José Enrique Garrigós ya sabe lo que es encontrar contestación en el seno de la Cámara de Comercio de Alicante, la institución que desde hace año y medio preside como titular, después de haber pasado unos meses al frente de ella como sustituto del dimitido Antonio Fernández Valenzuela. Garrigós vivió el martes el pleno más tenso que se recuerda en la entidad en los últimos años. Un pleno en el que, en medio de la peor crisis económica en décadas, y con una Cámara a la que le deben mucho dinero pero que no tiene liquidez en caja, tuvo que ver cómo le daban un ultimátum para que aclare las cuentas hasta el último céntimo si no quiere verse denunciado ante la Administración tutelante, que en este caso es en primera instancia la Generalitat Valenciana.

Garrigós zanjó el pleno alegando que se encontraba mal y que previamente había concertado cita con el médico. Pero, aunque salió airoso de las votaciones, tiene cinco días para contestar o se arriesga a que la amenaza se cumpla y las cuentas se le reclamen mediante un escrito pasado por el registro de la Administración autonómica.

El conato de rebelión, inédito en un órgano tan acostumbrado a la mansedumbre como el pleno de la Cámara de Alicante, venía gestándose desde hace semanas y muchos de los miembros del teórico órgano de gobierno de la entidad estaban avisados antes de que la sesión comenzase de que ésta iba a ser movida. La excusa fue el punto del orden del día en que se pedía autorización para una póliza de crédito que palie los problemas de liquidez de la Cámara, a la que la Generalitat tiene asfixiada económicamente, al deberle, y no pagarle, alrededor de cinco millones de euros.

El fuego lo rompió el exvicepresidente Pedro Reig, enfrentado con Garrigós desde el inicio del mandato de éste, quien le pidió que concretara si esa póliza de crédito que iba a pedirse tenía como fin último sustentar el funcionamiento diario de la Cámara o financiar un ERE para reducir la plantilla de la entidad. La respuesta confusa de Garrigós llevó a que otro de los miembros del pleno, Cristóbal Navarro, volcase un aluvión de preguntas concretas, que iban desde el sueldo del director general, Carlos Mazón, hasta el gasto en tarjetas visa de la cúpula de la institución, pasando por todo tipo de contrataciones o costes por cualquier evento realizado en los últimos meses.

De nada sirvió que el propio director general, Mazón, interviniera para alegar que algunos de los datos que se pedían no podían hacerse públicos por respeto a las leyes de confidencialidad. Navarro, asesor fiscal y que entró en el pleno de la Cámara por el cupo de la patronal COEPA, llevaba las preguntas escritas, prueba de que la estrategia estaba concertada con anterioridad, y advirtió allí mismo de que si en el plazo de cinco días no se le daba respuesta a todo lo que planteaba registraría ese mismo escrito en el órgano correspondiente de la Generalitat.

Garrigós encontró un firme defensor en el concejal y también exvicepresidente de la Cámara Juan Zaragoza, cuya vehemencia en su alegato a favor de la gestión que el empresario turronero ha realizado en el ente cameral sorprendió a varios de los presentes. Pero tan significativas como las críticas o las defensas fueron las ausencias de miembros del comité ejecutivo, el órgano en teoría más cercano al presidente, en un día en que se sabía de antemano que iba a haber polémica en el pleno.

No asistió el presidente de la patronal de la pequeña y mediana empresa, Juan José Sellés, quien el mismo día del pleno escribió en la página que mantiene en Facebook Valenzuela que no había ido porque su casa se había inundado, pero tampoco el representante de los regantes del Júcar-Vinalopó, Andrés Martínez. Y el presidente de la poderosa federación empresarial del metal (FEMPA), Guillermo Moreno, abandonó el pleno antes de que se votara nada.

Lo sucedido, según todas las fuentes empresariales consultadas, no pone de momento en peligro la presidencia de Garrigós. Pero supone un serio aviso. Los miembros que en el pleno, con sus intervenciones, sus ausencias o su evidente absentismo, se mostraron críticos con el presidente representan grupos de interés dentro de las distintas patronales muy diversos y difíciles de aunar. Pero con el pulso echado el martes demostraron que, al menos como oposición, sí tienen capacidad para actuar de forma coordinada y poner en aprietos a la actual "nomenklatura" de la Cámara. Les separan muchas cosas, pero les une el rechazo a la forma excesivamente personalista de dirigir la entidad que achacan a Garrigós. La mayoría de sus predecesores (Valenzuela, Vázquez Novo, Alperi o Quintanilla, por citar algunos ejemplos) fueron tan presidencialistas o más incluso que Garrigós a la hora de comportarse al frente de la institución, pero los críticos acusan a Garrigós de haber roto cualquier tipo de diálogo, siquiera por guardar las apariencias, y de gobernar la institución como si fuera su propia empresa.

Por el lado contrario se replica, sin embargo, que el movimiento procede precisamente de quienes se han opuesto desde el primer momento a que Garrigós presidiera la Cámara y ahora buscan defender sus propios intereses, ya que quedaron apartados del "núcleo duro" de poder o están a punto de quedar fuera de él. Pero también hay un elemento que pesa sobre ciertos miembros del pleno: es el que algunos denominan "síndrome CAM". Sin ser contrarios a la gestión de Garrigós, consideran que no la está explicando suficientemente y no quieren, como los consejeros de la caja intervenida, contestar luego que no tenían información sobre los actos que convalidaban.