Cuando Rafael Martínez Berna (Albatera, 1960) se convirtió en el presidente de los empresarios alicantinos, en junio de 2009, la crisis vivía sus momentos más duros. Desde entonces, pocas han sido las alegrías que ha dado la situación económica y, aunque Berna no es pesimista y cree que no habrá una recaída, si advierte de que aún quedan momentos duros.

Después de más de tres años de crisis, algunos dicen que cuatro, ¿se vislumbra algún tipo de mejoría o lo que viene es una nueva recesión?

Son cuatro años de crisis y tres desde que cayó Lehman Brothers, así que fíjese si llevamos ya tiempo así. La situación es muy compleja y está agotando las reservas y las ilusiones de mucha gente. La clave está en que no las perdamos: Hay que seguir y tenemos que intentar, entre todos, encontrar soluciones. Es difícil porque los mercados están completamente fuera de control y tenemos una situación internacional muy compleja, en la que no dependemos de nosotros mismos para muchas cosas. Además, el crecimiento leve que se estaba produciendo en ciertas actividades como la exportación se ha ralentizado.

Pero, ¿habrá recaída?

Esperamos que sea sencillamente una ralentización pero que no haya recaída. Ese es el deseo de todos pero tenemos que ver la evolución de los mercados porque dependemos de ellos, aunque no nos guste.

¿No cree que resulta un poco contradictorio que los mercados nos pidan al mismo tiempo que ajustemos, que gastemos menos, pero también nos reprochan que no crezcamos?

Parece incoherencia pero no lo es. Tenemos un endeudamiento altísimo que va a requerir mucho tiempo para poder devolverlo y es vital evitar que siga creciendo, tanto el déficit público como la deuda de las familias y las empresas. Esto, evidentemente, puede paralizar la economía pero, si no se produce, no vamos a generar confianza y, como somos dependientes del exterior para financiarnos, no tendremos crédito, y sin crédito sí que no tenemos ninguna posibilidad de recuperación ni de crecimiento ni de mantener las cotas de bienestar que hemos alcanzado.

Sin embargo, parece que las políticas de ajuste tampoco están siendo bien recibidas por los mercados. Desde mayo del año pasado se están tomando medidas y ahora vamos a reformar la Constitución para limitar el déficit pero la prima de riesgo sigue disparada. ¿Qué más se le puede dar a los mercados?

Los mercados a veces también son incomprensibles y parece que actúan simplemente por la última declaración de un político. Pero lo que también es cierto es que, aunque parezca que hemos tomado medidas muy contundentes, no es así. Todavía no se ha llevado a la práctica con un éxito total la reestructuración del sistema financiero; tenemos una reforma del mercado de trabajo insuficiente; y no se ha conseguido una reestructuración administrativa y un recorte del gasto a los niveles que va a requerir la situación actual. ¿Quién sí lo ha hecho? Lo han hecho las familias, que ya se han ajustado todo lo que pueden; lo han hecho las empresas, que en estos cuatro años han tenido que adaptar sus estructuras. Pero, con eso no es suficiente, queda también una actuación europea, la Unión Europea también tendrá que ser más contundente.

¿Es partidario de regular más los mercados?

La falta de regulación ha originado consecuencias como las actuales. No han funcionado los controles y no se han puesto en marcha las luces de alarma en los momentos adecuados. Evidentemente hay que repensar qué es lo que no ha funcionado y ha permitido que se llegue a la situación actual.

¿Ha fallado la construcción europea?

Se está demostrando que sólo el euro de por sí no nos une ni nos da la fortaleza, hacen falta medidas y una apuesta por una Europa más potente.

Insisten ustedes con frecuencia en que hacen falta más reformas, ¿cuál es la más urgente y en qué línea debe ir?

