El visto bueno de Bruselas abre oficialmente la nueva etapa de la CAM capitaneada por el Banco Sabadell. Eso sí, después de dos largos años de calvario y seis meses de "stand by" desde la adjudicación de la CAM por parte del Banco de España al banco catalán, que se dispone a cerrar en estos próximos días el proceso para la integración definitiva, con la obligada reestructuración de la red de oficinas y la recuperación de clientes y depósitos a la cabeza de la agenda de trabajo.

Culmina así, previa aceptación de las condiciones impuestas por Bruselas, un proceso que arrancó el 7 de diciembre, cuando con la venta de la CAM al Sabadell por un euro se despejaba la incertidumbre que se venía cerniendo durante largos meses sobre la que fuera una entidad todopoderosa y que acabara demonizada y en el punto de mira de todo el sistema financiero español.

Comienza ahora una nueva etapa, pilotada ya formalmente por el Sabadell, que durante estos seis últimos meses, con las manos todavía atadas y a la espera de la autorización formal de Bruselas, ha venido realizando un desembarco progresivo en la caja alicantina, con el reto de amansar las aguas y devolver, con su proyecto y la profunda reestructuración de su red comercial, la confianza a clientes y trabajadores.

Pero el camino, hasta los inicios de esta nueva -y esperanzadora- etapa, no ha sido fácil. Y el largo calvario de la CAM ha hecho correr ríos de tinta durante los dos últimos años y medio, en lo que echando la vista atrás se antoja como una agónica carrera a contrarreloj para evitar una nacionalización que, de forma inevitable, llegó ya en el mes de julio de 2011 y que escenificó el anunciado, e impensable tan solo unos años atrás, final de una entidad finaniera que la sociedad alicantina percibía como un gigante.

Camino de la intervención

Y es que mucho ha llovido desde que, en medio de los primeros y tímidos debates sobre la necesaria reestructuración del sistema financiero que ponía sobre la mesa el anterior Gobierno socialista, resurgiera de entre el olvido la tan traída y llevada fusión CAM-Bancaja. La Generalitat Valenciana defendía a capa y espada el matrimonio entre las dos cajas. En noviembre de 2009 el Consell hablaba sin tapujos de la fusión, y la defendía en términos de prioridad, mientras los dirigentes de ambas cajas se esforzaban en transmitir y vender sus sobradas capacidades para afrontar el nuevo escenario financiero en solitario. Un argumento que no tardaba en desinflarse, cuando el Gobierno comenzó a hablar de las fusiones ya no como algo conveniente sino como un deber prácticamente irrenunciable.

Todas las cajas, CAM y Bancaja incluidas, se lanzaban entonces a la obligada búsqueda de socios. Primero fue un serio flirteo con Cajamurcia que, frustrado en el último momento, daba paso en mayo de 2010 al acuerdo de fusión fría (SIP) con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria. Las divergencias Alicante-Asturias por liderar el SIP no tardaban en entrar en escena. Y el pulso acabó unos meses después, al amparo de las altas cifras de morosidad de la CAM, del lado de Cajastur, que exigió reducir la participación de la caja alicantina en la fusión. A finales de marzo de 2011, se hacía oficial: la CAM se quedaba fuera del SIP, sola, y obligada a recurrir al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Y comenzaba entonces una nueva búsqueda de socios a contrarreloj para evitar la nacionalización.

Tras el rechazo de todos los grandes bancos españoles y algunos extranjeros, la caja alicantina quemaba su último cartucho con las negociaciones in extremis con un fondo americano conocido por sus agresivas inversiones. El acuerdo, en plena crisis del euro y ante la falta de garantías públicas, no tardaba en desinflarse y la sombra de la nacionalización, con la CAM ya sin margen de maniobra, se hacía cada vez más patente.

La noticia se hacía oficial el 22 de julio: el Banco de España tomaba el control de la entidad alicantina, abriendo un proceso de subasta que se alargó, agudizando la incertidumbre, hasta que en diciembre se concretara la adjudicación al Sabadell.

Cerca de 20 personas han pasado por la comisión de investigación de las Cortes

Con los antiguos gestores de la CAM en el punto de mira y la necesidad de depurar responsabilidades y arrojar luz sobre la grave situación de la caja alicantina , que en apenas dos años pasó de ser de todopoderosa a verse demonizada y nacionalizada, las Cortes Valencianas abrían en el pasado mes de mayo una comisión de investigación, por la que de momento han desfilado dieciocho personas, entre ellas el exdirector general de la entidad, Roberto López Abad, su sucesora, María Dolores Amorós, y el expresidente, Modesto Crespo. También han comparecido los exvicepresidentes del consejo de administración Ángel Martínez, Benito José Nemesio y Armando Sala; el exconsejero José Enrique Garrigós, actual presidente de la Cámara de Comercio de Alicante; o el exsecretario de la caja alicantina José Forner, entre otros.