El futuro de la Obra Social de la CAM no está nada claro. De momento su continuidad sólo está garantizada hasta final de año, ya que cuenta con un presupuesto ya asignado de 38,7 millones de euros, pero más allá de esa fecha ni los nuevos administradores de la entidad ni el Banco de España son capaces de aclarar qué ocurrirá.

Todo dependerá del porcentaje que finalmente la CAM logre mantener del nuevo banco al que ha transferido todo su negocio -que podría ser muy minoritario-, y de la capacidad que posterioremente tenga ese banco para generar beneficios y repartir dividendos, algo que, al menos en los primeros ejercicios, será complicado dado el estado de las cuentas de la CAM. En este sentido, también dependerá de quién se quede finalmente la entidad tras la subasta y de si se mantendrá independiente o se integrará en otra red.

Sea como sea, lo que sí está claro es que la actual Caja Mediterráneo deberá transformarse en una fundación de carácter especial, -como hizo Caja Castilla-La Mancha- cuyo único fin es, precisamente, la administración de la obra benéfico social de la entidad. El propio consejo de administración de la CAM ya solicitó esta transformación en el mismo acuerdo en el que pidió al Banco de España que se adelantara su nacionalización.

A diferencia de lo que ocurrió con la caja manchega, donde fue el ejecutivo autonómico quien acabó decidiendo qué colectivos de interés iban a formar parte del patronato de la fundación, la CAM tendrá, en principio, la oportunidad de redactar sus propios estatutos y decidir sobre este tema. Lo lógico sería, según las fuentes consultadas, que se intentará respetar en la composición actual de la asamblea de la caja. Es decir, que hubiese en el patronato representantes de las Cortes, de las entidades fundadoras, los empleados de la CAM y también de sus clientes.

La Obra Social de la CAM alcanzó el año pasado a casi 4,5 millones de personas que participaron en alguno de sus programas. Aunque en los últimos años la entidad estaba potenciando las actividades de concienciación medioambiental y de integración de los inmigrantes, con la llegada de la crisis económica han vuelto a ganar peso los proyectos de atención social. En la actualidad, la solidaridad copa el 50% de su presupuesto.