El elevado volumen de pérdidas del primer semestre contrasta con los 244 millones de beneficios que Caja Mediterráneo presentó al cierre de 2010. La entidad alicantina ha pasado en sólo seis meses de registrar ganancias a arrojar unos abultados "números rojos". Precisamente, ha sido en este semestre cuando la CAM ha vivido los momentos más convulsos de su larga historia de 136 años.

La ruptura de la fusión con Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria a finales de marzo supuso el detonante de la actual situación y la intervención el 22 de julio, el último episodio, que, después, le llevará a la venta -probablemente en octubre, según las últimas informaciones- mediante un sistema de subasta inversa, es decir, que CAM se adjudicará a la entidad que menos ayudas públicas pida para hacerse con la entidad. El fracaso de la alianza con las otras tres cajas provocó que la CAM perdiera 2.587,4 millones o el 5,85% de ahorros de clientes en los dos meses que siguieron a la ruptura. Su trayectoria a partir de entonces en solitario, en un contexto de reestructuración del sector, cerradas las mayorías de concentraciones, sin lograr la entrada de un socio que pudiera rebajar las necesidades de recapitalización y con unos malos resultados en las pruebas de solvencia, le abocaron a la intervención.

Por otra parte, la cifra de 1.136 millones de pérdidas supera ampliamente las que presentaba Caja Castilla-La Mancha (138 millones) antes de su intervención en marzo de 2009, aunque la entidad manchega -de menor tamaño- ya registró unos "números rojos" de 748 millones al cierre de 2008.