El empresario valenciano, máximo responsable de la Federación Agroalimentaria de la Comunidad Valenciana y presidente de Propollo en España, acaba de ser elegido presidente de la patronal avícola europea AVEC, un grupo industrial que aglutina los intereses de empresarios cuya producción anual se aproxima a los 11 millones de toneladas, emplean a 675.000 trabajadores y manejan una facturación anual de 110.000 millones de euros. Las firmas de este negocio clave para equilibrar la cesta de la compra consumen alrededor del 20% del total de cereales de la Unión Europea para garantizar la alimentación de estas aves de corral.

El sector avícola afronta un futuro incierto ante el incremento de los costes por el alza de las materias primas, lo que dispara el precio de los piensos. ¿Cómo afrontan las explotaciones esta nueva crisis de ámbito mundial?

El noventa por ciento de la avicultura está integrada en España, también en Europa, lo que evita males mayores. Son granjas que cuentan con suministro de piensos, supervisadas por sanidad, y cuyos animales deben tener el peso adecuado para ir al mercado. La ventaja que aporta es que la oferta está más concentrada y tienen más peso a la hora de negociar con los compradores. Con todo, si siguen creciendo los precios perderán rentabilidad y puede haber más cierres de explotaciones en varios países, incluido España.

¿Por qué suben los precios de los cereales?

Hay dos razones de peso que explican esa subida tan preocupante. En mi opinión, una es la restricción al cultivo de transgénicos, ya que existen muchos territorios del mundo donde no se puede plantar cereales por plagas o condiciones climatológicas adversas. Si plantaran transgénicos aguantarían estos problemas fitosanitarios o la escasez de recursos hídricos. Hay muchas teorías falsas sobre los problemas de los cultivos genéticamente modificados y la salud pública. Estados Unidos va por delante y no tiene complejos. Dicho lo cual también hay que decir que las grandes compañías controlan la producción sobre las materias primas y no les interesa que aparezcan otros productos que escapen de su control. Sea como fuere, sin transgénicos no se puede arreglar la crisis alimentaria mundial. La segunda razón que explica esas grandes oscilaciones en los precios de los cereales hay que buscarla en las especulaciones realizadas en los mercados de futuros, donde los inversores apuestan grandes cantidades de dinero y habría que controlar esas inversiones y exigir una regulación más exigente con ellos.

¿Debería la Unión Europea tener una legislación más flexible para permitir un uso más amplio de los cultivos genéticamente modificados?

El viernes de la pasada semana nos reunimos con el comisario de Agricultura [el griego Dacian Ciolos] y le llegamos a plantear que debe apostar por los cultivos transgénicos para mejorar el futuro de la alimentación. Es la única solución. Soja y maíz representan el sesenta por ciento de los piensos que consumen las explotaciones del sector.

El pollo, ¿está ganando la pelea para ser el animal más consumido en la cesta de la compra?

El consumo medio ronda los 23 kilogramos por habitante al año, una cifra que puede crecer en los próximos ejercicios. Tiene unas características con las que todo el mundo está de acuerdo. Es la carne más beneficiosa para el organismo humano. Las otras son respetables pero no reúnen las mismas características de la carne blanca. La de pollo es bien aceptada por la toda la población mundial, casi siempre es la carne más barata del mercado.

La concentración del sector parece inevitable. ¿Cuántas granjas quedarán en España?

Continuará en los próximos años. Este negocio ha pasado de tener medio millar de empresas hace veinte años a unas cincuenta, que definen el censo actual. En Europa hay más concentración incluso que en España.

El Congreso impulsa una nueva Ley de la cadena alimentaria para dar transparencia al mercado, clarificar cómo se fijan los precios y evitar que los productores sean los más perjudicados. ¿Vencerá el Congreso la presión de los grandes distribuidores?

Si sale como pretende el Ministerio de Agricultura me parece bien. Habrá más equilibrio. Las fuerzas se verán más equilibradas a la hora de negociar los precios. La gran distribución siempre tendrá un mayor peso. Será una ley buena. No es posible en España que el avicultor o el ganadero tengan que cerrar por falta de rentabilidad. El mercado se tiene que regir por la oferta y la demanda. El más sabio y el más listo es el que tiene que marcar los precios del mercado, que tendrían que ser buenos para el productor.