Cuando el año pasado la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) lanzó por primera vez una línea de subvenciones para proyectos empresariales en países del Tercer Mundo -hasta entonces sólo financiaba a ONG-, los cinco socios de la firma alicantina Towerplane rápidamente vieron en ella una oportunidad. Su especialización como programadores de aplicaciones para móviles encajaba a la perfección con la rápida implantación de esta tecnología en África, donde se está convirtiendo en uno de los impulsores del crecimiento del continente, por lo que sólo era cuestión de buscar el nicho adecuado.

La inspiración definitiva llegó tras una pequeña "investigación" y el descubrimiento de la creciente importancia de los microcréditos en la mayoría de los países en vías de desarrollo y la precariedad con la que se gestiona esta actividad, según relatan Juan Carlos Sánchez y Antoni López, dos de los socios de la compañía. Fue así como decidieron apostar por la creación de un programa que permitiera administrar estos pequeños préstamos a través del teléfono o de un portátil -lo que se conoce como banca móvil- y eligieron a una asociación financiera de mujeres de Gambia con amplia experiencia en la concesión de microcréditos (GAWFA) para desarrollar el proyecto.

AECID decidió apoyarles y sufragará con 128.100 euros el 70% del coste de la iniciativa, que deberá estar terminada y en funcionamiento en un plazo de un año y medio. Todos ganan: GAWFA ampliará el volumen de dinero que puede gestionar -en la actualidad más de 50.000 mujeres gambianas ya se benefician de sus préstamos-, mientras que Towerplane desarrollará un nuevo software que luego podrá aplicarse en otros muchos países emergentes donde las microfinanzas y la telefonía móvil también están en auge.

En un primer viaje sobre el terreno los responsables de la firma alicantina pudieron comprobar los retos a los que se enfrentan. "La asociación apenas tiene infraestructura. Hay una sede principal y alguna delegación pero la mayoría de los préstamos los gestiona un señor que se dedica a ir de poblado en poblado con una moto: Llega a la aldea, paga a quien tiene que pagar y cobra las cuotas", explica Juan Carlos Sánchez. "Y, por supuesto, todo se hace a mano, apuntando las cantidades en una cartilla de papel", añade el ingeniero.

Esta precariedad, a la que se suma la ausencia de carreteras u otros medios de transporte, contrasta con la amplia cobertura de las redes de telefonía móvil, mucho más baratas de extender. De hecho, en algunas zonas del país ya se está implantando el 4G como ocurre en los país más desarrollados. Gambia, además, es un país relativamente pequeño, de apenas 1,8 millones de habitante, por lo que resultará idóneo para probar el sistema antes de llevarlo a mercados mayores.

También permitirá hacer frente a otros desafíos, como conseguir que la aplicación permita a una población mayoritariamente analfabeta comprender asuntos como el dinero que debe o el plazo para devolverlo. "No saben leer los números pero si ven un billete saben su importe", explica Antoni López. En este sentido, también son conscientes de la necesidad de que el dispositivo incluya algún mecanismo de identificación biométrica, como un lector de huellas o de rostros, porque "tampoco están extendidos los documentos de identificación", como el DNI o el pasaporte.

Aunque aún no lo tienen decidido, en un principio su intención es usar Android como sistema operativo porque es el que mayoritariamente emplean los fabricantes de móviles chinos, los más implantados en África.

Un buen negocio

Los responsables de Towerplane señalan que la mayoría de los créditos que conceden asociaciones como GAWFA o las entidades especializadas son de muy poca cuantía, de apenas 100 ó 200 euros. "Los utilizan para poner en marcha algún pequeño comercio o para comprar las semillas para la siguiente cosecha y, aunque pueda parecer lo contrario, son un buen negocio porque es dinero que se devuelve", asegura Juan Carlos Sánchez. Los microcréditos se han revelado como una de las herramientas más eficaces para fomentar el desarrollo en los países del Tercer Mundo y, según el Banco Mundial, existen más de 7.000 entidades que se dedican a la concesión de los mismos.

De la gestión de SMS a la entrada electrónica

Desde su puesta en marcha hace unos seis años, esta pequeña compañía formada por cinco socios se ha especializado en la creación de programas para la gestión de SMS en instituciones y empresas, y también ha desarrollado otras aplicaciones, como la que permite generar entradas electrónicas que se llevan en el móvil sin necesidad de imprimirlas. Entre sus clientes destacan, por ejemplo, el Síndic de Greuges, para el que administran las comunicaciones vía mensaje de texto, o la Institución Ferial Alicantina. Es en esta última en la que han probado la entrada electrónica que, además, permite conocer exactamente cuántos de los asistentes en un congreso o una feria han participado en cada actividad. También han trabajado en campañas de promoción turística de algunos municipios, como Lorca, para el que produjeron tarjetas regalo con cierta cantidad de SMS gratuitos.