El exdirector general de Bancaja, Aurelio Izquierdo, tiene un plan de pensiones en la entidad que alcanza los 15 millones de euros, aunque las fuentes consultadas precisan que esta cantidad finalmente podría variar en función de la rentabilidad que obtenga el fondo, de tal manera que esa cifra podría subir a 16 o bajar a 14 o 12. En cualquier caso, Izquierdo, nacido hace 51 años en Murcia, disfruta de un plan de pensiones que podría percibir en la mitad de su importe global cuando cumpla los 55 años, mientras que el resto lo cobraría al llegar a los 65.

La trayectoria laboral de Izquierdo en los últimos tiempos ha sido cuanto menos azarosa. Fue uno de los jóvenes economistas que el entonces director general de la Caja de Ahorros de Valencia, Emilio Tortosa, fichó a finales de los ochenta y que pilotaron las fusiones que dieron lugar a Bancaja y, desde 1994, el Banco de Valencia, como Fernando García Checa y Domingo Parra. Izquierdo se incorporó en 1988. Fue ascendiendo en la entidad, donde durante años fue director del área financiera. En septiembre de 2007 era director general adjunto cuando el presidente de la caja, José Luis Olivas, despidió con una indemnización de unos seis millones de euros a García Checa y nombró en su lugar como director general a Izquierdo, quien, por tanto, pese a estar en el puente de mando en toda la etapa de bonanza que acabó provocando la ruina de la caja, en realidad ha pilotado los años más difíciles, no en vano la crisis se inició en aquel verano de su nombramiento.

Fiel a un presidente muy ejecutivo como fue Olivas desde 2004, le acompañó en la aventura de Bankia, inicialmente como número tres de la entidad al hacerse cargo de la dirección general de negocio y mantener su cargo en Bancaja. Pronto, sin embargo, se produjo el choque con los hombres de Caja Madrid capitaneados por el presidente de Bankia, Rodrigo Rato.

Paralelamente, los problemas del Banco de Valencia, inspeccionado por el Banco de España, empezaron a abrumar a Olivas y a minar su posición en Bankia. El 7 de octubre de 2011, como presidente del banco valenciano, decidió el relevo del consejero delegado, Domingo Parra, por Izquierdo, quien abandonó sus responsabilidades en Bankia/Bancaja con una excedencia que le garantizaba los derechos adquiridos hasta entonces. Tres semanas más tarde, Olivas le cedió también la presidencia del banco. Quienes hablaron con él en aquellos días recuerdan que se encontraba literalmente abrumado por el papelón que se había visto obligado a interpretar. No es para menos, porque un mes después el banco fue intervenido y él y todo su consejo, cesados.

Izquierdo se quedó en terreno de nadie y además estigmatizado por su gestión. Su plaza en Bancaja la ocupaba desde hacía unos meses Juan Zurita y, con el traspaso del negocio financiero a Bankia, en verdad no había funciones reales a desempeñar por él. Olivas estaba en deuda con este directivo, pero en esos momentos la sociedad española se encontraba sacudida por las sucesivas informaciones que desvelaban las suculentas indemnizaciones que los exresponsables de cajas de ahorros estaban cobrando o se disponían a cobrar.

Así que Olivas, consciente del escándalo que se produciría, intentó reincorporar a Izquierdo a la caja, pero no lo consiguió en un primer intento por el rechazo de un grupo de consejeros.

Finalmente, el 21 de febrero, el mismo día en que el consejo acordó impugnar la auditoría externa promovida por Rato sobre el grupo valenciano para revalorar su contribución y su peso a Bankia, Olivas se salió con la suya al aceptarse la contratación de Izquierdo. De esta forma, logró evitar tener que hacer ya el desembolso del plan de pensiones.