 31 delegaciones en la provincia.

El resultado en términos de empleo ha sido igualmente negativo. Si hace cuatro años el sector financiero empleaba a 10.546 personas en Alicante, el pasado mes de septiembre la cifra se había reducido a 8.797, según datos de la Seguridad Social facilitados por CCOO, y el ERE aprobado en SabadellCAM restará en breve otros 400 puestos de trabajo, según estimaciones de Sicam. En total, 2.150 empleos menos, lo que supone una reducción del 20%.

El peso del rescate

Lo que resulta más difícil de calcular es la repercusión en la provincia de los nuevos ajustes planteados por las entidades, aunque nada invita al optimismo. Por un lado, Bruselas quiere que las cajas con ayudas ciñan su actividad a sus comunidades de origen, lo que amenaza a las redes que tienen en Alicante entidades como Catalunya Caixa o Novagalicia. Y, por otro lado, la fuerte implantación en la zona de Bankia, del Banco de Valencia y de su comprador, CaixaBank, también hace pensar que estas entidades podrían prescindir de parte de su infraestructura. Además, otros grupos con una notable presencia en Alicante como BMN (el grupo liderado por Cajamurcia), Ruralcaja o el citado Santander también tiene previsto nuevas clausuras.

Una idea del coste final pueden ofrecerla los datos que el banco presidido por Emilio Botín facilitó a los inversores para justificar la absorción de Banesto. Según sus analistas, si hasta la fecha las entidades ya han suprimido 6.000 sucursales en todo el país, en los próximos tres años se cerrarán otras 9.000. O, en otras palabras, que el ajuste de redes y de empleo en el sector aún no habría llegado ni a la mitad.

"El problema es que los bancos están ganando muy poco dinero en España, los beneficios que tienen el Santander o el BBVA son los que consiguen en el extranjero, y a la hora de recortar gastos lo más sencillo es recortar la plantilla y la infraestructura", se lamenta el responsable de banca de CC OO en l'Alacantí, Rafael Pomata. "El futuro pasa por un menor número de oficinas aunque más grandes", añade.

Lo cierto es que entre la elevada prima de riesgo española, que obliga a las entidades a pagar más para financiarse, y las nuevas provisiones que el Gobierno exige por los activos inmobiliarios los bancos se han quedado casi sin margen de maniobra. A ello hay que añadir que la reducción del número de operadores -apenas sobrevivirán una decena de entidades de cierta relevancia- también ha endurecido notablemente la competencia entre ellos.

Lo saben bien los trabajadores que han sobrevivido a los ERE puestos en marcha en el sector: "Hace tres años que el convenio de banca mantiene los sueldos congelados, lo habitual es que los horarios se prolonguen desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde y la presión para colocar productos es brutal", denuncia el responsable del sector bancario en UGT, Eloy Gonzalo, que asegura que algunos bancos han empezado a despedir trabajadores "alegando baja productividad".

Eso sí, hasta el momento el sector sigue disfrutando de los despidos mejor pagados del país, aunque puede que eso también cambie con los nuevos recortes y las facilidades que otorga la reforma laboral.