Tendrán que ser un conjunto de medidas las que provoquen la salida de esta crisis. Unas serán internacionales, otras nacionales y otras locales pero, lo que sí que está claro es que, para que la actividad fluya, necesitamos financiación, que las empresas sean capaces de tener liquidez para invertir, contratar y generar actividad. Por tanto, lo primero es conseguir un desbloqueo de la situación de las finanzas. Luego, el mercado de trabajo también es esencial. Esto está cambiando y necesitamos ser cada día más flexibles y eso no va contra la seguridad laboral de los trabajadores.

Se lleva mucho tiempo ya hablando de flexibilidad laboral pero, ¿qué quieren decir exactamente? ¿Qué tipo de contratos quieren las empresas?

El mundo empresarial quiere cosas muy sencillas. Quiere que haya facilidad para entrar en el mercado de trabajo, que haya contratos sencillos con uno, dos o tres modelos y no los 20.000 actuales. Una vez dentro, hace falta flexibilidad. Flexibilidad horaria, geográfica y también funcional porque, si cambian las circunstancias y hay que cambiar las tareas de un trabajador, habrá que poder hacerlo dotándolo de formación. Y, por último, queremos una salida con todas las garantías para el trabajador pero que no hunda empresas. Se ha hablado del modelo austriaco, del alemán... se trata de ver cual se adapta mejor a nuestra realidad.

De cara a generar esa confianza que reclaman, ¿el cambio de Gobierno del próximo 20N será beneficioso?

Lo que sí que es cierto es que, ante unas elecciones se genera un impass, ahora todo se ralentiza y luego habrá un periodo hasta que empiece a arrancar. Por tanto, lo que sí que deseamos es que el Gobierno que salga del proceso electoral tenga muy claro que tiene que actuar con mucha rapidez, sea el que sea. Son ya cuatro años de crisis que pesan mucho, no hay tanto margen de actuación y tiene que ser consciente que la realidad actual va a obligar a tomar medidas impopulares, muy difíciles. Si no lo hace se puede alargar muchísimo más esta penuria.

Está claro que vienen épocas de recortes y el más contundente es el que ha anunciado María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha, que será del 20%, ¿cree que es necesario meter la tijera en la misma medida en la Comunidad Valenciana?

Me atrevería a dar una cifra si conociese todos los datos pero, en cualquier caso, el parámetro a seguir es muy sencillo: Las comunidades autónomas tienen que pagar sus deudas, porque, de lo contrario, hunden empresas y se genera más pérdida de empleo; y a la vez tiene que conseguir equilibrar sus ingresos y sus gastos, porque lo piden los mercados y ya lo exige también el Estado. Como cualquier familia, si los ingresos suben la Generalitat podrá permitirse más gastos pero, si los ingresos bajan, tiene que bajar los gastos.

Si sigue el ejemplo de las familias, lo primero que eliminan son gastos superfluos. Aquí la Generalitat ha gastado mucho en grandes eventos que nos han endeudado mucho y que a lo mejor no los necesitábamos...

La Generalitat tendrá que priorizar y empezar por lo superfluo pero, si aún así no llega, tendrá que seguir recortando en lo esencial. Hay que tomar las medidas que sean necesarias para equilibrar el presupuesto y, si en el pasado nos pudimos permitir ciertas cosas o las hicimos aún sin poder permitírnoslas, hoy ya no podemos.

¿Ha percibido algún cambio con la llegada de Alberto Fabra a la Generalitat?

Lo que estamos percibiendo es que son conscientes de la situación, que son sensibles a que ahora mismo hay una deuda muy importante con los proveedores y que eso es una prioridad para el gobierno de la Generalitat. Los números son muy ajustados y se tienen que tomar decisiones complicadas y duras. Lo primero será equilibrar ingresos y gastos y luego tendrá que plantearse como se paga la deuda acumulada. Creo que para eso la Generalitat va a requerir del apoyo de la Administración central, que tendrá que habilitar instrumentos y mecanismos para que las administraciones autonómicas y los entes locales tengan capacidad financiera.

¿Han mejorado en algo los plazos de pago a proveedores?

