No tienen ni idea de qué es "core capital" ni de cómo se calcula el nivel de solvencia de una entidad, pero saben que el futuro de sus ahorros depende de estos y otros muchos parámetros que escapan de su control. Son los miles de pequeños inversores que se han visto perjudicados por la crisis que vive el sector financiero y que, en el caso de Alicante, ha sido especialmente sangrante desde que en julio se nacionalizó la CAM.

"Los depositantes y los acreedores pueden estar absolutamente tranquilos", rezaba la nota que emitió el Banco de España aquel día. Pero el supervisor se olvidó a una buena parte de los clientes, los que compraron cuotas participativas de la CAM pensando que eran "muchos más seguras" que las acciones ordinarias, o los que tenían su dinero en participaciones preferentes o deuda subordinada pensando que eran de depósitos a plazo.

Los primeros perdieron de golpe el 70% de su dinero cuando el FROB anunció que no recomprarían las cuotas, como acordó el consejo de administración de la entidad en su última reunión, y los segundos descubrieron que no podrán recuperar sus ahorros mientras no encuentren otro comprador dispuesto a pagarles por sus preferentes.

Todos ellos tienen nombres y apellidos y las historias que cuentan suelen esconder auténticos dramas. Es el caso de los padres de Miguel Ángel Alonso, de Rafal, a los que colocaron 15.000 euros en deuda subordinada sólo una semana antes de la intervención de la caja. "Tenían 30.000 euros y querían meterlos en un plazo fijo. Preguntaron en varios bancos y les ofrecían un 3% de interés y decidieron mirar también en la CAM", relata Alonso. "Les daban un 1,5% y, lógicamente, dijeron que no les interesaba", continúa el joven.

Pero el empleado de la sucursal no quería dejar escapar el dinero y les ofreció un producto combinado. "Nos dijo que había una promoción especial al 7% pero que no podíamos poner ahí todo el dinero, que era mitad y mitad", recuerda Carmen, la madre, muy afectada. Según sostiene, en ningún momento se les explicó que se trataba de productos diferentes ni de que estaban comprando un título de deuda a perpetuidad. "¡Pero si apenas se leer, como iba a mirar todo aquello!", dice, entre sollozos, cuando se le pregunta por el contrato que firmó.

Fue su hija quien vio el documento y les alertó. Ya no han conseguido disponer de sus ahorros. Nadie quiere comprar ahora estos títulos y se sienten engañados. Carmen ha requerido tratamiento y su marido también ha sufrido problemas de salud. Ahora han optado por dejar el asunto en manos de los abogados de Ausbanc, que piensa solicitar la nulidad del contrato, igual que con las decenas de casos similares que están recibiendo. En ninguno de ellos se realizaron los tests de idoneidad que exige la normativa antes de vender un producto de inversión complejo.

No quería acciones

Se puede decir que Jesús Sebastián tropezó dos veces con la misma piedra. "Tenía un fondo en otro banco, me enfadé cuando vi que perdía 50.000 pesetas, porque una parte estaba en Bolsa, y decidí llevarme el dinero", señala este jubilado. Acabó en la CAM y a pesar de que le dijo al gestor que "no quería saber nada de Bolsa" le ofrecieron cuotas participativas. "Me dijeron que no eran como las acciones, que esto era mucho más seguro porque estaba la caja detrás y que, además, con los dividendos que iban a pagar nunca perdería", se lamenta.

Era en julio de 2008, cuando se estaba realizando la emisión y la entidad necesitaba garantizarse su éxito. Al principio estuvo satisfecho y, siguiendo los consejos de los responsables de su oficina, incluso reinvertía los dividendos en más cuotas hasta que ocurrió lo imposible. "¿Cómo puede ser que, si yo pagué 5,84 euros, ahora sólo valga 1,6? ¿Dónde ha ido todo ese dinero, quién se lo ha llevado?", se pregunta indignado mientras recuerda las indemnizaciones millonarias que se han embolsado los directivos prejubilados (más de 15 millones).

Sorpresa en Bancaja

Pero los clientes de la CAM no son los únicos que están pagando las consecuencias de la crisis, aunque sí son los más numerosos. En general, todos los que compraron preferentes a cualquier entidad también tienen dificultades para hacer efectivos sus ahorros. Antonia Moratell descubrió que su madre tenía todos sus ahorros en este tipo de valores en Bancaja cuando necesitaron echar mano del dinero para pagar a la mujer que la cuidó en sus últimos meses. No se lo explica: "¿Cómo va a contratar una mujer de 83 años unas participaciones preferentes? ¿De verdad alguien se cree que sabía lo que compraba?".

Cuando Modesta, la madre, enfermó el pasado abril y necesitó asistencia fueron a la sucursal a retirar fondos. "Nos dijeron que tardaría 15 días pero que no había problema. Pero el dinero no llegaba y empezaron a darnos largas hasta que en julio nos dijeron que había que vender los títulos y que no había compradores. Hasta entonces ni siquiera sabíamos que existían las preferentes", se lamenta.

Los hermanos tuvieron que pagar de su bolsillo a la cuidadora a pesar de que su madre acumulaba en el banco, supuestamente, más de 110.000 euros. La mujer falleció la semana pasada sin haber recuperado el dinero. "Se aprovecharon de una anciana y ahora escurren el bulto", sentencia.

El problema no es sencillo de solucionar. Podrían tardar años hasta que los compradores recuperen la confianza y se vuelva a pagar las preferentes al mismo precio. La otra opción es que las entidades las amorticen, pero eso reduciría sus recursos propios cuando las autoridades europeas lo que quieren es, precisamente, aumentarlas.

Los ricos también lloran por la CAM

No son sólo pequeños ahorradores los que se han visto perjudicados la situación que atraviesa la CAM y, en especial, por la debacle en la cotización de las cuotas participativas, los títulos similares a las acciones que lanzó la entidad en el verano de 2008. Entre los afectados también hay muchos empresarios a los que prácticamente se les exigió que compraran estos valores a cambio de concederles préstamos. "Si ibas a refinanciar una deuda, te daban un poco más para que te quedaras con un paquete de cuotas", señala un conocido abogado alicantino, que prefiere guardar el anonimato, y que ahora trabaja en varias reclamaciones por este asunto. De esta forma, muchos promotores de la provincia han acabado con una buena cartera de títulos que ahora han perdido la mayor parte de su valor. "Desde el último empleado hasta los directivos de más alto nivel, todo el mundo se empleó a fondo para que la emisión fuera un éxito", señala el citado letrado. Hay algunos casos realmente llamativos, como el de un empresario que disponía de 600.000 euros para comprarse una casa pero en la CAM le convencieron para que destinase ese dinero a comprar cuotas. A cambio, le concedieron un crédito con el aval de esos títulos para pagar la vivienda. Ahora debe más de medio millón de euros y las cuotas han perdido el 70% de su valor.d.n. alicante