En las últimas semanas ha repetido con frecuencia que si fracasa el euro, fracasa Europa. ¿La paz de Europa está en peligro?

No, no está en peligro, pero todos estamos seguramente en una situación muy dura. El euro atraviesa la peor crisis de sus diez años de existencia. Todos los puntos débiles salen repentinamente a la luz. Pero estamos decididos a superarlos, tanto la cuestión de la competitividad en todos los países del euro como la de las carencias del tratado.

¿Italia podría ser una segunda Grecia? ¿Aumentarían las oportunidades de consolidación de Italia en una era después de Silvio Berlusconi?

Los propios países son los que tienen que decidir sobre esas cuestiones internas, pero sabiendo que ningún Estado puede hacer una política independiente de los otros. Eso quiere decir que Italia tiene que redoblar sus esfuerzos de ahorro. Para ello, el gobierno de Roma ha presentado un plan que tiene que ser aplicado. La directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, dijo que que el problema de Italia no es su posición económica, sino la confianza. Esa confianza puede volver a mejorar cuando Italia implemente sus planes. La fiablidad y la confianza son escasas estos días y las tenemos que multiplicar.

¿Es suficiente lo que se ha propuesto Italia?

Obviamente, todavía no puede decirse si basta para la eternidad. Pero lo que sí podemos afirmar es que Italia se ha propuesto de momento mucho.

¿Cree que el Banco Central Europeo (BCE) debería finalmente poner en marcha la impresión de billetes para comprar de forma ilimitada bonos soberanos de países en emergencia?

No me parece bien crear escenarios de miedo. El BCE tiene un claro cometido, es responsable de la estabilidad del dinero. La entidad siempre ha dejado claro que los países miembros tienen que hacer sus deberes. Así, en verano instó a Italia a presentar un programa de consolidación. Por eso pienso que el BCE responde a sus tareas y obligaciones.

La cumbre del G20 en Cannes fue una prueba del papel central de Alemania en la política mundial. ¿Es esa fuerza una carga para usted o una buena oportunidad para hacer política?

Alemania es uno de los 17 países del euro, es la mayor economía en Europa. En Cannes quedó demostrado que Francia y Alemania son fuertes cuando actúan unidas y sin embargo no son toda Europa. Lo que vimos en Cannes fue la percepción de que ya no existen decisiones de política interna a nivel nacional. Hay una política interior en la zona euro. En la cuestión de si Grecia convoca o no un referéndum sólo puede decidir Atenas. Esa decisión tuvo efectos en todos nosotros porque de repente fue cuestionada la fiabilidad de nuestros acuerdos. Los 16 países restantes fueron igualmente afectados por esa decisión del referéndum. Dado que la política monetaria en los 17 países del euro también es política interior, las discusiones son más duras, porquese trata de temas importantes que afectan también a la estabilidad y prosperidad del otro.

¿Se considera usted una especie de autoridad, quizá con Francia, para fijar la dirección en la zona euro?

No, sentimos a veces que tenemos la responsabilidad de dejar las cosas bien claras. No somos una estructura jerarquizada. En la zona euro se mantiene la responsabilidad absoluta de cada país sobre su presupuesto y ninguna institución europea tiene capacidad de intervención. Se trata de una construcción sui generis, que permite que cada uno cumpla las normas por cuenta propia. Pero como ni siquiera se puede garantizar su cumplimiento en los países democráticos, porque el Parlamento es obviamente autónomo, estoy convencida de que necesitamos modificar los tratados. Los compromisos conjuntos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento nos protegen a todos. Si no son cumplidos, una institución europea debe tener el derecho de poder intervenir en el presupuesto nacional que no ha cumplido. Si esta medida está prevista, los Parlamentos nacionales por regla general aprobarán presupuestos acordes a los requisitos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Pero si esto no es así, si ni siquiera existe el derecho de recurso de la Comisión Europea o de otro Estado miembro ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, las sanciones no serán lo suficientemente eficaces.

¿Y como llamaríamos a eso? ¿Control presupuestario europeo?

Sí, un control presupuestario europeo vinculante que incluya un derecho de recurso ante el Tribunal de Justicia de la UE para la Comisión Europea y los Estados miembros porque todos están afectados por todos los presupuestos.

En la CSU aumentan las voces a favor de un referéndum sobre las previstas medidas de rescate europeo. ¿Quiere usted que el pueblo decida? Y en caso contrario, ¿por qué no?

No es la primera vez que se discute sobre las decisiones por referéndum. Tenemos una democracia representativa. Tenemos un sistema bicameral. La balanza de poder entre el Bundestag y el Bundesrat está realmente bien equilibrada. Quizás se conseguiría una mayoría simple de los ciudadanos que se traduciría necesariamente en una mayoría en el Bundesrat. Tendría que cambiar la estructura de todo el sistema para convocar plebiscitos . En este sistema federal me parece complicado. Por eso lo rechazo. Creo que nuestro orden democrático, tal como es, ha proporcionado y proporciona una gran estabilidad interna.

¿Es la crisis del euro la más dramática que ha vivido desde que ocupa la Cancillería? ¿Cuáles son sus objetivos para la segunda mitad de esta legislatura?

Desde la crisis económica y financiera global hemos vivido muchas situaciones que antes no podíamos imaginar. El rescate de los bancos -con 400.000 millones de euros, una suma inconcebible hasta entonces para mí-, el fondo de recapitalización de los bancos, los programas coyunturales, las garantías de los ahorros de los ciudadanos. Seguimos atravesando fases de la misma crisis que comenzó con una crisis bancaria mundial, que llevó a una recesión económica que tuvo que superarse con programas coyunturales. Y ya entonces, una de mis advertencias fue la de ser cautos con esos programas porque era previsible que los Estados se endeudarían y que el endeudamiento sería el próximo punto pendiente en sus agendas. Y así ocurrió.

¿Y que puede decir de la desconfianza de los inversores?

La gente que quiere depositar su dinero en el banco tiene ahora una percepción muy distinta. Europa, sobre todo, fue siempre un puerto seguro para los ahorros. Pero ahora los inversores ven a Europa desde otra perspectiva. Tenemos que trabajar incansablemente para ganarnos esa confianza. Ahora, quienes quieren invertir dinero en nuestro continente, se plantean el tema del desarrollo demográfico, la capacidad de innovación, el desempleo juvenil y la educación de los niños. No se trata sólo del endeudamiento. Por eso es tan importante hacer todo lo posible para mejorar nuestra capacidad de innovación porque ésa es nuestra ventaja, con la que podemos impresionar al mundo. No tenemos un mercado que crece a pasos agigantados, ni una gran cantidad de dinero en reservas, ni somos un continente rico en recursos. Pero lo que sí tenemos es nuestra experiencia cultural, nuestra estabilidad política y nuestra capacidad de innovación. Si un día llegamos a una situación en la que ya no podemos seguir fabricando los productos más novedosos, no seremos especialmente atractivos.