Entre 400 y 500 millones de euros en depósitos salieron del Banco de Valencia en las dos semanas posteriores a que se conociera que el Banco de España, en una inspección iniciada a finales del año pasado, había detectado un agujero de aproximadamente 800 millones en la entidad controlada por Bancaja-Bankia. La cifra máxima de 500 millones equivale a un 3,8 % de los 13.018 millones en depósitos de clientes que tenía el banco a junio de 2011. La portavoz de UGT en Banco de Valencia, Regina Bofill, explicó ayer a este diario que la procedencia de esas cantidades es heterogénea, pero que han sido las grandes familias accionistas de la entidad -no todas, pero sí en su mayoría- las que han puesto a resguardo en otras entidades una parte considerable de los depósitos que mantenían en el banco. También ha habido pequeños accionistas atrapados en la pendiente bajista de los títulos de la entidad que han retirado su dinero en vista de las pérdidas que iban a sufrir si vendían sus acciones. Por último, mucha clientela de edad avanzada ha preferido llevarse sus ahorros a la competencia, a pesar de que el Estado garantiza todos los depósitos hasta 100.000 euros.

Bofill añadió que contrariamente a esta tendencia y especialmente a la "huida de las familias históricas del banco", ha habido un grupo de empresarios valencianos "de alto nivel" que han apostado por la entidad y han efectuado en esos mismos días ingresos conjuntos de hasta 50 millones de euros.

El esfuerzo de la burguesía

Fuentes empresariales consultadas por este diario confirmaron la apuesta de última hora que una parte de la burguesía valenciana, la más pudiente, ha realizado por el banco. No quisieron precisar la cuantía ni la identidad de las personas, pero explicaron que, a pesar de que el "esfuerzo no ha servido para nada", el propósito de esta acción fue doble. Por un lado, contrarrestar la salida de depósitos que se estaba produciendo y que, como ha sucedido en el resto de casos similares en este proceso de reestructuración financiera, ha sido uno de los motivos que ha acelerado la intervención del Banco de España. El supervisor tomó esta decisión el lunes y, además de aportar mil millones para capital, ha establecido una línea de crédito de 2.000 millones para liquidez. Su actuación, además, es la prueba más evidente del respaldo público y tenía como uno de sus objetivos evitar que siguiera la sangría de depósitos. De hecho, tanto Bofill como fuentes oficiales del Banco de Valencia coincidieron en afirmar que la "tranquilidad" era la nota dominante ayer en las oficinas de la entidad. El otro propósito de los citados empresarios fue trasladar a Bankia el mensaje de que la sociedad valenciana apostaba por sus instituciones, aunque el gesto, por lo visto, llegó tarde. En cualquier caso y vista la posible llegada del FROB, el riesgo no era alto, sin duda alguna muy alejado de lo que hubiera significado invertir en la compra de acciones de la entidad, que han sufrido un desplome constante en los últimos meses.

Estas fuentes exculparon la postura final de los accionistas históricos del banco, que atribuyeron al hartazgo por la actitud de Bankia y, muy especialmente, de los gestores del banco valenciano en los últimos años: José Luis Olivas (como presidente hasta su dimisión el 28 de octubre) y Domingo Parra (como consejero delegado hasta su salida el 7 del mismo mes). Bancaja compró en 1994 al Banco Central su 24 % del Banco de Valencia y, desde entonces, se hizo cargo de su gestión. Tras fusionarlo con el Banco de Murcia alcanzó casi un 40 %. Suya ha sido en este tiempo la responsabilidad sobre la entidad, a la que ha amparado ante las agencias de calificación, a la que prestaba dinero en momentos puntuales de dificultad y con la que ha compartido negocios, en especial los que han llevado a la decadencia a las dos entidades, es decir, los inmobiliarios. Los accionistas miembros del consejo, con buenos beneficios y sus acciones siempre revalorizándose hasta que llegó la crisis, se pusieron en manos de los hombres de Bancaja. Pero la crisis de esta y su participación en Bankia, donde el control corresponde a los hombres de Caja Madrid, liderados por Rodrigo Rato, cambió las relaciones entre caja y banco y, como afirma una de las fuentes consultadas, "cuando llegaron los problemas Bankia renegó de la entidad y, tras la salida de Olivas y Parra, los mayores accionistas, muy molestos con la situación" han acabado por darle la espalda. Esta opinión no es compartida por UGT, que "han callado ante todo lo que decía el consejo".