La crisis ha acentuado la pauta de emancipación tardía de los jóvenes españoles cuya trayectoria vital se ha visto truncada por la falta de trabajo, la escasez de servicios sociales y su «invisibilidad» ante los poderes públicos, según el informe «La transición de los jóvenes a la vida adulta. Crisis económica y emancipación tardía», realizado por la Obra Social de La Caixa.

El informe pone de manifiesto que la situación laboral es un factor determinante para la emancipación juvenil y el paso a la edad adulta y así mientras que en 2005 el 41 por ciento de los jóvenes de 16 a 34 años aún vivían con sus padres en 2011 esa cifra ha aumentado hasta el 44%. En ese año, el 44% de los jóvenes entre 20 a 24 años estaban en paro y el 59% de los ocupados tenía un contrato temporal por lo que tampoco podían emanciparse.

Así, el 19% de los jóvenes ocupados de 30 a 34 años y el 44% de los de 25 a 29 años todavía vive con sus padres. Este retraso en el comienzo de la vida independiente se extiende a todas las demás áreas vitales, como la formación de una pareja estable y el nacimiento de los hijos.

«La crisis ha truncado el proyecto vital de nuestros jóvenes y las administraciones no han sabido darles respuestas ni apoyo», subraya el catedrático de trabajo Social y Servicios Sociales de la UneD y uno de los autores del informe, Antonio

López.

Así, a pesar de los efectos de la crisis, el porcentaje de jóvenes usuarios de los servicios sociales es deficitario como demuestra el hecho de que en 2009 apenas el 1,18 de los jóvenes solicitaba este tipo de servicio o apoyo. Este dato se puede explicar por la desconfianza de los jóvenes hacia las instituciones públicas y los políticos a las que valoran con un 2,8 sobre 10. Además, más del 50% considera la gestión de los servicios públicos poco o nada satisfactoria.

A ello puede contribuir el hecho de que España es uno de los países de la UE con menor gasto social destinado a jóvenes, el 2,9% frente a países con el 6,6% del Reino Unido o el 6,5% de Dinamarca.

Este acceso limitado de los jóvenes a las prestaciones sociales ha redundado en un incremento del riesgo de pobreza y exclusión social entre los jóvenes, que ha pasado del 23,6 en 2008 al 30,6 en 2010.

Los jóvenes, esos invisibles

El estudio pone de manifiesto que «los jóvenes son invisibles para los servicios sociales y los servicios sociales son invisibles para los jóvenes», explica López, quien ha apunta que «no hay una clara intención de ofrecer servicios sociales diseñados específicamente para los jóvenes, ni se han establecido canales de comunicación específicos». «El diseño de las políticas sociales es un espacio de adultos para adultos».

Añade que «la sociedad le está fallando a los jóvenes y ha delegado toda la responsabilidad por el bienestar y desarrollo de los jóvenes en las familias». El profesor concluye con una advertencia: «la democracia sólo es viable si son viables las trayectorias vitales de sus ciudadanos».

Emancipación tardía

Por su parte, Almudena Romero, coordinadora del estudio afirma que el informe de La Caixa demuestra que la crisis está teniendo una incidencia clave en el retraso de la emancipación de los jóvenes y su autonomía residencial y económica. La diferencia con el pasado es que los jóvenes elegían quedarse en casa por comodidad, pero ahora es una imposición, no hay otra opción.

El estudio resalta el aumento de la frustración de los jóvenes que ven limitadas sus posibilidades de formar una pareja, una familia, de poder desarrollar proyectos formativos y laborales. Como consecuencia de todo ello, muchos jóvenes deciden marcharse fuera de nuestro país, lo que supone una pérdida de capital humano irreparable.

Los jóvenes son los que han asumido la mayor proporción de empleos precarios y temporales, que a su vez han sido los primeros en suprimirse con la crisis. Por lo que son los más afectados.

El estudio recoge que la crisis ha afectado a todos los jóvenes europeos, pero ha sido especialmente cruel con los jóvenes españoles, que son los que tenían una mayor temporalidad y precariedad.

«Y esto tiene mucho que ver con el papel de las políticas sociales de cada país respecto a los jóvenes», afirma Romero, quien añade que «en España, las ayudas que han recibido los jóvenes han sido muy limitadas. Como consecuencia de esto, los jóvenes desconfían de los políticos, de las instituciones y de la política en general, porque sus demandas no están siendo respondidas».