Los máximos responsables del Sabadell son muy conscientes de que las pérdidas que han ocasionado a miles de clientes la debacle de las cuotas participativas y el bloqueo de las participaciones preferentes son dos de los mayores problemas de la CAM en este momento. Sobre todo de cara a recuperar la confianza de los clientes y más cuando todas las entidades mantienen una encarnizada lucha por captar el ahorro de las familias. Por eso, los directivos del grupo catalán ya están analizando todas las posibilidades para dar una salida a estos pequeños inversores que confiaron en la caja alicantina y han salido perjudicados.

En el caso de las cuotas -valores similares a las acciones que cotizan en Bolsa- el cuaderno de venta de la CAM no exigía al comprador que se hiciera cargo de ellas, por lo que simplemente se podría haber exigido a sus titulares que asumieran las pérdidas. Sin embargo, el Sabadell no quiere asumir ese golpe en su imagen y estudia, como posible solución, alguna especie de canje de cuotas por acciones propias.

Eso sí, este intercambio estaría ligado a que el titular de las cuotas se comprometiera de alguna forma a mantener sus ahorros en la entidad o bien, si ya los ha retirado, a reingresarlos. De esta forma, matarían dos pájaros de un tiro. Lo que se desconoce es el precio que se fijaría para el intercambio.

En este sentido, el valor de las cuotas participativas se desplomó el pasado mes de agosto cuando los administradores designados por el FROB decidieron suspender el acuerdo del anterior consejo de administración de la CAM para recomprarlas. Frente a los 4,77 euros en que se fijó el precio para dicha amortización -que ya era más bajo que los 5,84 euros a los que empezaron a cotizar- los títulos de la caja alicantina han llegado a caer hasta 0,88 euros. Ayer cerraron la sesión a 1,26 euros.

Muchos pequeños inversores han denunciado que, a pesar de tratarse de una inversión de riesgo, en su día les vendieron las cuotas como valores seguros, que estaban "avalados" por la caja.

Algo similar ocurre con las participaciones preferentes, que también se comercializaron en muchos casos como si se tratara de imposiciones a plazo fijo. Sin embargo, se trata de valores de deuda perpetua en los que el cliente presta de por vida una cantidad a la entidad financiera a cambio de recibir un interés anual generalmente más elevado que la media del mercado.

El problema es que, para recuperar la inversión hay que encontrar a otro comprador dispuesto a quedarse con el título, algo imposible desde que la caja fue intervenida, aunque en general hay problemas para colocar esta clase de valores de cualquier entidad. Además, los intereses pueden dejar de abonarse cuando la entidad entra en pérdidas, como sería el caso actual de la CAM.

La entidad alicantina comercializó hasta 1.400 millones de euros en tres emisiones diferentes, por lo que la lista de clientes que no pueden disponer de sus ahorros en estos momentos se cuentan por miles. Varios cientos de ellos ya se están organizando a través de las asociaciones de consumidores especializadas como Ausbanc o Adicae.

Nueva normativa

La solución en este caso también podría llegar a través de un canje por acciones. De hecho, el propio Sabadell ya ha propuesto a sus clientes una operación similar con las preferentes emitidas por el propio banco catalán y el guipuzcoano. Es más, también otras entidades como el Santander han puesto en marcha este tipo de canjes. Sin embargo, en estos casos más que por las protestas de los ahorradores, la propuesta de intercambio se debe al cambio de la normativa bancaria.

Hasta ahora las participaciones preferentes computaban como capital de máxima calidad -el que se utiliza para establecer los mínimos de solvencia requeridos por el Gobierno- pero con la nueva legislación de Basilea III sólo tienen esa consideración los títulos obligatoriamente convertibles en acciones.

No obstante, las asociaciones de consumidores exigen que se declaren nulos la mayoría de los contratos de venta de preferentes ya que entienden que se comercializaron con engaño y entre inversores que no estaban cualificados para entender el producto que compraron.