"Los estereotipos son verdades cansadas". Así definía el escritor George Steiner algo tan efímero y calcáreo a la vez. Y si de algo están hastiados los españoles es de sentirse protagonistas de una imagen sin fundamento que ya debería oler a formol. Flamenco, paella, sol y toros. Así nos ven. Los datos, sin embargo, muestran lo contrario y confirman que la productividad por hora trabajada en España, que en 2009 alcanzó 110 sobre un índice de 100, está por encima de la media europea (109,5), según la comparativa de los datos del Eurostat.

Lejos de perpetuar un estereotipo que no se sostiene con ningún dato, el problema habría que buscarlo en la dificultad del español para conciliar la vida familiar y la laboral, según el secretario general de Comisiones Obreras en l'Alacantí-Les Marines, Salvador Roig. "Los europeos tienen una mejor distribución de la jornada de trabajo, mientras que nosotros tendemos hacia la jornada partida, de manera que el desgaste es mucho mayor", añadió. A pesar de que la productividad española es muy similar a la media "las empresas tienen que mejorar la organización interna del trabajo y acabar con las jornadas tan largas para aumentar la productividad", sentenció el sindicalista.

Por otro lado, la media de horas semanales en España es de 41,7, mientras que la europea es de 41,6, según el citado informe del Eurostat. Los datos, una vez más, agrietan el estereotipo. Los trabajadores siguen reivindicando disminuir la jornada laboral hasta alcanzar las 35 horas semanales, siguiendo el modelo francés de la Ley Aubry y con el objetivo de disminuir el desempleo y mejorar las condiciones de trabajo. A juicio de Juan Galipienso, secretario de comunicación de UGT-PV de l'Alacantí, "viendo estos datos, se cae el tópico de que los españoles son los que menos trabajan y que siempre están de fiesta, poniendo en evidencia a aquellos que hablan de manera despreciativa del trabajador español".

Como no podría ser de otro modo, la crisis también tiene repercusiones en este ámbito, ya que el miedo a ser señalado por los jefes como un mal trabajador hace que predomine el "presentismo". "Los empleados se sienten presionados y atemorizados, así que aunque estén enfermos, acuden a sus puestos de trabajo, y éste es un problema preocupante, ya que afecta a la productividad y a la seguridad del propio trabajador", según Roig.

A pesar de que, tanto el nivel de productividad, como la media de horas laborales a la semana están equiparados entre Europa y España, las diferencias entre salarios son, en algunos casos, abismales. El salario medio español sigue siendo uno de los más bajos del mapa europeo con 22.000 euros al año frente a los 35.000 euros de media en los países miembros. Esta asignación española sólo es inferior en Grecia, Portugal y Polonia, según la compañía de recursos humanos Michael Page. A pesar del bajo salario, las perspectivas adquieren un tinte positivista ante el incremento salarial que en 2010 se situó en el 2,8%, cuando la media europea fue del 1,9%.

En concreto, el salario medio español supone casi la mitad de la retribución de más de 40.000 euros de Reino Unido, Holanda y Alemania. Los empresarios germanos compiten con procesos de investigación, desarrollo y tecnología, mientras que los españoles "tienen la obsesión de competir por conseguir salarios cada vez más bajos", según Roig. Esta mecánica empresarial repercute en el nivel de vida del país y en el salario medio del trabajador, que se ve claramente mermado. Además, la tasa de temporalidad media en España es de 24,9%, lo que coloca al país en segunda posición, mientras que la media europea es de 14%.

Miles de titulares han salpicado este último año las portadas de los diarios reflejando la tasa de de paro nacional, que en 2010 alcanzó el 20,1%, la más alta de todos los países miembros. Esta cifra duplica la media europea, que asciende a 9,6%. "La crisis mundial es innegable, pero aquí además nos enfrentamos a nuestra propia crisis, fruto de aquellos años en los que basamos la economía en la construcción y la especulación", según el propio Roig. Cuando la burbuja inmobiliaria explotó, el sector cayó en picado y todos los trabajadores que se dedicaban a estas labores quedaron en paro. Además, tal y como explicó el sindicalista, "hay toda una generación que abandonó sus estudios para trabajar, ya que en esos momentos vieron la posibilidad de ganar mucho dinero y ahora se encuentran en el paro y sin estudios".