El pánico a una nueva recesión económica, alentado indirectamente por las declaraciones de la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christina Largarde, a las que precedieron las del presidente del Banco Mundial,(BM) Robert Zoellick, provocaron ayer una profunda convulsión en las bolsas europeas y en la deuda de los denominados países periféricos. En España, concretamente, la cuesta abajo iniciada el pasado jueves se agravó ayer con una caída del Ibex 35 del 4,69 %, el tercer mayor descenso del año, con lo que se hundió hasta los 8.066 puntos, arrastrado por el mal comportamiento del sector financiero.

El resto de las bolsas europeas tampoco se libraron de la debacle, con un descenso medio del 5 %. En concreto, Fráncfort bajó un 5,28 %, Milán se dejó un 4,83 %, París perdió un 4,73 % y Londres lo hizo un 3,58 %. El índice Euro-Stoxx 50, que contempla las principales empresas de la zona del euro, también se contagió del pesimismo y perdió un 5,1 %, con lo que ya acumula una caída anual del 24,5 %.

El detonante de la debacle fueron las declaraciones de la responsable del FMI, Christina Lagarde, advirtiendo sobre una inminente recesión global, añadiendo que las opciones "de los gobiernos y los bancos centrales son menores que en 2009 porque ya han disparado gran parte de la pólvora". Estas palabras se sumaban al temor previamente expresado por el presidente del Banco Mundial.

Unas declaraciones que, por otra parte, no hacían más que hacer oficial una sensación instalada hace meses en los mercados y recargada por los argumentos de la falta de consenso de las autoridades europeas para dar una salida conjunta a los problemas de la eurozona.

Previsiones internacionales

Las primeras chispas de lo que se venía encima saltaron a finales de la semana pasada, aventadas por las nuevas previsiones de varios organismos internacionales que recortaban las previsiones de crecimiento económico. Un factor al que se sumó, además, el dato sobre el estancamiento del empleo en Estados Unidos y los rumores que aventuraban la posibilidad de que el BCE limitara la compra de bonos de determinados países europeos -España e Italia sobre todo-. Además, a la enorme lista de malas noticias económicas se sumaba el reconocimiento por parte del propio ministro de Finanzas griego de que iba a ser imposible el cumplimiento del objetivo de déficit, un reconocimiento que se producía en medio de un fuerte debate abierto por Finlandia, intentando conseguir garantías bilaterales que avalaran su apoyo a Grecia.

Todas estas circunstancias tuvieron una importancia relevante en la desconfianza de los inversores que provocó el viernes un repunte de la prima de riesgo de la deuda española hasta los 311 puntos, que volvió a dispararse ayer hasta los 341 tras las declaraciones realizadas por Lagarde.

El nuevo terremoto en los mercados no consiguió evitarlo ni el BCE, que volvió a comprar bonos españoles e italianos, ni el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que afirmó que la Unión Europea crecerá de forma modesta pero sin caer en una recesión.

Alemania gana, España pierde

La búsqueda de refugio de los inversores tras comprobar la espiral de caídas de las bolsas, les llevó a comprar bonos alemanes, considerados más seguros y estables, una decisión que provocó que se disparara el diferencial de los países denominados periféricos. En el caso de España, que abrió la sesión a 310 puntos básicos, cerró en el mercado secundario a 341 puntos, la mayor cifra desde que el BCE decidió intervenir los mercados. Este índice significa que el rendimiento del bono español a diez años supera el 5,269 % de interés, frente al 5,110 % del pasado viernes, mientras que el alemán se situaba por debajo del 2 %.

En Italia, cuyo Gobierno se enfrenta hoy a una huelga general contra el plan de ajuste presupuestario, la prima de riesgo de su deuda alcanzó los 371 puntos básicos, continuando por encima de la española. Mientras tanto, la prima de riesgo irlandesa alcanzaba los 691 puntos, la portuguesa, los 888,8 y la griega, los 1.746.

Desplome de los bancos

De la difícil jornada de ayer, el mayor castigo volvieron a llevárselo las entidades financieras, duramente castigadas en los mercados de valores. En el caso de España, el Banco de Santander cayó un 5,94 % en el Ibex 35, mientras que el BBVA se dejó el 5,79 %, unas caídas que, no obstante, parecen leves comparadas con lo que ocurrió con otros bancos europeos: el Deutsche Bank perdió el 8,85 %, Société Genérales un 8,64 % e ING, un 8,52 %.

Precisamente ayer se supo que la desconfianza entre las propias entidades financieras les había llevado a depositar en el Banco Central Europeo el pasado viernes 151.097 millones, con un rendimiento del 0,75 %, en lugar de prestarse el dinero entre ellos con una rentabilidad que es prácticamente el doble: 1,50 %.

Semejanza con la crisis de 2008

Sobre esta desconfianza daba buena cuenta ayer el presidente del Deutsche Bank, Josef Ackermann, que señaló que "las actuales turbulencias que atraviesa el sector financiero guardan semejanzas con la crisis sufrida en el año 2008 tras el colapso de Lehman Brothers" y alertó de que varias entidades europeas no sobrevivirían en caso de verse forzadas a valorar sus carteras de deuda soberana a los precios que marca el mercado. Ackermann señaló que algunas entidades europeas han perdido más de un tercio de su valor en mercado, lo que da cuenta de la "volatilidad y la incertidumbre".

nueva compra de bonos españoles e italianos

La intervención del BCE no consigue parar el castigo a la deudaLa intervención del Banco Central Europeo (BCE) ayer realizando nuevas compras de deuda española e italiana no consiguió frenar la impetuosa subida de la prima de riesgo española e italiana; las operaciones realizadas a lo largo de la jornada de ayer, no obstante, fueron de "pequeña magnitud". El BCE comenzó a comprar bonos españoles e italianos a mediados de agosto, en un intento de ayudar a reducir la rentabilidad de la deuda española, que es mucho más alta que la alemana. Sólo durante la semana pasada compró deuda pública por valor de 13.305 millones de euros, que incluyen sobre todo bonos españoles e italianos. Si nos remontamos al 8 de agosto, la cantidad ya asciende a 56.247 millones de euros. La entidad monetaria europea no ha querido especificar los estados de los que ha adquirido bonos; solo el pasado día 7 informó de que iba a proceder a la compra de deuda de España e Italia tras los ataques especulativos y así evitar un contagio a estos países de la crisis de endeudamiento. El BCE, que ha comprado hasta ahora deuda pública por valor de 129.000 millones de euros, reunirá el próximo jueves a su consejo de gobierno para debatir sobre las medidas extraordinarias aplicadas en la crisis financiera, como el controvertido programa de compra de deuda, cuestionado desde algunos bancos centrales. efe francfort