No aptos para inversores con problemas de corazón. Los viernes van a terminar convirtiéndose en el día negro de la semana, a juzgar por lo ocurrido el pasado día 2, con una caída del Ibex 35 del 3,40%, y de la sesión de ayer, en la que el índice se hundió hasta los 7.910 puntos tras retroceder un 4,44 %. Unas bajadas que tuvieron su réplica en el resto de parqués europeos como consecuencia de la desconfianza de los inversores y el goteo de noticias de los diferentes organismos internacionales revisando a la baja las previsiones económicas de la eurozona y las eternas sospechas sobre la quiebra de Grecia.

La de ayer no fue una jornada muy diferente a las anteriores.Sólo cambiaron los protagonistas. Las bolsas, en especial la de Madrid, amanecieron con el lastre del sombrío anuncio del Banco Central Europeo sobre el crecimiento del PIB en los países de la eurozona, y en especial de su principal motor: Alemania. Ni siquiera el anuncio del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, del ambicioso plan de 447.ooo millones de dólares (327,500 millones de euros) para incentivar el empleo y el consumo sirvió de bálsamo en unos mercados instalados en la duda.

Y en medio de una dinámica de ventas, en la que pesaban los continuos rumores de que Grecia podría presentar una suspensión de pagos este fin de semana y de que el Gobierno de Angela Merkel ya tenía preparado un plan "B" para ayudar a las entidades financieras alemanas en caso de que el Ejecutivo heleno incumpliera las condiciones exigidas en el plan de rescate, saltó la bomba: El economista jefe del Banco Central Europeo, el germano Jürgen Stark, presentaba su dimisión. Un mazazo que acabó por abocar los parqués a una fiebre vendedora que incendió los números rojos. A nadie se le escapaba que el plante de Stark, pese a alegar razones personales, estaba motivado por sus conocidas discrepancias con el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, sobre la política de compra de deuda italiana y española de las últimas semanas, muy criticada desde la opinión pública germana.

La apertura en negativo de Wall Street sirvió de remate para una jornada negra. En el caso del Ibex 35 terminó de precipitarse por debajo de los 8.000 puntos un nivel que no se había alcanzado desde finales de marzo de 2009. Los bancos volvieron a ser los protagonistas de las principales caídas; el BBVA perdió un 6,62 % y el Santander, un 5,62 %. No obstante, la mayor caída la protagonizó ArcelorMittal, que bajó un 7,59 %. Las caídas también afectaron a otros bancos europeos, como el Commerzbank alemán, que cayó un 8,69 % y el Deutsche Bank, que refgistró una bajada del 7,25%. De esta forma se cierra la segunda peor semana del año, con unas pérdidas acumuladas del 6,54%.

La prima de riesgo sube

La prima de riesgo también se vió afectada, repuntando desde los 310 hasta los 337 puntos básicos respecto al bono alemán, lo que situaba la rentabilidad en el 5,13%, mientras que la italiana volvió a quedar por encima, en 362 puntos y 5,39%.

Un defensor de la ortodoxia monetaria

El economista jefe saliente del Banco Central Europeo (BCE), Jürgen Stark, quien ayer presentó su dimisión, ha sido hasta el final uno de los denominados "halcones" en banca central, los defensores a ultranza de la ortodoxia monetaria y la estabilidad de precios. Miembro del comité ejecutivo del BCE desde el 1 de junio de 2006, Stark había manifestado desde el principio su oposición al programa de compra de deuda pública que la entidad monetaria europea lleva a cabo desde mayo de 2010 para ayudar a los países que atraviesan dificultades de financiación, sobre todo los periféricos. No obstante, Jürgen Stark fue mucho más moderado al mostrar públicamente su oposición que el antiguo presidente del Bundesbank (banco central alemán) Axel Weber, quien también abandonó su puesto por su rechazo a la compra de deuda pública del BCE. Stark ocupó el 1 de junio de 2006 el puesto dejado en el directorio del Banco Central por Otmar Issing, también gran defensor del control de la inflación. efefrancfort