No, en estos momentos todos saben que hay una situación de bloqueo financiero a todos los niveles y está siendo una situación muy complicada para todas las comunidades. Hace falta una solución extraordinaria para que cualquier comunidad autónoma y cualquier ayuntamiento pueda digerir el pago de la deuda que llevan acumulada y para eso, insisto, se va a requerir no sólo de su gestión, sino también del apoyo de la administración central.

¿Se puede salir de esta crisis sin el sector de la construcción?

Todos hemos aprendido de los excesos del pasado, eso es clave y la lección debe quedar bien grabada, pero la construcción sigue siendo esencial para nuestro país. Se tiene que hacer con equilibrio, con respeto al medio ambiente, de forma profesional, innovando y utilizando más tecnología, pero la construcción, tanto en su ámbito residencial como en el de infraestructuras, es esencial. No vamos a poder salir de esta sin la construcción.

¿Es la burbuja inmobiliaria la raíz de todos los problemas que tenemos ahora?

Bueno, es cierto que hubo un exceso en el área inmobiliaria y que eso forma parte de la crisis pero no es el origen de la crisis. Si no se llega a dar una crisis financiera unida a la inmobiliaria, hubiera sido mucho menor. Ha sido la suma de ambas la que ha sido nefasta. Pero no nos olvidemos que ha sido la crisis financiera la que ha hecho que la recesión se extienda y afecte a todos los sectores.

Dadas las circunstancias, ¿no hubiera sido más efectivo destinar el dinero que se le ha dado a la banca a transformar el stock de viviendas en VPO o, en definitiva, a dar salida a todos esos inmuebles?

Se debería haber hecho y se debería hacer algo para incentivar que la construcción se reanime, y que este sector, que es importantísimo, no quede muerto. Para eso hacen falta medidas de estímulo fiscales, financieras e incluso comerciales. Este sector va a ser uno de los elementos en la recuperación. Hay que volver a poner la mirada en él porque nos ha dado mucho y requiere de una atención. Hay que hacer todo lo posible para que el stock se vaya digiriendo, se convierta en valor y se pueda recuperar la actividad.

Otro de los temas de actualidad es el Corredor Mediterráneo de ferrocarril, ¿qué opciones existen de que finalmente se incluya entre los proyectos prioritarios de la UE el próximo octubre?

Creo que hay muchísimas opciones, los datos objetivos lo avalan. Pocos corredores reúnen la población, la concentración de PIB, la exportación, turismo, puertos... Somos el nexo de unión de África con Europa y podemos ser, además, la entrada de todos los productos asiáticos y convertirnos en la gran plataforma logística que, en el futuro, nos permita encontrarnos en una ventaja competitiva cuando lleguen nuevas crisis. Pero es que, además, no sólo beneficia a nuestra Comunidad o a España, beneficia al propio concepto de Europa, a una Europa vertebrada y conectada con el resto de territorios. Confiamos en la capacidad de los responsables que toman las decisiones en Bruselas y también en la gran gestión que se está haciendo desde todos los ámbitos para reclamarlo, sin fisuras.

¿También desde el Gobierno?

El ministro de Fomento ha salido no una sino 20 veces apoyando la idea del Corredor Mediterráneo y que se convierta en una red básica del transporte europeo. Todo el mundo lo apoya. Es un proyecto de futuro.

Es cierto que los datos avalan el Corredor Mediterráneo pero a veces las decisiones se toman por cuestiones políticas y, en este caso, hay una presión muy fuerte a favor del Corredor Central, porque Madrid no se quiere quedar fuera. ¿Hay algún temor de que se pierda esa batalla?

No nos beneficia la confrontación. No existe ninguna duda en el apoyo al Corredor Mediterráneo y no vamos a hablar de un corredor, como es el Central, que ya está dibujado en Bruselas. Lo que queremos es que también se incluya el Corredor Mediterráneo. Nada es incompatible y no entramos en ningún tipo de lucha.