"Eso son tonterías. Yo he comido a mediodía pepino y sigo aquí. No me ha pasado nada", aseguraba ayer por la tarde una mujer que hacía su compra semanal en una frutería del barrio de Carrús, en Elche. Sin embargo, pese a este comentario, lo cierto es que el propietario del establecimiento, Sergio Murcia, reconocía que las ventas de pepino habían caído ayer un 40%, aunque durante el fin de semana la alarma generada en Alemania no tuvo ninguna incidencia. De hecho, el kilo alcanzaba los 0,75 euros, mientras que en otro comercio del centro de Elche los precios caían hasta alcanzar los 0,60 euros el kilo.

Por su parte, Teófilo Díaz, un agricultor de Agost que cultiva pepinos junto a tomates, calabacines, pimientos o judías, no podía ocultar su malestar e impotencia, ya que, como detallaba, "nos estamos viendo afectados por una crisis que no sabemos muy bien de dónde viene".

Como relataba, en la jornada de ayer, "en la lonja han querido los pepinos. Nadie ha preguntado por el precio. Cuando el corredor ha ofrecido los pepinos en Mercalicante, los compradores directamente le han dado la espalda. ¿Qué pasará mañana? No lo sabemos muy bien, pero está claro que, aunque se vendan, habrá que ver a qué precio". De hecho, este productor de Agost concretó que "la pasada semana el pepino, que acaba de comenzar la campaña hace apenas un mes, se estaba pagando a 0,50 euros en la lonja, y ahora, después de invertir, invertir y trabajar, en un momento en el que es en el que podemos sacar para cubrir los gastos, salta esta crisis que nos va a acabar de hundir". También admitió que "las pérdidas van a ser irreparables, ya que es un producto fresco que no se puede mantener más de dos o tres días, y el que no vendes al día sólo sirve para engordar a las cabras". En su caso, cifró las pérdidas en 1.000 euros semanales.